Buceando en la leyenda

Buceando en la leyenda

miércoles, 27 de mayo de 2015

Inventos españoles para ir a la guerra (y uno que no lo es).

La historia de España ha estado siempre plagada de guerras. Además de momentos de grandeza militar, y otros de sonados fracasos, los españoles también aprendimos a inventar armas con las que combatir al enemigo. La siguiente lista de ingenios intenta demostrar el genio de unos antepasados míos que, además de valientes en el campo de batalla, sabían poner su inteligencia para crear unos infernales artilugios que podían ayudar a vencer en el campo de batalla.

-El autogiro fue invención del ingeniero Juan de la Cierva, que en 1923 lo hizo volar por primera vez en el aeródromo de Getafe (Madrid). Ese aparato es el precursor del actual helicóptero, indispensable en numerosas tareas bélicas como transporte de tropas y material, de apoyo terrestre, traslado de heridos...

Autogiro de Juan de la Cierva.
 

-En 1888 se botó el submarino inventado por Isaac Peral. Era una nave magnífica, con dos motores eléctricos, con tubo lanzatorpedos, periscopio... y encima funcionaba bien. Por ciertos intereses oscuros el invento sería desechado por la Marina española.

-Apenas un año antes, en 1887, el astillero inglés James and George Thompson sacó adelante un diseño del teniente de navío español Fernando Villaamil. Era un barco capaz de navegar grandes distancias en mar abierto, y cuya función era defender a las grandes unidades de las distintas flotas de los pequeños, peligrosos y maniobreros torpederos. Fue bautizado como Destructor. Desde entonces hasta la actualidad, el destructor es considerado como un tipo de barco fundamental en cualquier marina del mundo, con misiones tan importantes como la de servir de escolta a grandes buques como son los portaaviones.

Fernando Villaamil murió de manera heroica luchando en la batalla de Santiago de Cuba (3 de julio de 1898), como otros tantos héroes olvidados españoles. A bordo del destructor Furor, el tipo de barco que él mismo diseñó, se hundió con el resto de la flota hispana y más de 300 marinos españoles.

-El Cóctel Molotov recibió este nombre en "honor" de Viacheslav Molotov, alto cargo de la Rusia comunista, cuando se produjo la guerra ruso-finesa de 1939. Es un arma casera fácil de fabricar, que consta de distintas sustancias inflamables, como la gasolina, introducidas en una botella de vidrio, con una mecha en la que un simple trapo de tela puede servir de mecha. Poco antes, en la guerra civil española (1936-1939), los republicanos la usaron en su lucha contra el bando nacional. 

-El arcabuz fue una de las primeras armas de fuego fabricadas para que los soldados de infantería de los siglos XV y XVI pudieran luchar mejor contra las últimas cargas de caballería acorazada que se iban a producir en las postrimerías de la Edad Media e inicios de la Edad Moderna. Fue el arma de los afamados tercios españoles, los dueños del campo de batalla europeos en casi dos siglos. Fue un arma fundamental en las victorias del Gran Capitán en Italia, o de los conquistadores de América, por poner solo dos ejemplos. Aunque no se sepa su origen cierto, pudo ser también un arma inventada en la Península Ibérica.

-En la Edad Media, para poder tomar un castillo enemigo, algo realmente difícil, solo había dos maneras fundamentales, o rendirlo por hambre, tras un largo asedio, o tomarlo al asalto, algo realmente costoso en vidas humanas. Si se tomaba esta última opción, había una método que podía ayudar bastante: hacer un largo túnel subterráneo que llegara hasta los cimientos, hacerlos arder y provocar con ello la caída de un lienzo de la muralla, algo que hacía abrir una brecha vital por la que poder introducir una fuerza de infantería en el interior de la fortaleza.

Con la llegada de la pólvora a Europa se cambió la forma de hacerlo: la construcción del túnel se seguía produciendo, pero en vez de hacer una hoguera debajo de los muros, se fabricó una mina terrestre que los hacía explotar, algo sin duda más efectivo. La primera vez que se produjo este hecho fue en el asedio de Málaga (1487), por parte del ejército de los Reyes Católicos, en su lucha contra las últimas fuerzas musulmanas que permanecían en la Península Ibérica.


Galeón.


-El galeón fue el barco español típico de la edad imperial. Un barco a vela, con cañones a bordo para enfrentarse a los navíos enemigos, y con suficiente capacidad para llevar mercancías de un continente a otro. Con este tipo de barco los españoles navegaron por todos los mares del mundo.

-La falcata fue el arma típica de los íberos en la Hispania prerromana. Aníbal, que dispuso de mercenarios peninsulares para luchar en sus campañas italianas, dispuso de bravos guerreros con falcatas. Era una especie de sable, ideal para un jinete que luchaba contra los soldados de a pie. Pero los íberos (ancestros de los actuales españoles) no la inventaron. Parece ser que sus orígenes se encuentran entre las poblaciones antiguas de la región de Illiria (actual Croacia), de donde se expandió a Grecia, sur de Italia y la Península Ibérica.

Entre el ajuar de la Dama de Baza se encuentra una falcata íbera. La hermosa escultura se encuentra en el Museo Arqueológico de Madrid.



Fuentes:

-Histocast.
-Wikipedia.
-Batallas decisivas, de J.F.C. Fuller.
-Breve Historia de los Íberos, de Jesús Bermejo Tirado.





sábado, 9 de mayo de 2015

¿Existió Ben Hur? ¿Y Mesala?

Los actores Charlton Heston y Stephen Boyd protagonizaron en 1959 el conocido film Ben Hur, repetido de manera incansable por la televisión, sobre todo en fechas tan cristianas como la Semana Santa y la Navidad. No puedo disimular mi admiración por la historia que narra, que es una versión adaptada de la novela del escritor norteamericano Lewis Wallace, y publicada en 1880. Wallace es más conocido por haber escrito este libro, que por su carrera de militar, que le llevó a ser general del Ejército de la Unión durante la Guerra Civil Norteamericana; no es mala cosa ser famoso por haber usado la pluma, cuando también se ha usado la espada.

Escena de la película, con Charlton Heston  (Ben Hur) y Stephen Boyd (Mesala) cuando eran todavía amigos.



Una película de 1925, en blanco y negro, ya había adaptado la novela del escritor norteamericano previamente. La historia puede resumirse como el enfrentamiento del judío Ben Hur con el general romano Mesala, amigos de juventud, y encarnizados enemigos tras la venganza producida por este último sobre la familia del anterior, tras la negativa a ayudarle a ocupar Palestina a la causa imperial romana; el fondo de la cuestión es que el odio (el del protagonista) le ayudó a sobrevivir, pero no a vencer a su enemigo, lo que conseguiría, a la postre el amor y el perdón. En definitiva, es una historia muy cristiana.

Ben Hur no es una novela histórica al uso, sino que es una historia que aprovecha un periodo histórico pasado en concreto, la época de Jesucristo, que aparece, por cierto, en la película varias veces y que marca los tiempos de la trama principal (le da agua al protagonista cuando más desesperado estaba, que es testigo, además, de su crucifixión), y que describe un relato de lo más original. Por lo tanto, se puede afirmar que el personaje de Ben Hur no está basado en un modelo real.

¿Y que podemos decir del malvado Mesala?

En el año 2012 se produjo en un la isla de Elba, bastante conocida por Napoleón por haber estado allí durante meses de "vacaciones forzosas" antes de volver a su amada Francia para acabar su obra de guerra y muerte, un hallazgo arqueológico sorprendente: se excavó la mansión de un rico romano que había vivido antes del siglo I d.C., fecha en la que la casa se incendió. La conocida como Villa le Grotte, albergaba un conjunto de esculturas que representaba el mito griego de Níobe, que aparecía en la Metamorfosis de Ovidio. Esto no es baladí, como aclararé un poco después.

Restos de la Villa de Mesala.


Gracias a las inscripciones impresas en unas tinajas de vino, que habían sido halladas en las excavaciones arqueológicas, los investigadores pueden afirmar que la mansión pertenecía a Marco Valerio Mesala Corvino (64 a.C.-8 d.C.). Como Wallace, el escritor de Ben Hur, Mesala fue general y escritor, además de político. Unas veces luchando con los republicanos, y otras siendo amigo del que llegaría a ser el emperador Octavio Augusto, Mesala escaló distintos puestos y llegó a sobrevivir, que no es poco, en un periodo tan convulso de la Historia de Roma, lleno de intrigas y de guerras civiles, que llevaron a la República a convertirse en el Imperio más longevo de la Historia de la Humanidad.

Durante la batalla de Filipos (42 a.C.) estuvo con los republicanos. Después se unió a Marco Antonio, pero al darse cuenta de que Cleopatra le llevaba a la ruina, se pasó al bando de Augusto. En la batalla de Actium, mandaba el centro de la flota, donde se distinguió por su habilidad. Tras la guerra, fue prefecto en Asia Menor, en Roma también; la República ya había dejado de existir, eran los tiempos del Imperio. Parece que se retiró de la vida pública hastiado de la política.

En el plano cultural, restauró algún camino, se construyeron hermosos edificios gracias a su iniciativa, fue amigo de escritores como Ovidio (es momento de recordar lo que dije anteriormente de las estatuas que se habían hallado en su mansión, ya que según algunos eruditos modernos afirman que Ovidio fue el que incitaría a su amigo a decorar su jardín con las esculturas de Níobe), y se rodeó de otros literatos, en lo que es conocido como el "Círculo de Mesala". Así mismo, fue autor de varias obras, aunque la mayoría se hallan perdidas en la actualidad.


Esta parte de la  escultura llamada "Apoteosis de Claudio", es muy probable que hubiera pertenecido al ara funeraria de Mesala. La podéis ver en el Museo del Prado de Madrid. Una razón más para visitar esta gran ciudad de España.


Aunque tuvo una vida bastante plena en lo profesional, no he encontrado nada que lo relacione con el personaje de la novela, si exceptuamos el nombre... Ni siquiera estuvo destinado en Palestina luchando contra la insurgencia de los judíos, aunque si estuvo cerca, en Siria, pero fue combatiendo contra los restos del ejército de Marco Antonio. Cuando Mesala murió (hacia el año 8 d.C.), Jesucristo era apenas un niño. Aún así espero que os haya gustado el post, ya que considero que la historia era interesante de contar.


viernes, 1 de mayo de 2015

Los aviones-cizalla del Sinaí.

De todas las misiones aéreas que se han producido en todas las guerras desde que aparecieron los aviones de combate, hay una que destaca por ser de lo menos ortodoxa. El escenario fue la península del Sinaí, y la fecha elegida el 29 de octubre de 1956. El conflicto, no creo que sea muy recordado, es llamado la guerra del Sinaí o la Crisis de Suez, y fue motivado por la decisión del presidente egipcio, más bien dictador, Nasser, por nacionalizar dicho canal y arrebatárselo a los franceses y británicos. La reacción de estos no se hizo esperar que, junto a los israelíes, lanzaron un ataque fulminante que acabaría destruyendo el débil ejército egipcio en unos pocos días. La decidida intervención de la ONU acabó con la guerra, y Nasser hizo creer a su pueblo que la derrota militar no significaba nada en comparación con la victoria política que suponía la retirada de las fuerzas extranjeras; los egipcios, que adoraban a su líder, por cierto, le creyeron sin dudarlo un momento.

Resumiendo mucho, estos fueron los acontecientos en los que se enmarcan la historia que voy a explicar a continuación. A una escuadrilla aérea israelí de aviones P-51 Mustang de hélices, veteranos de la Segunda Guerra Mundial (en los años 50 del pasado siglo se empezaron a introducir los aviones a reacción, que llegaban a alcanzar la velocidad del sonido), le encomendaron la tarea de inutilizar unos cables telefónicos que enlazaban las comunicaciones de las fuerzas egipcias acantonadas en el Sinaí con el Estado Mayor que estaba al otro lado del Canal de Suez, en el mismo Egipto. Dicha unidad recibía el nombre de Caballos Salvajes.



No conozco la razón de porque no se pensó la opción de ametrallar o bombardear dichas instalaciones, pero me imagino que sería por la dificultad de encarar dichos blancos con el armamento convencional de esta época o por que no se quería llamar mucho la atención. El caso es que era necesario borrar del mapa dichos cables ya que el primer golpe de la guerra los iban a lanzar los soldados judios, mediante el lanzamiento de una fuerza paracaidista en el paso de Mitla, y era necesario que esa información no llegara de forma inmediata a las Altas Esferas egipcias.

El día en cuestión salieron dos parejas de Mustang de las bases aéreas israelíes, con los pilotos Livne, Amitai, Krassenstein y Zeitlin a los mandos de dichos aparatos. A los aviones se les habían añadido unos artilugios que podían incorporar unos cables largos que actuarían de cizallas cortadoras de hilos telefónicos; los ensayos secretos realizados previamente habían producido diversos resultados. La misión iba a se arriesgada, pero era vital que saliera bien para que el resultado de la campaña fuera favorable para Israel: la victoria dependía de la actuación de cuatro pilotos con aviones de una guerra que había acabado hacía más de 10 años. En cambio, los egipcios contaban en sus filas con cazas Mig-15, lo último en tecnología soviética, aparatos que alcanzaban la velocidad del sonido (más de 1000 km/hora), muy por encima de los 320 km/h que lograban superar los viejos Mutang israelíes, cargados con los cables cortadores.

Los P-51 alcanzaron los objetivos a la hora prevista (los paracaidistas todavía no habían saltado sobre Mitla), pero habían perdido los cables por el camino. Como buenos soldados que eran, y con iniciativa, pensaron que no había que tirar la toalla, e idearon un Plan B sobre la marcha: ¡cortarían los cables con las hélices de sus viejos aparatos! Como no habían ensayado el plan previamente, no conocían como iba a afectar el impacto de los cables sobre sus aviones, lo que era un riesgo muy importante para ellos. Pero no lo dudaron y encararon sus objetivos con decisión. Tras diversas maniobras se lanzaron sobre las instalaciones telefónicas y las desbarataron, dejando incomunicadas a las tropas egipcias del Sinaí las primeras vitales horas, durante las cuales las tropas judías se lanzaban al ataque.

Cierto es que los egipcios se dieron cuenta del corte de sus comunicaciones, y empezaron a usar circuitos alternativos, como la radio, pero a posteriori, cuando las primeras batallas ya se habían producido, con resultado satisfactorio para Israel.

Este ejemplo de buen hacer, sumado al ingenio y la iniciativa de unos pilotos, supusieron un factor importante en la vistoria final. Los P-51 siguieron luchando el resto de la campaña, apoyando con eficacia las operaciones terrestres, aunque su baja velocidad los hacía un fácil blanco para las modernas defensas antiaéreas de los árabes, que se cobraron un alto peaje de 9 Mustangs derribados.
En resumidas cuentas, es evidente que el Estado de Israel le debe mucho a este venerable avión de la Segunda Guerra Mundial.


-Fuente consultada: Héroes, de David Eshel.