Buceando en la leyenda

Buceando en la leyenda

miércoles, 30 de septiembre de 2015

¿Quién es el monarca más longevo de la historia?

Últimamente se ha hablado mucho de que la reina Isabel II de Inglaterra ha cumplido más de 63 años en el trono y que, por lo tanto, ha superado la longevidad de la mítica reina Victoria. Es algo muy notable sin duda, aunque es superada, todavía,  por el príncipe Juan II de Liechtenstein que estuvo en el trono de su país durante 71 años. En España, la figura real que estuvo reinando más tiempo fue Felipe V, durante 45 años, aunque Jaime I de Aragón le supera ampliamente con 63 años de reinado, mucho antes de que se unieran las coronas peninsulares en la época de los reyes católicos.

Todas ellas fueron unas carreras muy largas sin duda alguna, aunque hay una figura histórica que reinó durante mucho más tiempo, el faraón Pepi II de Egipto. Si es cierto lo que dice el historiador egipcio Manethón, el monarca  ascendió al trono con 6 años y estuvo en el hasta su muerte con 100 años, lo que nos da un reinado de casi 94 años.

Los egiptólogos discuten, siempre con argumentos razonados, cual fue el periodo exacto en el que Pepi II gobernó el país del Nilo, y aunque la mayoría no acepta la larga extensión que ofrece Manethón, si le dan un periodo de al menos 60 años, una cifra muy sobresaliente, teniendo en cuenta que la calidad de vida en general de ese periodo de la historia tan remoto no se puede comparar, ni lo más mínimo, con los avances en medicina o de conocimiento en general con los que se goza en época reciente.


Los restos de la pirámide de Pepi II en Saqqara.




El largo reinado de Pepi II es una muestra de que los reyes longevos -estoy hablando de las épocas antiguas en donde eran líderes absolutos los monarcas-, no eran beneficiosos para un estado o ciudad, ya que la corona en manos de un niño es débil, al igual que en manos de un anciano el poder real se ve en peligro ante la ambición de los poderosos que lo rodean. En este caso en concreto, y aunque se carezca de suficiente documentación ya que la época es muy remota, al poco de morir el faraón Pepi II, Egipto entró en una época de crisis que es denominada el Primer periodo intermedio, y que puede obedecer a varios motivos -crisis económica tras los excesos que supusieron los grandes gastos invertidos en las colosales construcciones de pirámides, el crecimiento del poder de la nobleza provincial...-, entre los que cabe la debilidad de un rey extraordinariamente anciano.


Fuente principal: Historia Universal. Edad Antigua, de Raquel López Melero y otros.

domingo, 20 de septiembre de 2015

El ataque de París por Ragnar Lothbrok

En el año 845 los daneses quemaron la ciudad de Hamburgo después de navegar por el río Elba. En marzo de ese mismo año, penetraron en la desembocadura del Sena con 120 barcos y ascendieron por sus anchas y profundas aguas hasta llegar a París. El jefe de la expedición fue, según la mayoría de los estudiosos del tema, Ragnar Lothbrok, el héroe de tantas sagas nórdicas, cuyos actos reales fueron oscurecidos por el impacto que produjo su leyenda. Su raid, en el corazón del reino de los francos, fue un suceso sobresaliente y destacado.


Ragnar Lothbrok.


La travesía por el Sena supuso una auténtica tortura para la indefensa población que tuvo que sufrir el saqueo y los ataques, aunque los más perjudicadas, a la postre, fueron las propiedades religiosas y las de los dueños de las prósperas granjas que salpicaban las orillas del gran río galo. Los aldeanos entraban en pánico según llegaban noticias acerca de la flota vikinga que se avecinaba, y huían sin entretenerse en establecer ningún tipo de defensa, ya que no tenían ni el coraje ni la capacidad de organizarse convenientemente; en su marcha transportaban los objetos de valor que podían acarrear con ellos y, en algunos casos, las reliquias y los cuerpos exhumados de sus santos patronos. Por orden del rey franco, Carlos el calvo, los restos de Saint Denis, y otros santos, enterrados en el monasterio del mismo nombre, en los alrededores del oeste de París, estaban entre los objetos sagrados que serían alejados de la amenaza de los paganos.

El rey franco había reunido un ejército de manera apresurada, aunque tenía sus razones para desconfiar de la calidad del mismo, el que una vez fuera una magnífica fuerza combativa, el orgullo de Carlomagno. Sus pasados altos estándares de calidad habían declinado y sus fallos eran notorios. Como León el sabio escribiera en mordaces términos:

...ellos rápidamente entraban en caos si tenían que atacar por los flancos o la retaguardia -algo fácil de realizar- y, además, eran profundamente descuidados y negligentes en el uso de centinelas y en el reconocimiento del terreno... Enseguida se desesperaban si carecían de agua y provisiones, y al poco desertaban dejando atrás sus estandartes. Ellos carecían del respetos de sus comandantes, siendo estos fácil de ser sobornados...

Ante este negro panorama, Carlos el calvo decidió sensatamente retroceder a la salvaguarda que le suponían los muros del monasterio (el de Saint Denis), jurando defenderlo a toda costa. La moral de sus soldados, sin embargo, se hizo añicos al contemplar la ejecución de sus camaradas que habían tenido la desgracia de caer en manos de los daneses. El ahorcamiento de los pobres desgraciados, visto con detalle por los francos desde la otra parte del río, fue cuidadosamente realizada para minar la moral de la tropa franca.

Ragnar no encontró ninguna razón para demorar su ataque sobre las fuerzas del rey Carlos. El 28 de marzo desembarcó en París. Era Pascua y la ciudad, que en otras circunstancias hubiera estado rebosante de trabajadores, se encontraba vacía. A la mañana siguiente, los vikingos ocuparon el monasterio de St Germain-des-Prés, en la orilla sur del Sena, y desde allí le enviaron un mensaje a Carlos el calvo, con la oferta de su pronta marcha a cambio de un suculento rescate.

La situación no era fácil para ambos líderes. El tesoro que esperaba capturar el jefe de los piratas había sido trasladado a un lugar vecino. Si Ragnar enviaba una fuerza suficiente a capturarlo, le esperaba un ejército de francos, atrincherado en el monasterio de Saint Denis, y dispuesto a cumplir la debida revancha, amenazando con hacer fracasar el conjunto de la operación. Sin embargo, sus hombres empezaban a mostrar crecientes signos de estar enfermos. Carlos, por su parte, desconfiaba de sus nobles y de sus soldados. Además, el sector sur del río había sido perdido tras el anterior ataque vikingo y sus hombres, que habían sido dispersados, no pudieron ser reunidos y reorganizados.

Carlos el calvo, por lo tanto, accedió a pagarle un tributo de 7.000 libras de oro y plata, y permitir que los paganos marchasen sin resistencia. A fin de reunir la fabulosa suma se incrementaron los impuestos entre los habitantes del reino de los francos; hicieron falta dos meses para poder reunir el pago. Cuando llegó la fecha de la entrega, los vikingos estaban más que dispuestos para la marcha, ya que la enfermedad -posiblemente disentería-que habían sufrido casi desde el día que el rey accedió a pagarles, los había diezmado de manera atroz. Las calamidades que sufrieron los vikingos antes de partir, fueron vistas por los habitantes de París como un milagro producido ante las numerosas súplicas y rezos realizados por ellos con fervor. De camino a casa, y aún teniendo los barcos repletos de riquezas, Ragnar no perdió el tiempo y siguió saqueando todo lugar que encontraba en su ruta.


Miniatura que representa a Carlos el calvo.


El gobernante supremo en Dinamarca en esa época era Horik, que no quería entrar en conflictos con sus poderosos vecinos del sur, y que se veía en aprietos para dominar a sus nobles. Cuando se enteró de la expedición de Ragnar a París, y del supuesto castigo divino que azotó a sus hombres, el envió con premura un mensaje a su vecino, Luis el germánico, hermano de Carlos el calvo, ofreciendo liberar a todos los cautivos cristianos y restaurar el tesoro robado, en la medida de sus posibilidades. Además, para evitar la propagación de la enfermedad en Dinamarca, y para aplacar la ira del dios de los cristianos -por si acaso-, ordenó que todos los que habían participado en el ataque a París fueran trasladados allí para ser ejecutados.

Ragnar y su familia se autoexiliaron a las islas Órcadas, según parece, donde moriría años después, aunque haya relatos que aseguren que fue capturado por el rey Aella de Northumbria, y arrojado a un pozo de serpientes.

Si queréis saber más sobre Ragnar Lothbrok:


-buceandoenlaleyenda.blogspot.com/2013/.../existio-ragnar-lothbrok.htm...
 
 
 
-Fuente: Alfred the good soldier, de John Peddie.

sábado, 12 de septiembre de 2015

¿En que pueblo prerromano mandaban las mujeres? (Península ibérica).

Antes de sufrir el proceso de romanización, tras la conquista total por parte del imperio romano, en el solar de nuestra península ibérica había una multitud de pueblos o culturas, con elementos comunes y con rasgos que le daban personalidad propia. Todas ellas se aglutinan en ibéricas, las de la fachada mediterránea, influenciadas por las colonias fenicias y griegas, y celtas, con elementos culturales llegados del continente europeo.

Gracias a ciertas referencias existentes del historiador Estrabón y de un término latino que alude a una unidad organizativa, cognatio, que alude en derecho romano a la descendencia unilateral por línea materna, siempre se ha pensado que en los pueblos del norte de España, los astures y cántabros, había un régimen social de ginecocracia o matriarcado, es decir, donde eran las mujeres, sobre todo las madres,  las que tenían la máxima autoridad sobre esas sociedades primitivas.


Imagen del norte de España.


Como se tienen pocos datos de todo tipo de estos pueblos, que vivían en un territorio muy montañoso, con escasas comunicaciones internas, y muy difícil de conquistar, como la Historia ha demostrado, siempre se recurre al relato del anteriormente citado Estrabón, muy estereotipado por cierto, para intentar conocer su modo de vida:

...Todos los montañeses son austeros..., duermen en el suelo y dejan que el cabello les llegue muy abajo, como mujeres, pero luchan ciñéndose la frente con una banda... Realizan también competiciones gimnásticas, de hoplitas e hípicas... se alimentan de bellotas de encina, dejándolas secar, triturándolas y luego moliéndolas y fabricando con ellas un pan que se conserva un tiempo. Conocen también la cerveza. El vino lo beben en raras ocasiones... Usan manteca en vez de aceite. Comen sentados en bancos construidos contra el muro y se sientan en orden a la edad y el rango... Todos los hombres visten de negro..., con los que se acuestan también sobre jergones de paja. Utilizan vasos de madera, igual que los celtas. Las mujeres van con vestidos y trajes floreados. A los condenados a muerte los despeñan y a los parricidas los lapidan más allá de las montañas o de los ríos. Se casan (con una sola mujer) igual que los griegos. A los enfermos..., los exponen en los caminos para que los que la han pasado les den consejos sobre su enfermedad...

Sobre su religión se piensa que, como los galaicos, creían en la presencias de númenes divinos en elementos de la naturaleza: árboles, aguas, montes... Danzas rituales sacrificios y creencias en oráculos y augurios eran algunos de los rasgos religiosos de estos pueblos del norte peninsular.

Para terminar, en los últimos años los historiadores han desechado la idea de la existencia del matriarcado o gobierno de las mujeres, y se inclinan por la creencia de la existencia, como en el resto de sociedades indoeuropeas, de que el poder militar, económico y político estaba en manos del hombre.


Fuente: Historia Antigua de España, de José Manuel Roldán Hervás.

viernes, 4 de septiembre de 2015

El arma secreta para vencer a los samuráis.

Okinawa es una isla del Pacífico tristemente conocida por ser escenario de una sangrienta batalla entre norteamericanos y japoneses en 1945. Ese año, mientras los marines morían limpiando la isla palmo a palmo, los pilotos kamikaze japoneses se lanzaban contra los barcos produciendo espantosas bajas a la flota invasora. Además de ser una de las batallas más sangrientas del frente del Pacífico, fue la última antes de que el célebre bombardero Enola Gay lanzara su fatídica carga sobre Hiroshima el día 6 de agosto.

Pero la historia de Okinawa es aún más rica, y nos ofrece un episodio singular que relataré de inmediato.

Como parte del archipiélago de las Ryukyu, y teniendo como vecinos los poderosos imperios de Japón, al norte, y chino al oeste, no es de extrañar que su independencia se vería amenazada en algún momento determinado. La ocasión llegó cuando los japoneses completaron con éxito su proceso de unificación en el siglo XVI. Cuando se vieron poderosos intentaron invadir Corea, y pidieron la colaboración del rey de las Ryukyu, pero su grado de compromiso fue muy inferior al esperado.

Si esto fuera poco, el shogun de Japón (el verdadero poder, por encima del mismo emperador) vio con preocupación como los españoles conquistaron las islas Filipinas, y de como sus misioneros empezaban a llegar a aquella zona. Así, se convenció a sí mismo de que era necesario controlar las islas Ryukyu, porque por allí pasaban los europeos libremente. Cuando un emisario japonés se presentó en la corte del rey para exponer los deseos del shogun, fue tratado con desdén. La mecha de la guerra se había encendido.

En 1608 le fue encargado al daimyo (gobernador) de Satsuma, Shimazu Iehisa la invasión de las Ryukyu. Por lo tanto, un ejército de 3000 samuráis, 5000 hombres de apoyo y 70 navíos fueron enviados para someter el territorio que había desafiado la autoridad de Japón. El rey de las Ryukyu, Sho Hashi, permanecería en su castillo (gusuku) de Shuri, en la isla de Okinawa, desde donde esperaría los dramáticos acontecimientos que se iban a suceder. Los gusukus eran castillos de piedra con muros bajos y sin troneras y su utilidad iba a resultar escasa ante las armas de fuego que traían los samuráis. Estos gusukus se repartían por la geografía de Okinawa. El de Shuri serviría como bastión a los soldados japoneses durante la segunda guerra mundial.

La armada de Shimazu partió el 8 de abril de 1609 y, tras desembarcar, el día 29, los invasores avanzaron rápidamente por toda Okinawa, mientras que los aterrados habitantes de la misma se refugiaban en las montañas a la espera de que acabaran las operaciones militares. Los pobres campesinos se verían maltratados por un tifón que se abatió sobre la zona, además de sufrir algunos episodios de auténtica hambre.

Unos de los bastiones que más resistiría a las fuerzas invasoras fue el puerto de Naha, que contaba con dos fortalezas en la entrada y una gruesa cadena de hierro, que entorpecería su toma durante días. Cuando al fin cayó la posición, la matanza de hombres ancianos, mujeres y niños serviría para aplacar la ira de los samuráis de Satsuma.

Cuando llegaron al bastión principal, el castillo de Shuri, los defensores habían ideado un plan para detener a los samuráis: centenares de serpientes habu, las más grandes y venenosas de la isla, fueron soltadas en las entradas de la fortaleza. Aún así, fueron escaladas las murallas y los atacantes pudieron abrir las puertas y acceder a las dependencias del monarca de las Ryukyu, que se vio obligado a rendirse para evitar más derramamiento de sangre; fue sacado de allí en un palanquín, junto a su hijo y heredero, para ser enviado como rehén a Japón. El castillo de Shuri fue saqueado; antiguos escritos budistas, tesoros de oro y plata, fueron robados. Durante tres días los samuráis victoriosos estuvieron bebiendo sake.


Recreación de unos samuráis siendo hostigados por las serpientes habu.


El rey Sho Nei permaneció prisionero hasta 1611, año en que volvió a Okinawa. Vivió 9 años más pero, abrumado por el sentimiento de culpa, no se sintió digno de ser enterrado en el panteón de los reyes de su dinastía, y su tumba sería colocada cerca del gusuku de Urasoe, con una máscara cubriendo su rostro.

La victoria, sobre todo, sería de Japón que se encerraría en si misma durante siglos, mientras que los países europeos crecerían en todos los campos (militar, tecnológico...) de una manera espectacular, llegando a dominar todos los continentes y todos los océanos del mundo.

Okinawa mantuvo todavía cierta condición de semiindependencia, pagando tributo tanto a Japón como a China, hasta que en 1867 los japoneses se hicieron con el control de la isla.

Con respecto al arma secreta empleada en la defensa de Shuri, la de las serpientes habu, parece que es más una leyenda que un hecho cierto, ya que el episodio no aparece en ninguna fuente escrita fiable, como la del relato del sacerdote Kyan Ueekata, contemporáneo de los acontecimientos.




Bibliografía:
-The samurái capture a King, de Stephen Turnbull.

-El blog: ryukyuperu.blogspot.com/.../the-samurai-capture-king-okinawa-1609.ht...
-La última gran batalla: Okinawa, de Gordon L. Rotman.


Cronología (Atlas histórico mundial (I), de H. Kínder y W. Hilgemann):

-1542 Introducción de las armas de fuego en Japón, importadas de Europa.
-1549 Fundación de misiones jesuitas (Francisco Javier).
-1592-1596 Expedición a Corea.
-1600 Batalla de Sekigahara, acceso al poder de Ieyasu Tokugawa.
-1639 Cierre de todos los puertos de Japón, que se mantendrá hasta 1854. El único contacto entre Japón y el resto del mundo será la concesión comercial holandesa de Dashima, en el puerto de Nagasaki.