Buceando en la leyenda

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sábado, 25 de junio de 2016

Las drogas en la guerra (I): La batalla de Mogadiscio.

La guerra es una situación extrema y peligrosa a la que se enfrentan algunos soldados que saben que pueden morir en ella. Cuando las balas empiezan a silbar, cuando los cañones y las bombas de los aviones explotan, cuando un militar ve a su enemigo aproximarse hacia él gritando como una bestia, cuando el campo de batalla está repleto de cadáveres y de hombres agonizando..., cuando surgen tantos escenarios horribles ante un ser humano, frágil en cualquier sentido de la palabra, y que tiene la obligación de combatir, porque ese es su oficio, no es de extrañar que, a lo largo de la historia de los conflictos militares, se haya recurrido a reforzar el valor de los soldados suministrándole cualquier tipo de sustancia o bebida que le produzca excitación y les puedan subir la moral. Es decir, que el alcohol y la droga, e incluso el tabaco, ha sido tan necesario como el como el comer y el beber agua, siempre que se ha dispuesto de ello, y se ha ofrecido de manera generosa a los militares que han tenido que afrontar la difícil prueba de enfrentarse a una muerte bastante probable en un campo de batalla, o que han tenido que sufrir el terrible trance de verse obligados a matar a cualquier enemigo que se pudieran encontrar en su camino.

En un continente tan pobre como es África, nace un arbusto llamado "Catha Edulis" y que se extiende por Somalia, Etiopía, Kenia, Yemen, Uganda, Tanzania, Zimbabwe... En una zona tan conflictiva y mísera como es el llamado Cuerno de África, esta planta es mascada de forma generalizada ya que produce unos efectos de inhibición de miedo en los soldados, además de enmascaramiento de la sensación del hambre, sensación terrible en toda la población del lugar, por desgracia.

Esta planta también es conocida como khat, qat o kat, y los soldados de élite norteamericanos, Rangers y Delta Force, de los mejores del mundo, pudieron comprobar sus terribles efectos en 1993, cuando emprendieron una difícil misión en Somalia, en la batalla de Mogadiscio, y que inspiró una magnífica película llamada Black Hawk Derribado.



Guerreros somalíes.



El 3 de octubre de aquel año, los helicópteros norteamericanos y los Humvvees se adentraron en las peligrosas calles de la capital somalí, con la misión de capturar a dos de los principales líderes de la facción guerrillera de Mohamed Farrah Aidid, que se estaban reuniendo en un hotel de uno de los barrios menos seguros de la ciudad. Eran las 15.30 cuando empezó la acción, y era la peor de las horas que podían haber elegido los yanquis para empezar su incursión, ya que habían previsto muchas cosas, como profesionales que eran, aunque no tuvieron en cuenta que los efectos de la droga que consumían los habitantes del lugar, y que les manchaban los dientes de color negro y naranja, estaba en su máximo apogeo justo a primera hora de la tarde.

Muchos somalíes eran adictos al khat. La mayoría empezaba a mascarlo al mediodía (solían tener la bolas en los bolsillos), y al atardecer ya estaban con los ojos abiertos como platos, señal de que estaban ya colocados. Como es habitual en otras partes del mundo, la comercialización de la droga es un factor fundamental en la economía de los clanes de Somalia: los guerreros solían cobrar en arroz o en khat.

Cuando la misión norteamericana generó en una batalla campal y descarnada, los somalíes, guerreros y civiles, hombres y mujeres y niños, salían de cualquier rincón a combatir a los invasores. Si alguno caía abatido por las balas de los americanos, otro tomaba el fusil y se lanzaba a pecho descubierto hacia los vehículos blindados. Los africanos, que no sabían a que habían venido aquellos hombres altos y pálidos, parecían que no tenían miedo a los poderosos y bien armados soldados venidos de un lugar del mundo tan distante (en verdad todo empezó como una misión de la ONU para controlar que los envíos de comida llegaban a la población y que no se los quedaran las bandas armadas; Somalia había sufrido una terrible ola de hambruna hacía bien poco, y todavía se extendía por toda la región).


Hombre mascando Khat.


El siguiente relato muestra a las claras de como el khat afectaba a los somalíes en la batalla:

De detrás de un muro surgió tambaleándose un anciano que disparaba con furia una AK. Los rangers de las tres esquinas le apuntaban con sus armas. Aquel hombre parecía frágil y tenía una melena de cabello blanco y una barba larga y frondosa con manchas verdes a los dos lados de la boca, sin duda del khat. Era evidente que estaba borracho, colocado o tan flipado que no sabía lo que pasaba. Sus disparos estaban tan lejos de dar en el blanco que los rangers al principio sólo se asombraron, pero luego se echaron a reír. El anciano giró sobre sí mismo de forma precaria y lanzó una ráfaga a la pared, lejos de todo blanco. Twombly acabó con él mediante una ráfaga de su SAW.



Al día siguiente acabó todo la operación militar. Los norteamericanos sufrieron lo indecible para sobrevivir a aquel infierno. Gracias a la ayuda de los carros de combate pakistaníes pudieron finalizar lo que podría haber sido un completo desastre. Diecinueve muertos les costó aquella aventura (se dice que cayeron un millar de somalíes) en la que la batalla, el calor, el valor, el compañerismo, el miedo... y el khat fueron elementos que influyeron en aquel memorable hecho de armas.


Fuentes:

-Black Hawk Derribado, de Mark Bowden.
-Sangre de Valientes, de Carlos Roca.

-Imágenes de Wikipedia.

sábado, 18 de junio de 2016

El presidente que creía en los ovnis, y como invadir un país con mapas para turistas.

En 1983 se llevó a cabo la invasión, por parte de la todopoderosa Estados Unidos, de una pequeña isla caribeña, llamada Granada (o Grenada). Hoy casi nadie se acuerda de esa aventura militar, de como el elefante aplastó a una hormiguita, y que sólo se puede entender en el contexto de la llamada Guerra Fría, que en aquellos años dividía al mundo entre un bloque de países comunistas, y otro de naciones de economía capitalista.

El mundo ha cambiado mucho. El enemigo de occidente en la actualidad no es el comunismo, sino el terrorismo yihadista, que parece extenderse como una mancha de aceite a todos los rincones del mundo, agravando los problemas de los países musulmanes, y monopolizando la amenaza del terrorismo internacional.

En 1974, la isla de Granada se independizó del Reino Unido, siendo su primer presidente Eric Gairy (1922-1997), que, verdaderamente, era una persona bastante excéntrica. Una cosa es que alguien crea en ovnis o en extraterrestres que visitan de manera furtiva nuestro planeta (allá cada cual con sus pensamientos). Otra cosa bien distinta es que, en calidad de presidente de una país independiente, Gairy fuera a Nueva York para intentar convencer a las Naciones Unidas para que se celebrara una conferencia sobre alienígenas (como si no hubiera cosas más importantes en las que pensar un gobernante).


La invasión de Granada vista por el gran Clint Eastwood.




El caso es que la broma le salió cara a Gairy. Mientras estaba por los Estados Unidos desatendiendo sus deberes de dirigir un país, se produjo en Granada un golpe de estado incruento, encabezado por Maurice Bishop, que lo desbancó de su silla presidencial. Los coqueteos de Bishop con los comunistas cubanos, que enviaron ingenieros para construir un nuevo aeropuerto en la isla, inquietó al gigante del norte.

Era cuestión de tiempo que surgiera una chispa para que los Estados Unidos dieran un zarpazo anticomunista, ya que no podían permitir que un nuevo régimen aliado de su bloque antagónico se estableciera en el mar Caribe (ya tenían bastante con Cuba).

La ocasión para intervenir se la ofreció en bandeja un nuevo golpe de estado: el número dos de Bishop, Bernard Coard, se hizo con el poder en 1983. Como había cientos de universitarios norteamericanos estudiando y residiendo en la facultad de medicina en St. George, el gobierno norteamericano vio en su liberación la excusa perfecta para iniciar las operaciones militares. Según parece, los estudiantes no estuvieron en peligro en ningún momento. El que si lo estuvo fue el presidente derrocado, Bishop, que acabaría siendo ejecutado, al lado de algunos de sus fieles colaboradores.


Eric Gairy, el presidente de Granada que quiso convencer al mundo en la existencia de alienígenas.



A los trabajadores cubanos los armaron para repeler la invasión, y sumados a los soldados granadinos apenas alcanzaban un millar de defensores, con escasas armas de apoyo. Los estadounidenses reunieron más de 7.000 soldados respaldados por una poderosa flota y numerosa aviación de combate; la lucha iba a ser, ciertamente, desigual. Cuando los mandos norteamericanos fueron a buscar un mapa de la isla, pudieron comprobar que no había disponible ninguno; tal fue la improvisación de llevar a cabo la invasión. ¡A los soldados que fueron a invadir la isla, les dieron mapas para turistas para guiarse en un país que iban a conquistar, y en donde aparecían los lugares donde poder alquilar una motocicleta!

A pesar de los inconvenientes, el número se impuso, y los pocos focos de resistencia fueron aplastados en apenas cuatro días de combates. A los norteamericanos, la victoria supuso un acicate tras su desastrosa intervención en Vietnam, y al gobierno de Ronald Reagan (1911-2004) le permitió presentar a la opinión pública mundial una pequeña victoria en su guerra contra el comunismo.

En la isla de Granada se volvió a instaurar un régimen democrático que perdura hasta nuestros días.

La divertida película el sargento de hierro, protagonizada por Clint Eastwood (1986), cuenta la historia de un veterano sargento, héroe de la guerra de Vietnam, al que se le asigna el entrenamiento de un desastroso pelotón de marines, y que lo llega a convertir en una unidad eficaz de combate justo antes de enviarlo a las operaciones militares que llevaron a la ocupación de Granada. En dicho film, durante las batallas contra los cubanos, se les ve a éstos con uniformes del ejército cubano y cascos, cuando en realidad eran trabajadores armados, ya que en ese momento estaban construyendo las pistas e instalaciones de un aeropuerto.


Fuente principal: Breve historia de la incompetencia militar, de Edward Strosser y Michael Prince.