Buceando en la leyenda

Buceando en la leyenda

viernes, 25 de abril de 2014

La metamorfosis de un arma: el cañón 88 mm alemán.

El 8'8 Flak fue concebido como un arma antiaérea, es decir, su función era la de proteger objetivos importantes del ataque de los aviones enemigos. Lo sorprendente fue que al intentar usar dicho cañón contra objetivos móviles, como tanques, los alemanes comprobaron que era un arma formidable contracarro. Pero la polivalencia de esta famosa máquina de guerra de la Segunda Guerra Mundial no acababa aquí, también era usada de forma eficaz contra los búnker contrarios y como artillería de largo alcance.

Cuando estalló la Guerra Civil española en 1936, entre el gobierno de la II República y los sublevados, las principales potencias extranjeras apoyaron al bando que más les interesaba. Y, como no podía ser de otra forma, la Alemania nazi le proporcionó una valiosa ayuda militar a Franco. Entre otras cosas, una buena remesa de antiaéreos de 88 mm que actuaron en suelo español, probando su valía como arma antitanque.


Arma antiaérea 8'8 Flak orientada para hacer frente a objetivos terrestres.



Tras el campo de prueba que resultó ser el conflicto de España de las nuevas armas de guerra, y de innovadores métodos bélicos, estalló la guerra más atroz y sanguinaria que se haya visto en la Historia. Europa quedaría arrasada por la maquinaria arrolladora de Hitler. Entre sus armas, destacaba el antiaéreo de 88 mm, actuando como un arma letal entre los blindados de los aliados. Y, en manos de agresivos generales, como el mítico Rommel, harían verdaderos estragos entre las filas de las divisiones de los países democráticos. Y cuando el general alemán fue destinado al desierto del norte de África, para comandar el Áfrika Korps, fue cuando el 88 mm alcanzó sus más altas cotas de eficacia, actuando en la inmensidad de aquellos campos de arena.

El cañón alemán era capaz de penetrar el blindaje de cualquier carro de combate a grandes distancias, incluso el de los tanques pesados soviéticos. En alguna ocasión el ejército de Rommel se salvó de la derrota al poder concentrar varios cañones de 88 mm ante un poderoso ataque de blindados aliados.

Cuando a los ingenieros alemanes le encargaron el diseño de un nuevo carro pesado para poder enfrentarse a los carros soviéticos, decidieron incorporar el cañón de 88 mm modificándolo para que pudiera ser adaptado al nuevo producto. El resultado fue el carro Tiger, un auténtico monstruo de los campos de batalla de las fases finales de la guerra; combinaba su poderoso cañón con un extraordinario blindaje. Era tan temible que en los manuales de combate de los Sherman americanos se decía que debían de atacarlo con cuatro de sus tanques, esperando perder tres en el combate para noquear a uno de los Tiger alemán.


Carro de combate Tiger alemán.
 


Aunque era un tanque magnífico, era costoso de producir y tendía a sufrír muchas averías. No se pudieron producir muchos de ellos y, además, aunque eran impresionantes, tampoco pudieron ayudar a evitar la derrota final de los ejércitos del Eje en la última gran guerra mundial.

Y esta es la historia de como un simple arma antiaérea se convirtió en el tanque más poderoso de la Segunda Guerra Mundial. Es la historia de una metamorfosis que sufrió un arma de guerra.

lunes, 21 de abril de 2014

La conquista de Inglaterra, un histórico Juego de Tronos (y II).

El duque Guillermo estaba cazando cuando se enteró de la noticia de la coronación de Harold. Enseguida envió una protesta formal. De alguna forma logró que su causa fuera apoyada por el Papa de Roma, que le envió un estandarte papal, que sería usado en batalla, y un anillo que contenía un cabello de San Pedro. Guillermo consiguió otros apoyos internacionales y, tras varias reuniones, el consenso de todos sus barones, por lo que ordenó la formación de una gran flota que transportaría al ejército que iba a reunir para la conquista de Inglaterra.

Pero, el gran conflicto en ciernes lo iba a iniciar sobre Inglaterra el mismo hermano del recién coronado Harold. De este modo, Tostig, que había sido expulsado en 1065 de su condado de Northumbria, y que había pasado el invierno en Flandes junto a su esposa, a primeros de mayo había aparecido con una flota en el sur de Inglaterra para asolar su costa. Después, siguió arrasando la costa este del país, hasta que los condes del norte, Edwin y Morcar lograron rechazarlo. Además, sufrió la deserción de varios vasallos, por lo que se refugió en Escocia. Entonces, se puso en contacto con otro de los grandes aspirantes a la corona inglesa, el vikingo Harald Hardrada. Entonces, el hermano del rey de Inglaterra, resentido por perder su condado y con ganas de recuperarlo, y el mismo rey de Noruega unirían sus fuerzas por una causa común: expulsar a Harold Godwison del trono de Inglaterra.

El ejército de Harold se encontraba en el sur de Inglaterra, tras la incursión de su hermano Tostig, esperando el ataque del normando. Más el no sabía por donde se iba a producir el primer ataque, ya que si los vikingos atacaban por el norte, Harold tendría que ir a marchas forzadas hacia el lugar para intentar contener el intento de invasión. Es decir, el rey inglés estaba en una situación muy delicada.

En la primera semana de septiembre se produjo al fin el primer gran desembarco: el ejército vikingo apareció cerca de York, en el norte de Inglaterra. En esa zona, los condes Edwin y Morcar eran vasallos del rey Harold II. De hecho, Harold tuvo que repudiar a su anterior esposa, para casarse con la hermana de dichos nobles, y así asegurarse su fidelidad. En Gate Fulford se produjo la primera gran batalla de toda la campaña. De un lado estaban las fuerzas, en su mayoría vikingas, de los aliados Harold Hardrada y Tostig, y del otro lado se encontraban las levas anglosajonas de los condes Edwin y Morcar. El combate acabó con una aplastante victoria de los invasores, y la retirada de los condes sajones. Harold Hardrada pudo soñar ese día con ceñirse la corona de Inglaterra, y Tostig con volver a ser conde de Northumbria.


Ataque de la caballería normanda contra un muro de escudos sajón.


El rey inglés, ante la situación desesperada que estaba afrontando, decidió que lo mejor era un ataque relámpago para intentar vencer de forma aplastante a un adversario antes de que emplearse a fondo con el otro. De esa manera, en cuanto tuvo noticias del desembarco de los vikingos, reunió a su ejército de forma apresurada para marchar velozmente hacia el norte y enfrentarse a los invasores. Tras recorrer 190 millas en cinco días llegó a Stamford Bridge el 25 de septiembre.

Parece ser que los vikingos estaban desprevenidos y no pensaban que la reacción de Harold fuera tan fulgurante, de manera que no tenían ni las cotas de malla preparadas. Las fuerzas inglesas acabaron con las primeras avanzadillas de forma rápida y se presentaron en formación de batalla dispuestos a acabar con los nórdicos. La presencia de su propio hermano menor al lado de los escandinavos debió de estremecer al rey inglés, que le ofreció un ultimátum a Tostig; le concedía Northumbria y un tercio del reino si se rendía. Siendo la propuesta tan generosa para él, Tostig le preguntó a Harold que le ofrecía a su aliado el rey noruego, a lo que Harold contestó: "siete pies de tierra inglesa, o tanta como necesite dado que posiblemente sea más alto que otros hombres". No hubo acuerdo, si feroz batalla. Los vikingos fueron vencidos de manera aplastante. Fue tal la carnicería que sólo hicieron falta 24 naves para trasladar a los pocos supervivientes de vuelta a sus hogares. Hay que tener en cuenta que llegaron a Inglaterra entre 250 y 300 naves repletas de alegres guerreros. A Harold le comunicaron que Hardrada, el último vikingo, estaba entre los muertos, así como su propio hermano menor, Tostig.

Los sajones tuvieron poco tiempo de saborear la victoria, ya que les llegó la noticia de que los normandos habían desembarcado en el sur del país, cerca de Pensevey, apenas tres días después de haberse librado el decisivo combate contra el ejército nórdico. El rey Harold había obtenido un gran triunfo, y se había librado para siempre de un temible enemigo que lo había dado todo para arrebatarle su trono. Pero la perspectiva para el rey no era nada halagüeña: muchos de sus mejores hombres estaban muertos, y los que le quedaban estaban demasiado exhaustos como para volver a atravesar Inglaterra de norte a sur para enfrentarse nuevamente a un enemigo tan temible o más como el anterior. Aún así Harold lo tenía claro, debía marchar rápidamente hacia el sur y afrontar el nuevo reto. El juego de tronos por Inglaterra entraba en su momento decisivo.

Harold tardó cinco días en llegar a Londres, y esperó allí mientras reorganizaba sus tropas y las incrementaba con levas de refresco otros 5 o 6 días más, antes de volver a ponerse en marcha. Así, el día 11 de octubre de 1066 llegó Caldbec Hill, cerca de Hastings, lugar donde se libraría la batalla decisiva.

El día 14 dos ejércitos, compuesto por miles de hombres cada uno de ellos, se hallaban frente a frente. De un lado, estaba el ejército anglosajón del rey Harold, que defendía su corona, compuesto fundamentalmente de infantería, que solía adoptar una formación cerrada o de muro de escudos, la tradicional de la Edad Oscura. Del otro lado, estaba el moderno ejército del duque Guillermo, que le tocaba el rol de atacar colina arriba a los defensivos sajones, ayudado por un magnífico cuerpo de arqueros, y, sobre todo, de una formidable fuerza de caballería, precursora de la caballería pesada típica de las batallas bajomedievales que estaban por llegar.

Los normandos atacaron con todo, primero con arqueros, luego con infantería, y con la caballería también, pero todo parecía ser inútil: los aguerridos sajones rechazaban todos los conatos de desalojarlos de la colina en que se hallaban férreamente asentados. Harold contaba con el apoyo de sus fieles hermanos, los condes Leofwine y Gyrth. Incluso se extendió el rumor, en cierto momento de la batalla, en que Guillermo había perecido en el fragor del combate, por lo que cundió el desánimo entre las filas normandas. Así que el duque Guillermo se levantó la visera del casco, y recorrió las filas de sus soldados gritando que estaba vivo, y así superando la crisis en la que se hallaban sus fuerzas armadas en esos delicados momentos.


Momento en el que el duque Guillermo muestra la cara a sus soldados, ya que estos se pensaban que había muerto durante la batalla.



Tras una retirada de la caballería normanda, posiblemente fingida, los sajones descompusieron su formación cerrada, y fueron en persecución de los jinetes que parecían huir del campo de batalla. Fue en ese momento en que se produjeron unas brechas que los normandos aprovecharon para pasar a través de ellas y acabar con el muro de escudos sajón. La suerte estaba echada y Harold, el bravo rey inglés, se encontraba con unas fuerzas que cada vez menguaban más. Rodeado de sus soldados de élite, al final una flecha normanda se le clavó en uno de sus ojos, y fue, finalmente, rematado por los jinetes normandos. Los hermanos de Harold también acabaron muertos tras la batalla. Al enterarse de que el rey había muerto, los restos de su ejército huyeron del campo de batalla.

Así acabó la batalla de Hastings, aunque no la guerra. La batalla fue decisiva pero no definitiva. Guillermo sería coronado rey de Inglaterra, en la abadía de Westminster, Londres, el día de Navidad del año 1066. Todavía tardaría unos cuantos años más hasta acabar con varios focos de oposición: los ataques del nieto de Edmund Ironside aliado con el rey de Escocia, de los hijos de Harold procedentes de Irlanda...


Muerte del rey Harold II, el último rey anglosajón.


A partir de entonces, Guillermo el Bastardo sería conocido como Guillermo el Conquistador, el auténtico vencedor de este apasionante Juego de Tronos auténtico e histórico, mientras que sus rivales acabaron muertos, junto a sus sueños de grandeza y junto a cientos de fieles soldados anónimos, que lucharon con valor y determinación por el nombre del señor al que servían.



Bibliografía consultada:

-Hastings 1066, de Christopher Gravett.
-Campaigns of the Norman Conquest, de Matthew Bennet.
-Batallas decisivas, de J.F.C. Fuller.

jueves, 17 de abril de 2014

La conquista de Inglaterra, un histórico Juego de Tronos (I)

En el año de 1066 estaba sentado en el trono de Inglaterra Eduardo el Confesor. Este rey no tenía hijos y su vida tocaba a su fin. Por sus venas corría la sangre de Alfredo el Grande, aquel que venció a los vikingos, evitando que los anglosajones se convirtieran en súbditos de los guerreros escandinavos; el que llenó de fortalezas el suelo inglés y que creó una flota capaz de oponerse a los temibles drakkars; el que tuvo el sueño de crear una Inglaterra unida bajo el cetro de un único rey.



Eduardo el Confesor en el Tapiz de Bayeux, un inmejorable documento gráfico de la época.


La estirpe de Alfredo el Grande se estaba extinguiendo, mientras que en el cielo iba a aparecer una señal fatídica: era el cometa Halley. Y es que, Eduardo el Confesor tuvo que ver, con preocupación y tristeza, como los de su sangre habían muerto sin tener opción a poder optar al trono: su propio hermano murió en 1036, su hermanastro Edmund Ironside (que había luchado tan valientemente contra los daneses) también había fallecido, los hijos de éste también... Sólo quedaba Edgar Aetheling, nieto de Ironside, pero fue ignorado porque sólo tenía doce años, y había muchos lobos acechando la codiciada presa: el trono de Inglaterra.

El conde Godwin era el jefe de una poderosa familia sajona que controlaba el sur de Inglaterra. Logró casar a su hija, Edith, con el rey Eduardo el Confesor con la intención de tener un nieto que fuera alguna vez el rey de Inglaterra, pero la unión no tuvo nunca descendencia. En 1051 Godwin y sus hijos fueron expulsados por su oposición a la política pronormanda que ejercía el rey, aunque regresaron al año siguiente. El hijo mayor vivo de Godwin, Harold se pondría al frente de la familia una vez que muriera su progenitor, y se convertiría en un aspirante al trono.

Al otro lado del Canal de la Mancha, en Normandía gobernaba el poderoso duque Guillermo el Bastardo, llamado así por ser hijo ilegítimo de su padre Roberto el Magnífico. Desde bien pequeño tuvo que luchar para conservar su poder y su vida contra sus ambiciosos barones. De un aspecto imponente, supo hacerse respetar por sus hombres. Además, era un gran líder militar y un magnífico político que supo tejer una serie de alianzas que le ayudaran a lograr su mayor objetivo: Inglaterra. Aunque era primo de Eduardo el Confesor, no tenía derecho al trono ya que tenía orígenes ilegítimos. Aún así contaba con las simpatías del rey, y parece ser que lo tenía en mente a la hora de sucederle a su muerte.

En Noruega reinaba Harald Hardrada, conocido posteriormente como el "último vikingo".  Un guerrero de leyenda, había viajado por múltiples lugares como Estambul, Sicilia... hasta que volvió a Noruega donde se proclamó rey, ya que tenía derechos al ser sobrino del monarca noruego Olaf I (San Olaf). Harald no tenía derechos sólidos al trono. Más bien era un oportunista que codiciaba la presa que suponía el trono que parecía que iba a quedar vacante en breve.

En resumen, este es el cuadro que se presentaba en el importante año para la Historia de Inglaterra de 1066. Un rey vikingo, dos poderosos nobles y un joven descendiente de Alfredo el Grande, jugarían sus cartas en un Juego de Tronos en el que el victorioso lograría un reino y los perdedores...

En el año 1065, el conde Harold (el noble sajón que pretendía el trono) viajó a Normandía, aunque no se saben muy bien las razones. Fue apresado por un noble local, pero fue liberado con prontitud gracias a que el duque Guillermo se había enterado de la noticia. Entonces, dos de los principales contendientes en la futura disputa se vieron las caras por primera vez y se conocieron. Guillermo se llevó a su invitado a una campaña bélica a Bretaña, donde Harold demostró un gran valor y coraje. Ante tan admirable comportamiento, el duque le otorgó las armas al sajón que, poco después, le juró fidelidad al normando. Al hacer este gesto, tan medieval por otra parte, Harold se convertía en vasallo del duque por lo que, en teoría, no podría disputarle los aspiraciones que tenía a reinar en Inglaterra.


El conde Harold le jura fidelidad al duque Guillermo de Normandía ante unas reliquias sagradas. Escena representada en el célebre Tapiz de Bayeux.


Poco después, una vez de vuelta en Inglaterra, Tostig, hermano menor de Harold, es expulsado del gobierno de Northumbria por su mala gestión realizada. Harold tuvo que aceptar la afrenta y vio como su hermano partió hacia el exilio, lleno de resentimiento.

En la navidad de 1065/1066 Eduardo el Confesor cayó gravemente enfermo y los hechos se iban a suceder rápidamente. En el lecho de muerte del rey se encontraban su mujer y el conde Harold. Aunque no se sepa con seguridad, parece ser que la última voluntad del rey fuera que Harold fuera su sucesor. El 5 de enero de 1066 falleció el rey Eduardo. La asamblea de grandes magnates se reunió para escoger un nuevo rey, el elegido fue Harold. Al otro lado del mar, un duque y un rey afilaban sus armas. El Juego de Tronos acababa de empezar.


Imagen de Harold cuando le ofrecieron el trono de Inglaterra. Sería el rey Harold II.


(Continuará)