Buceando en la leyenda

Buceando en la leyenda

domingo, 26 de enero de 2014

¿Quién descubrió Troya?, ¿y la ciudad de Angkor?

Heinrich Schliemann (1822-1890) tuvo un sueño en su niñez: quería descubrir la ciudad de Troya tras quedar fascinado por la historia narrada en la Ilíada de Homero. Para ganar el suficiente dinero para costear los gastos de la expedición arqueológica, marchó a California, donde se estaba gestando la llamada "fiebre del oro" (hacia el 1849). A partir de entonces, y sin haberse manchado las manos en excavar tierra, el alemán pudo acumular una gran fortuna que le iba a permitir cumplir sus viejos sueños. Tras desenterrar en la colina de Hisarlik lo que son consideradas por todos los expertos, las ruinas de la antigua ciudad de Troya (o ciudades mejor dicho, porque hay hasta nueve niveles), alcanzó la fama universal. Además, con posterioridad, tuvo la fortuna de excavar la ciudad griega de Micenas, es decir, la ciudad (que da nombre a la civilización micénica) rival de Troya en la famosa guerra relatada por Homero.

Lo cierto es que el verdadero descubridor de Troya fue un funcionario consular inglés llamado Frank Calvert (1828-1908).


Frank Calvert.


Su familia vivía en la Tróade desde los tiempos de Lord Byron, y conocía aquella comarca mejor que nadie. Para encontrar Troya dirigió su atención a la colina de Hisarlik, a diferencia de otros investigadores que no la tuvieron en cuenta. Así, en 1865, realizó cuatro excavaciones de prueba durante las cuales dejó al descubierto partes del templo griego de Atenea y, tal vez también, fragmentos de un muro de Troya VI (o sexto nivel de los nueve que componían los restos urbanos de los casi 3000 años de historia de Troya). Bajo el templo de Atenea, Calvert debió de tropezar con estratos de la Edad de Bronce.

La mala suerte hizo que sus excavaciones no prosperasen. Charles Newton hizo una petición a Londres de 100 libras para que Calvert excavase el lugar. Como los fondos no le llegaron nunca, el que se llevó la gloria del gran descubrimiento arqueológico (uno de los más grandes de toda la historia de la arqueología, sino el que más), fue Schliemann, que no hizo nada por rescatar la figura de Calvert que, a la postre, caería en el olvido.

De forma paralela, algo muy similar ocurrió con la ciudad de Angkor Vat. Henri Mouhot era un explorador y naturalista francés (1826-1861), al que se le atribuía el descubrimiento de la antigua ciudad camboyana, que había alcanzado su máximo esplendor en el siglo XII, pero que fue abandonada en el siglo XV, siendo absorbida por la vegetación selvática. El caso es que los habitantes del lugar siempre habían sido conscientes de la existencia de la ciudad, por lo que no se podría decir que se hallara perdida. Además, el dominico español fray Gabriel de San Antonio, en su obra Breve y verdadera relación de los sucesos del Reyno de Camboxa, nos hace una descripción de la ciudad abandonada a principios del siglo XVII, muchos años antes de que el francés naciera.


Angkor.


Fray Gabriel, hablando de Angkor: "...en el año de mil y quinientos y setenta, se descubrió en este reino, una ciudad nunca antes vista ni conocida de los naturales". Sobre su decoración nos cuenta: "Tiene muchos escudos y letreros que no se conocen ni entienden; las casas son de piedra muy hermosas, repartidas en calles con mucho orden, y la labor de sus patios, salas y cámaras, parece romana."

Parece obvio que la fama rara vez es justa con los osados y valientes, con los primeros que se enfrentan a los retos. La fama es caprichosa y le concede sus dones a los que más suerte tienen en encontrarla.

Bibliografía:
-"Troya", de Michael Siebler.
-"Martínez se va a la guerra", de Francisco A. Marín.
-Wikipedia.

miércoles, 22 de enero de 2014

Nostradamus: ¿La profecía que acertó?

Antes de nada, quiero aclarar que éste es un blog de historia. Yo, personalmente, no creo en adivinos, ni en nada que se le parezca. Con respecto a Michel de Nôtre-Dame, o Nostradamus (1503-1566), que publicó su libro Les Propéties en el año 1555, no se puede afirmar que acertara todos los acontecimientos históricos que algunos estudiosos le atribuyen. La forma ambigua y enrevesada que usa el médico y astrólogo francés, no permite deducir el acaecer de los hechos futuros. Aún así, hay algunos nombres, como un tal Híster (al que se relaciona con Hitler) que aparecen en algunas cuartetas, que son asombrosamente parecidos a futuros personajes históricos.


Nostradamus.


Hay una profecía (Centuria I, cuarteta 51) que dice lo siguiente: "La sangre de los justos será reclamada de Londres, quemada por el fuego en el año 66...".

Es decir, se está refiriendo a una localidad concreta (Londres), de un hecho en concreto (un fuego o incendio) y de una fecha determinada (el año 66). ¿Realmente hubo un incendio importante en Londres en el año 1566, o 1666, o 1766... (cualquiera acabado en 66)?

El día 2 de septiembre del año 1666 se inició un incendio en una panadería del barrio londinense de Pudding Lane. Las llamas se extendieron con una rapidez asombrosa, y la mala gestión que se hizo del incidente, provocó que la ciudad entera se consumiera por las llamas en una de las mayores catástrofes que haya conocido la capital inglesa. Después de varios días, el fuego logró extinguirse el 5 de septiembre. Los resultados fueron fatales: 13.200 casas carbonizadas, 87 iglesias destruidas, la Casa de Aduanas, la Iglesia de San Pablo (de cuyas cenizas se levantaría la futura Catedral), el ayuntamiento, los presidios, cuatro puentes sobre los ríos Támesis y Fleet... Hasta 80.000 personas se quedaron sin hogar. Afortunadamente hubo pocas víctimas mortales. Se evaluaron los daños en diez millones de libras esterlinas de la época.

En resumen, el incendio supuso una inmensa catástrofe para los londinenses que se quedaron sin hogar en su inmensa mayoría, con todo lo que eso supone.


Incendio de Londres de 1666.


Casualidad o no, en esta profecía, que es bastante clara en su interpretación con respecto al resto dichas profecías de Nostradamus, si se ven parecidos con hechos históricos que sucedieron 100 años después de la muerte del médico francés.


miércoles, 15 de enero de 2014

¿Existieron los tres mosqueteros?

Si d'Artagnan fue una persona real, y si el señor de Tréville fue, igualmente, alguien de carne y hueso, los tres mosqueteros no iban a ser menos. La verdad es que hay pocos datos históricos acerca de tales personajes. Eran parientes y naturales de la ciudad francesa de Bearn. Las memories de d'Artagnan, escritas por Courtilz de Sandras, sirvieron de base al novelista Alejandro Dumas para realizar su obra inmortal los tres mosqueteros.

Isaac de Porthau (1617-1712) era el auténtico Porthos. Mosquetero gascón, era primo del Conde de Troisville (es decir, el señor de Tréville), el capitán de los mosqueteros de la Guardia, un cargo de enorme prestigio. Porthau era hijo del secretario del Parlamento de la ciudad de Bearn, y tuvo dos hijos. Tras la muerte de su padre (1654), renunció al cargo de mosquetero y asumió el cargo de su padre. Murió de un accidente cardiovascular.


Gérard Depardieu interpretando a Porthos en la película "el hombre de la máscara de hierro" (1998).


Armad Athos (c.1615-1643) era el verdadero Athos. Mosquetero gascón, era primo del anterior. Posiblemente, de origen aristocrático. Nacido en Bearn, también, fue salvado, en alguna ocasión, de un peligro de gran gravedad por su primo. Se unió a los mosqueteros de la Guardia en 1640. Murió en combate.


El actor John Malkovich como el mosquetero Athos, en dicho film.



Henri d'Aramitz (c.1620-1655 o 1674) era como se llamaba el Aramis de las novelas de Dumas. Nació en el seno de una familia noble. Su padre fue mosquetero primero y, después, se hizo cargo de la parroquia de Bearn. Aunque su abuelo fue un capitán hugonote, Henry era católico y se casó con una devota católica. Su tío era el conde de Troisville, que le llamó para que fuera a París, junto a sus primos Armand Athos e Isaac Porthau, por su reputación como maestros de esgrima. Allí fue donde conoció a d'Artagnan. En 1640 se unió a los mosqueteros de la Guardia. Tuvo dos hijos. Tras la muerte de su padre (1648) renunció al servicio y se hizo cargo de la parroquia de Bearn.


Jeremy Irons caracterizado de Aramis.

miércoles, 8 de enero de 2014

Señales en el cielo (III): Un eclipse sobre Isandlwana.

A finales del siglo XIX el poder del Imperio británico se extendía por todos los continentes. Nunca antes ningún país había logrado obtener tanta extensión territorial. El hambre colonialista, que se ampliaba al resto de los países europeos, no tenía fin y, a la postre, los ingleses chocarían, en lo que hoy es Sudáfrica, con un imperio indígena, el zulú.

El origen del Imperio zulú se debe a un gran líder militar, que organizó y creo un ejército que fue capaz de vencer y dominar a otras tribus del sur de África, llamado Shaka Zulú. Además, creó la estrategia que les daría multitud de victorias: la de los cuernos de toro (los cuernos eran las alas compuestas por los guerreros más jóvenes y veloces cuya misión era envolver el conjunto del ejército enemigo). El choque entre los dos imperios, el británico y el zulú, solo era cuestión de tiempo y parecía inevitable.

En diciembre de 1878, fue enviado un ultimátum al rey de los zulúes, Cetshwayo, para que disolviera su imperio. El conflicto acababa de empezar, y la sangre no tardaría en correr. El ejército británico estaba compuesto de unos 16.000 hombres en total, y estaba al mando de Lord Chelmsford, que dividió sus fuerzas en cinco columnas con el  objetivo de envolver las fuerzas indígenas. El comandante inglés no tenía muy buena opinión de la capacidad combativa de los africanos, e iba a pagar caro su error.


Lord Chelmsford.


La columna principal, al mando del propio Chelmsford, acampó en un lugar llamado Isandlwana, aunque no mandó fortificar el lugar. La experiencia de otras batallas pasadas, en la que unos pocos de europeos armados con fusiles modernos eran capaces de vencer a miles de indígenas, le hicieron pensar al general británico que era preferible que sus soldados descansaran. Poco después, fue detectada una fuerza de un millar de zulúes, y Chelmsford fue en su persecución pensando que se trataba del ejército enemigo principal. En el campamento inglés se quedó una fuerza de menos de 1500 soldados al mando del teniente coronel Henry Pulleine. La trampa estaba se había completado, y es que los ingleses mordieron el cebo: mientras el general inglés se alejaba del campamento en busca de una fuerza insignificante, el principal ejército zulú, unos 22.000 guerreros, se estaba aproximando por la retaguardia hacia donde estaban acampados los británicos.

Los ingleses empezaron a disparar de forma ordenada y disciplinada con sus magníficos rifles de retrocarga Martini-Henry, mientras que los africanos contaban con los ancestrales escudos de piel y unas lanzas adaptadas a la lucha cuerpo a cuerpo, siendo escasas y anticuadas las armas de fuego con las que contaban. En un principio fueron sostenidos los ataques zulúes a distancia, pero las oleadas de ataques no cesaron y el número acabó por inclinar la balanza. Tras perder miles de hombres por los terribles disparos de fusil, el ataque acabó abordando las líneas de defensas británicas, y entonces la matanza se produciría. Y fue en ese instante cuando ocurrió algo en el cielo, un fenómeno que tiñó de oscuridad el campamento de Isandlwana.




Según un oficial inglés que sobrevivió a la batalla: "...y entonces el campo se oscureció, como si una sombra lo sobrepasara. Los cañones no volvieron a disparar, y en unos pocos minutos todas las tiendas desparecieron". Según la versión de un guerrero zulú: "El sol ennegreció en mitad de la batalla; todavía pudimos verlo sobre nosotros, sino habríamos llegado a pensar que había comenzado a anochecer. Entonces, entramos en el campamento, que estaba envuelto en humo y disparos. Después el sol volvió a brillar".

¿Qué fenómeno ocurrió en el momento crítico de la batalla? Lo que pasó fue que, en ese momento, la luna se interpuso al sol provocando un eclipse. Se trató de una especie broma macabra del destino, que marcó una jornada trágica para el ejército británico, el mejor del mundo en aquellas fechas, que sufrió las más aplastante de toda su historia ante unas tropas, sin duda magníficas, indígenas. El eclipse no desanimó el coraje de los atacantes, más bien los enardeció.


Eclipse anular. Se forma una especie de anillo solar, ya que la luna no tiene el suficiente tamaño para ocultar la totalidad del astro rey.


Hoy se sabe que en el 22 de enero de 1879, hubo un eclipse anular que sobrepasó todo el sudeste de África. Este tipo eclipse se caracteriza porque la luna no oculta toda la superficie solar por lo que, en un determinado momento, se forma una especie de anillo solar. Los zulúes bautizaron a la batalla de Isandlwana como "el día en que murió la luna".

A la terrible matanza escaparon apenas unos 60 ingleses y unos pocos de centenares de soldados nativos. El resto fueron destripados. Para los zulúes la victoria fue bastante pírrica, ya que tuvieron miles de bajas ante la mortífera puntería de los fusileros ingleses. Eso no desmerece su gran hazaña.