Buceando en la leyenda

Buceando en la leyenda

sábado, 23 de septiembre de 2017

El libro que condenó a los jesuitas.

En el siglo XVIII se produjo un hecho sin precedentes en toda Europa. La orden católica de los jesuitas fue expulsada en un plazo de breves años de una gran cantidad de países: en 1759 de Portugal, en 1762 de Francia, en 1767 de España y Nápoles, en 1768 de Malta. Incluso, en el caso de España, de las colonias tuvieron que emigrar y pedir asilo en los Estados Papales. ¿Cuál fue la razón de que todos aquellos países, que no dejaban de ser cristianos, tomaran una medida tan drástica?

Si analizamos caso por caso, podemos encontrar variantes que, en un principio, no estarían conectadas entre sí. Lo que desconcierta de todo este fenómeno es que, aparentemente, no haya ninguna razón común que lo explique para que surgiera en tan diversos lugares y en un espacio tan breve de tiempo.

El fundador de la Compañía de Jesús fue el español Íñigo de Loyola (1491-1556), militar de profesión que fue herido durante el sitio de Pamplona. Tras sufrir una conversión religiosa, fundó la Orden, tras ser aprobada por el papa de aquel momento, Paulo III. Una de las características más originales y controvertidas de los jesuitas es que obedecían en exclusiva al Santo Padre, sin importar en el país en donde estaban instalados, cosa que no era bien vista por los monarcas que estaban acostumbrados a ejercer su poder sobre las otras congregaciones religiosas. Al poco tiempo de producirse su fundación, los miembros de la orden no tardaron en demostrar su eficacia, ayudando de forma decisiva a evangelizar el Extremo Oriente (san Francisco Javier llevaría las enseñanzas cristianas hasta el mismo Japón), y defendiendo la ortodoxia católica en el Concilio de Trento (1545-1563). Por sus colegios se formarían académicamente las élites dirigentes durante muchas generaciones.

Tras dar un breve repaso a la historia de la Orden, me dispongo a tratar de manera somera los acontecimientos que produjeron su expulsión de las distintas naciones europeas:

-En Francia, se procesó al padre jesuita Lavalette, que había fundado una compañía comercial cuya ruina arrastró a diversos comerciantes marselleses. Los acreedores reclamaron pero la Compañía de Jesús se desentendió. Esto provocaría la chispa que finalizaría en la expulsión del país.

-En España se los echaría tras el motín de Esquilache, movimiento popular que no tiene una única razón para que estallara. Se presentó a los jesuitas como los principales instigadores, aunque no este nada claro.

-En Portugal el marques de Pombal  se propuso acabar con los jesuitas de una vez por todas, ya que los consideraba una clase privilegiada por poseer grandes propiedades en Brasil y que, ademas, contaban con grandes privilegios fiscales. Para añadir mas leña al fuego, despues del terrible terremoto de Lisboa de 1755 el misionero jesuita Gabriel Malagrida publico un panfleto titulado Juizo da verdadeira causa do terremoto, en el que atribuia el desastre a la ira de Dios provocada por las políticas de Pombal. Por si fuera poco, la rebelión  armada de los indios guaraníes termino de convencer al ministro portugués de que las misiones jesuíticas se habían convertido en un poder independiente que debía de ser anulado.

El frustrado intento de asesinato del rey Jose I en 1758 fue la excusa perfecta para que Pombal se deshiciera de toda oposición en Portugal (en uno de los hechos mas atroces y terribles de toda su historia), incluyendo a los nobles de mayor peso, que no tardaron en desfilar ante los verdugos, y a la orden de los Jesuitas que acabaron siendo expulsados del país. Algunos de sus miembros, como el mencionado Malagrida, serian salvajemente ejecutados.




Monumento dedicado al Padre Juan de Mariana en Talavera de la Reina (Toledo), de donde era originario.
 
 



Tras este breve repaso de los incidentes que llevaron al destierro de los jesuitas de los países en los que estaban asentados, queda en evidencia que los monarcas absolutos sacaron grandes beneficios en forma de propiedades y tierras confiscadas. Ademas, como es visible en el caso de Portugal, la influencia que la Compañía de Jesús podía suponer sobre los indígenas de Brasil o de la población católica en Europa podía ser preocupante en unos reyes que no estaban acostumbrados a tener a ningún tipo de oposición, ni de compartir su poder con ningún tipo de cámara representativa, típica de los gobiernos modernos.

Como colofón a todo ello, había un libro publicado en 1598 por el jesuita español Juan de Mariana (1537-1624), titulado De rege et regis institutione, y que pendia como la espada de Damocles sobre las cabezas de los soberanos absolutistas europeos. Era tal la preocupación que despertaban las letras impresas en aquella obra, que fue prohibida en varios países. ¿Qué se exponía en el libro del Padre Mariana para causar tanto temor en las conciencias de los reyes europeos?

Era una reflexion lucida sobre el tiranicidio: los hombres, unidos en sociedad, confían sus cuidados al príncipe para que, a través del ejercicio de su Soberania, sirva a su pueblo. Si no cumpliera con esta función para la cual existe, los miembros de la Comunidad podrían deponerlo tras haber hecho el anuncio correspondiente mediante una asamblea. Mas si el rey persistiera en su actitud, ella misma estaría autorizada para ordenar su muerte. Previamente, el Pontifice, con potestad sobre los soberanos temporales, habría desligado a los súbditos del juramento de fidelidad que debían guardarle. El asesinato de Enrique IV de Francia (1610) apareció a los ojos de algunos observadores como un ejemplo vivo de la influencia de la tesis de Mariana.


Posdata: Pido disculpas por ciertos errores de acentuación debido a fallos del programa de escritura.


Fuentes:

-Europa del Viejo del Nuevo Orden, de Manuel Bustos.
-Historia Moderna Universal, de Alfredo Floristan y otros.