Buceando en la leyenda

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viernes, 26 de agosto de 2016

El valor de las mujeres samuráis.

Siempre se da por hecho de que una mujer no debe de estar en un campo de batalla. Pero la verdad es tozuda y la historia ha dado multitud de ejemplos que nos demuestran que las soldados femeninas han sido (y lo siguen siendo) de tanto valor en el campo de batalla como lo han sido los hombres. En otra entrada hablé de las mujeres israelíes durante la guerra de la independencia de 1947-48. En el presente podemos observar como las mujeres kurdas luchan en las guerras de Siria e Irak contra el Daesh. Hoy me dispongo a tratar el tema de las mujeres japonesas que lucharon como samuráis.

En 1580 se libró una de las múltiples batallas, que sembraron de cadáveres las islas japonesas, durante un largo periodo de guerras civiles y que acabaría con el ascenso de la familia Tokugawa hacia el 1615 inaugurando un largo proceso de paz y aislamiento de casi 250 años. El combate de Senbon Matsubara fue otro más de los muchos entre samuráis de distintos señores que aspiraban a dominar el archipiélago nipón.


Tomoe Gozen en batalla (Imagen de Wikipedia).


Lo que han descubierto los investigadores en los restos de cadáveres conservados de aquel enfrentamiento no deja de causar cierto estupor: el   33% de los restos pertenecen a mujeres. No cabe duda que ellas engrosaban las filas de los ejércitos contendientes, ya que los huesos no se encontraron en los restos del asedio a algún castillo, sino en un auténtico campo de batalla.

Los restos encontrados en otros escenarios bélicos, como en Edosaki o Zaimnokusa, con un 25% de restos femeninos en el primer caso y un  30% en el segundo, no deja lugar a la menor duda: casi un tercio de las bajas en las guerras de aquel periodo eran pertenecientes a soldados-mujeres.

Tomoe Gozen (h. 1157-h. 1184) fue una célebre guerrera samurái que luchó junto a su marido, otro gran samurái, durante las Guerras Gempei (1180-1185). Sus hazañas son consideradas como reales por los historiadores. A diferencia del resto de las mujeres, las crónicas antiguas la reconocen como la gran soldado que fue. Como la historia la suelen escribir los hombres, parece ser que, muy a menudo, se olvidan de mencionar el valor de las mujeres soldado.

Casi toda la información de este post la he conseguido gracias al estupendo documental del canal YouTube:



 
 
 
 
 

martes, 16 de agosto de 2016

El ocaso de los héroes: el clan de los Custer.

En 2014 se estrenó El maestro del agua (llamada así en España), primera película dirigida por el famosísimo actor Russel Crowe. El argumento de la cinta nos traslada al año 1919, justo después de la Primera Guerra Mundial, y cuenta la historia de un padre de familia australiano que tiene que trasladarse a Gallipoli para tratar de rescatar los restos de sus tres hijos varones que desaparecieron en aquella cruel batalla del primer gran conflicto mundial. La película cuenta con una de las escenas más angustiosas de las que he visto en mi vida, y es cuando los tres hermanos entran en batalla y van cayendo ante las balas de los soldados otomanos. En esta vida tan cruel, debe de haber pocas cosas tan duras como la de ver a un familiar querido caer en un combate.






En Salvar al soldado Ryan (1998), el argumento nos traslada a la Segunda Guerra Mundial. A un pelotón de soldados comandados por un eficaz comandante norteamericano, protagonizado por el gran Tom Hanks, se le encarga la delicada y difícil misión de encontrar a uno de los cuatro hermanos Ryan, perdido entre las líneas alemanas, ya que su unidad había saltado previamente en paracaídas en los caóticos prolegómenos del famoso desembarco de Normandía del año 1944, y llevarlo a retaguardia para que pudiera ser licenciado y trasladado a los Estados Unidos, y rencontrarse con su madre, una pobre mujer que en un solo día se le informó por carta que sus otros tres hijos habían sido muertos en distintos campos de batalla. A diferencia de la anterior película, los diversos hermanos no lucharon en el mismo escenario bélico, desconociendo la suerte de cada uno de ellos entre sí.

Sin duda alguna, habrá miles de ejemplos en los que los familiares hayan tenido que luchar codo con codo en las múltiples guerras que salpican las páginas de la historia. No hay duda de que habrá muchos padres que hayan visto a sus hijos morir ante alguna espada enemiga, o hijos o hermanos que hayan tenido que contemplar ver caer a sus familiares queridos ante las balas de fusil de un soldado de otro ejército; son muchas las hojas perdidas de la historia que no se han conservado a lo largo de los siglos que, tal vez, nos relataran historias tan terribles como las que nos cuentan películas tan estupendas como la de El maestro del agua y la de Salvar al soldado Ryan.

En cambio, hay un hecho de armas totalmente real en el que varios familiares cayeron muertos ante el enemigo, y que ha quedado registrado para la eternidad, ocurrido en 1876, y que ha quedado oscurecido ante la magnitud de contener el ocaso final de uno de los mayores héroes que ha poseído nunca la historia militar estadounidense: George Custer.

La batalla de Little Big Horn (1876) tuvo como resultado la aniquilación de todas las fuerzas del afamado 7º regimiento de caballería a manos de una coalición de guerreros indios. Tras la sangrienta batalla, y la retirada de los indios, los cuerpos desnudos y mutilados de los soldados norteamericanos quedaron expuestos en el mismo lugar en el que habían muerto; ningún hombre sobrevivió a la terrible matanza. Cerca del cadáver de Custer se encontró el de su hermano, el capitán Thomas Ward Custer, cubierto de flechas enemigas clavadas en su cuerpo.


El capitán Thomas Custer.



Thomas era un oficial de una talla excepcional, y, de hecho, tiene el enorme prestigio de haber recibido por dos veces la medalla de honor (la más alta consideración en batalla que pueda recibir un militar norteamericano). En toda la historia, solo 19 militares han recibido ese doble reconocimiento.

Otro hermano Custer, Boston, nunca se pudo unir al ejército debido a su mala salud. En cambio, fue contratado como guía, forrajeador y explorador para la campaña contra los indios de 1876. Cuando ocurrió la debacle en la que perecieron tantos familiares Custer, se encontraba en la retaguardia con la impedimenta del regimiento, acompañado de su sobrino, Henry Armstrong "Autied" Reed. Al enterarse de que su hermano se estaba quedando sin munición, se acercó al escenario del combate pereciendo así junto a los soldados del regimiento. Si hubiera permanecido con los pertrechos habría sobrevivido. Una lápida de mármol recuerda el lugar donde fue encontrado su cadáver, como todos los demás.


Boston Custer.


Con respecto al sobrino de los tres hermanos Custer, Henry, solo tenía 18 años cuando le mataron los indios. También se encontraba en la retaguardia junto a su tío Boston cuando ambos se adelantaron para proveer de municiones a los soldados de primera línea. A su cadáver le arrancaron la cabellera. Hoy se encuentra expuesta en el Museo de Tesoros de Wichita  (Kansas).

El teniente James Calhoun estaba casado con una hermana de los hermanos Custer, por lo que era su cuñado. También murió durante la batalla de Little Big Horn, aunque distante al lugar donde cayeron los hermanos Custer, y que es conocido como la colina Calhoun, llamada así en su honor.


El teniente James Calhoun.



Fuentes:

-Litte Big Horn 1876, de Peter Panzeri.
-Wikipedia (en inglés).

Imágenes:

-Wikipedia.