Buceando en la leyenda

Buceando en la leyenda

sábado, 31 de mayo de 2014

Juego de Tronos, rasgos históricos.

Juego de Tronos es la primera de una serie de novelas de la saga de Canción de Hielo y Fuego. Aunque la obra se enmarca en el género fantástico, no cabe duda de que George R. R. Martin, el creador de la misma, se inspira en ciertos hechos históricos para sacar adelante la trama de sus libros. Si bien es cierto de que los aromas de la Edad Media europea impregnan la atmósfera de Canción de Hielo y Fuego, no hay que descartar que hay rasgos históricos que pertenecen a otras épocas que pueden haber inspirado a Martin.

Poniente es un territorio eminentemente feudal, compuesto de señores y vasallos, y también con un rey, sentado en el Trono de Hierro, que gobierna en los Siete Reinos. Esta figura nos la encontramos en la Historia.

Cuando los anglos, sajones y jutos, además de otros pueblos más, se establecieron en lo que se conoce hoy como Inglaterra, se formaron una serie de reinos, conocidos como la Heptarquía anglosajona (Siete Reinos). Variables en tamaño y número, durante siglos (en el periodo conocido como la Alta Edad Media de Inglaterra) lucharon entre sí para conseguir la hegemonía.

En otro lugar más lejano, China, y en una época más remota, entre los siglos V y III a.C., los llamados Siete Reinos Combatientes lucharon entre sí hasta que uno de ellos venció a los demás, el reino de Qin. Del proceso de unificación surgió el primer emperador de China, Qin Shi Huang (si os digo que fue el responsable de que se construyeran los miles de guerreros de xian de terracota, seguro que os suena un poco más).

En el norte de los Siete Reinos se levanta un enorme muro de hielo de unas proporciones gigantescas, su misión es la de proteger a los habitantes de Poniente de las posibles invasiones por parte de los salvajes, y de otras criaturas más inquietantes, los Otros, o muertos vivientes que forman auténticos ejércitos. Una edificación tan eminentemente defensiva ha dado ejemplos muy variados en la Historia.


Gran Muralla China.


En el norte de Inglaterra los romanos construyeron el Muro de Adriano para protegerse de los ataques de los pueblos que habitaban Escocia. Ese muro era un elemento más de los muchos con que contaba el Imperio para defenderse de las posibles agresiones por parte de los llamados pueblos Bárbaros. Sin abandonar el país, y acercándonos en el tiempo, he decidido poner en esta relación el menos conocido como muro de Offa, una edificación mucho más modesta que la anterior, pero que es perteneciente a los tiempos medievales. Offa era un rey de Mercia, uno de los más importantes de la ya mencionada Heptarquía anglosajona, cuyo reino alcanzó la supremacía a finales del siglo VIII. La edificación se levantó para protegerse de los indeseables vecinos galeses. La relación se puede completar con la famosa Gran Muralla China, que sirvió de freno frente a los pueblos nómadas que acosaban a los sedentarios chinos en su país.

La Guardia de la Noche es la que se encarga de defender el Muro en las novelas de Martin. Es posible que haya algo de inspiración en las órdenes religiosas de los templarios, hospitalarios o de los teutónicos que defendieron Tierra Santa de los enemigos musulmanes. El hecho de que eran a la vez soldados y sacerdotes, y por lo tanto debían de guardar el celibato, los hace ciertamente similares.

Pero hay un aspecto destacado con respecto a los de la Guardia de la Noche que los emparenta con la célebre Legión Extranjera de Francia, y es que ambos cuerpos se nutren en sus filas de convictos, pendencieros y otras gentes de mal vivir, aunque también podían acoger personas más honradas e incluso algún hijo de la nobleza, como el caso de Jon Nieve o de Samwell Tarly.

He leído en muchos lugares que la Guerra de las Rosas es una fuente que surte a las novelas de Martin; hay un gran parecido en los nombres de los contendientes de la guerra civil inglesa (York contra Lancaster), y los principales rivales de la primera fase del conflicto que narra el escritor norteamericano (los Stark contra los Lannister). Pero no hay que olvidar que la guerra histórica fue luchada entre dos bandos bien definidos, y la guerra novelada representa una lucha de poder entre múltiples reinos, y diversos personajes poderosos que actúan, o bien de manera abierta, o bien en la sombra manejando los hilos de la trama. Es sin duda, una situación mucho más compleja que la de una guerra civil.


La rosa roja y la rosa blanca, los Lancaster contra los York.



A este punto, yo tengo que decir lo que entiendo como un juego de tronos. Para mí es una lucha por el poder, despiadada y feroz, en la que el ganador debe de deshacerse por todos los medios posibles de sus adversarios, para así alcanzar el codiciado premio, el trono y la corona. Si nos fijamos en la Historia podemos ver que ha habido múltiples situaciones semejantes que han podido inspirar al autor. En otra entrada de mi blog ya escribí sobre la lucha que se dio en el año 1066 en la Inglaterra medieval, un episodio que siempre me ha fascinado. Alejandro Magno murió muy joven, dejando un imperio inmenso, y sin un heredero que lo gobernara. Las décadas que siguieron fueron de luchas internas entre los generales de Alejandro y de otros personajes importantes que sembraron de cadáveres las tierras otrora conquistadas por el genial macedonio: es la llamada época de los Diádocos, un periodo de una enorme complejidad histórica. Otro episodio histórico que se caracterizó por una larga y apasionante lucha por el poder fue cuando la República de Roma entró en una dinámica que le llevó a la formación de un imperio regido por un soberano que llegó a concentrar todo el poder de un reino de una extensión colosal. Por el camino se quedaron hombres tan célebres como Julio César, Pompeyo Magno, Craso, Marco Antonio..., grandes personajes que acariciaron alguna vez la idea de controlar tanto poder en sus manos.

Al hablar de los personajes de las novelas que puedan tener reflejo en los de la Historia, nos encontramos que el rey de Francia Luis XI era conocido como "la araña", lo mismo que Varys, el consejero real de la ficción. Lo que ambos tienen en común es su capacidad de tejer sus redes para llevar a cabo sus ambiciones.

Otro célebre protagonista de la obra de Martin es Jaime Lannister, el matarreyes, llamado así por haber liquidado al legítimo monarca que se sentaba en el Trono de Hierro, Aerys II el Loco. Si nos fijamos en la anteriormente citada Guerra de las Rosas, nos encontramos a alguien con un apodo que significa todo lo contrario, el hacedor de reyes (The Kingmaker), Ricardo Neville, el conde de Warwick. Esta figura principal del conflicto, fue responsable que dos reyes accedieran al trono de Inglaterra, Eduardo IV de York, y Enrique VI, por lo que fue digno de que le llamaran de esa manera.



El hacedor de reyes.


Los numerosos hechos narrados en las múltiples páginas publicadas también pueden tener algún reflejo en el espejo que puede ser la Historia. Os invito a que leáis mi entrada sobre la Boda Roja, y la verdad histórica subyacente que encierra, y que el mismo Martin reconoce.

Sobre la batalla de Aguasnegras y los paralelismos que hay de los asedios musulmanes sobre la bizantina Constantinopla en la Edad Media, parecen evidentes al comprobar como en ambos casos los defensores contaban con una arma poderosísima, cuya composición era secreta, y que podía arder en el agua arrasando los barcos enemigos. Era el Fuego Griego, que usaron los cristianos para defender su capital, mientras que los habitantes de Desembarco del Rey pudieron disponer del Fuego Valyrio.

En un momento de la historia aparece en el cielo el Cometa Rojo, inquietante sin duda, buen augurio para algunos, pero mal presagio para otros. Sin duda, recuerda cuando apareció el cometa Halley cuando sucedían los dramáticos acontecimientos de 1066 en Inglaterra, que marcaron el final de la era sajona, y que es magníficamente representado en el Tapiz de Bayeux.

Si hablamos de ciertas costumbres regias, observamos que la Casa de los Targaryen practicaban la endogamia, seguramente para intentar preservar la pureza de sangre. Es decir, que se emparentaban entre sí para tener descendencia real. Aunque parezca absurdo, es una costumbre que se ha repetido durante milenios entre las dinastías reales de muy diversas civilizaciones. Así, encontramos ejemplos de ello en el Antiguo Egipto o en el Imperio Inca. Sin ir mucho más lejos en el espacio ni en el tiempo, los reyes Habsburgo españoles tendían a casarse con mujeres de la nobleza con las que compartía ciertos lazos familiares, y que dieron como resultado el ascenso al trono de Carlos II, con un sobrenombre, el Hechizado, que indica que estaba lejos de ser alguien "normal".

Para finalizar hablaré un poco de la geografía del mundo de Canción de Hielo y Fuego. Este un mapa no oficial de la región más importante en la que se desarrollan muchos de los episodios de la trama:




A la izquierda se encuentra Poniente, un mundo puramente feudal, y a la derecha está la región de las Ciudades Libres, dominadas por un régimen político diferente, y continuamente acosadas por los guerreros nómadas a caballo llamados dothrakis (reflejo de los verdaderos hunos o mongoles). Entre ambos mundos, tan cercanos y lejanos a la vez, se halla el Mar Angosto. El mapa me recuerda en cierto modo al mapa de la época de las Guerras Médicas: de un lado el mundo griego en Europa, y, separado por el Mar Egeo, se encontraba en Asia el Imperio Persa, con un sistema político que les distaba enormemente.


Mapa de las Guerras Médicas. En azul el Imperio Persa, y en el resto de colores las ciudades-estado griegas.


El mapa de Poniente es el siguiente:





No se sabe si es una isla aunque lo parezca, ya que la zona al norte del Muro estaría sin cartografiar. La zona más estratégica es el estrecho en el centro que es llamado El Cuello, y que separa el Norte del Sur de Poniente. Esta región me recuerda a la Isla Soledad, en el archipiélago de las Islas Malvinas, porque comprende un pequeño istmo central que separa el norte de la isla del resto de la misma. Fue una posición de enorme importancia estratégica en el marco de la Guerra de las Malvinas (Falklands) de 1982.


miércoles, 14 de mayo de 2014

Temístocles, auge y caída (300: El origen de un imperio).

Temístocles, hijo de Neocles, de la familia de los Licónidas, nació en Atenas en el año 524 a.C. Eran los albores de la democracia griega, o mejor dicho de la Humanidad, y este gran personaje de la Antigüedad se movería como pez en el agua aprovechando los resortes e hilos en un nuevo marco político. No nació en el seno de ninguna familia aristocrática, y supo ganarse el favor de las capas más desfavorecidas, lo que le ayudó a ascender en los escalones de la política ateniense.

Con apenas 31 años de edad fue nombrado arconte epónimo, uno de los nueves magistrados o arcontes elegidos por el pueblo ateniense para gobernarlos. Temístocles tuvo claro que Atenas debía fortalecer su poder naval como una de sus principales prioridades, y no sólo para alcanzar la hegemonía en Grecia, sino para hacer frente a la futura amenaza que se cernía procedente de Oriente: la del Imperio Persa. Por eso mismo, fortificó el puerto de El Pireo y fomentó el poder naval de la ciudad-estado griega.


El actor australiano Sullivan Stapleton como Temístocles en la segunda parte de 300.

 


En el año 490 los persas desembarcaron en la bahía de Maratón. Venían con la intención de someter toda Grecia, y en esa ocasión los atenienses estaba prácticamente solos para hacer frente a las fuerzas invasoras; apenas contaron con la colaboración de los plateos. Casi 10.000 hoplitas se enfrentaron a unas fuerzas que les doblaban en número. En el centro de la formación se encontraba Temístocles, al mando de un millar de hombres, su cometido era el de aguantar el ataque persa, mientras que las alas de los griegos, reforzadas a costa de adelgazar el centro, intentaban vencer los flancos del adversario. La táctica usada por los helenos dio resultado, y los persas se retiraron a sus barcos para emprender la huida, dejando en el campo miles de cadáveres; volverían años después con fuerzas renovadas. Temístocles tuvo que ver como el general Milcíades se llevaba la gloria de la victoria, mientras aguardaba su gran momento.

Temístocles encontró en Arístides a un nuevo rival político, tras la muerte de Milcíades. Cuando se descubrió una nueva veta de plata en las atenienses minas de Laurio, Temístocles vio claro cual debía de ser el destino proporcionada por la riqueza generada en las minas: había que construir una poderosa flota para que Atenas se convirtiera en una potencia marítima. A pesar de contar con la oposición de la nobleza, su empeño y cabezonería se impuso finalmente, creándose así una fuerza de 200 trirremes de guerra. Como veréis más adelante, esta intuición sería crucial para que Grecia sobreviviera como civilización independiente ante la grave amenaza que se iba a cernir sobre ella.

Cuando estalló la Segunda Guerra Médica, los atenienses estaban bien preparados, gracias sobre todo a la labor de Temístocles. Éste quiso comandar la armada griega en el primer enfrentamiento naval de la contienda, la batalla de Artemisio, pero los intereses políticos hicieron que el mando recayera sobre un comandante espartano, aunque realmente era el ateniense el que mandaba a través del espartano. El dramático enfrentamiento naval se producía al mismo tiempo que la infantería helena resistía en el famoso paso de las Termópilas al mando del gran Leónidas; ambas combates se libraban en la primera línea de defensa griega. Cuando el rey espartano cayó y fue derrotado, la defensa en Artemisio dejó de tener sentido, y la flota, compuesta sobre todo de navíos atenienses, se retiró a aguas más seguras. El plan para taponar la enorme invasión oriental había sido diseñado por Temístocles, que dirigía a su pueblo en tan desesperada situación.

Entonces, en un golpe genial, el líder ateniense se jugó todo a una carta. Envió a la flota griega a Salamina, esperando atraer a las naves persas. En ese momento las fuerzas enemigas estaban todavía prácticamente intactas. Como consecuencia de su acción, casi despobló la misma Atenas, ya que hacían falta muchos brazos para manejar los buques atenienses. Para asegurarse de que la flota persa de Jerjes acudiera a la cita, Temístocles uso un ardid: envió a un sirviente asegurando que las fuerzas griegas estaban desmoralizadas y divididas, y que él mismo se cambiaría al bando de los persas; en definitiva, que era el momento propicio para asestar un golpe rápido y sin dilaciones a la flota griega que estaba reunida en Salamina. Además, para convencer al resto de los griegos de que siguieran su plan, amenazó con llevar a toda la población ateniense por mar a Sicilia y abandonar Grecia. Ante tamaño farol (los griegos no podían prescindir de la flota ateniense), todos aceptaron las condiciones de Temístocles.


 

Busto de Temístocles.


El persa mordió el anzuelo. Los griegos no estaban desunidos ni Temístocles pensaba en cambiarse de chaqueta. Al contrario, la flota helena esperaba impaciente a que los más numerosos navíos persas se introdujeran en las estrechas aguas de Salamina, donde la superioridad numérica se vería mermada por la dificultad de maniobrar en un espacio menor. Jerjes, seguro de la victoria, se buscó un lugar en alto para contemplar el combate. En el año 480 tuvo lugar una de las batallas más importantes de la Historia de la Humanidad. No sólo se combatía por la supervivencia de Grecia, sino por la de un continente, Europa, y una de las ideas políticas más revolucionarias y justas que haya concebido el hombre, y que había sido recién adoptada: la Democracia. Y al mando de los griegos estaba un hombre de orígenes humildes, que había diseñado todo el dispositivo militar y que había dirigido con acierto hasta ahora a su pueblo: Temístocles.

Nunca sabremos si le movían los deseos de gloria, o si lo que quería era simplemente defender a su pueblo amado, pero ese día las inferiores en número naves griegas derrotaron de forma fulminante a los buques persas en la batalla de Salamina, mientras que el emperador persa se desesperaba al ver el fracaso de la campaña ante sus ojos. Todavía no había acabado la guerra, pero Jerjes se marchó con el grueso de su ejército de vuelta a su patria.

En el año 479, una vez expulsados los persas de Grecia, Temístocles emprende la reconstrucción de Atenas, y la reparación de las murallas. Gracias a su labor se pudo completar dicha tarea, ya que los espartanos no estaban por la labor de que los atenienses se rehicieran tras la guerra que acababa de librarse en el solar griego.

·EL OCASO DE TEMÍSTOCLES. Una de las características más originales de la democracia griega era el poder de decisión del pueblo para poder mandar al exilio a los políticos que ellos consideraban oportuno, mediante el proceso que era llamado ostracismo. El pueblo se reunía, y si eran más de 6.000 los presentes, mediante unos tejos (óstraca) en donde escribían el nombre del político que querían que fuera exiliado, la votación se podía realizar con efectividad. Tras realizarla, se hacía el recuento, y el que sacara mayor número de óstraca con su nombre era expulsado de Atenas.



Óstracas griegos con los nombres de los políticos seleccionados para que sean elegidos para el exilio.


Hacia el año 471 el pueblo ateniense se reunió para decidir sobre el ostracismo del héroe que les había salvado de los persas. En tiempos modernos, gracias a la arqueología, se descubrió en la Acrópolis un depósito de óstracas con el nombre de Temístocles escrito en ellas. Al analizar la escritura se determinó que solo 14 manos habían sido necesarias para escribir de un total de 190 halladas. Lo que se deduce de ese hallazgo es que alguien se tomó la molestia de distribuir tales objetos para facilitar la votación que dio como resultado el exilio de Atenas. No es que Temístocles hubiera sido acusado de nada en concreto, simplemente era una manera de que el pueblo llano manifestara su poder e impidiera que un político se afianzara demasiado en las altas esferas del gobierno. Además, el cambio de tendencia que suponía el cambio de enfoque de Persia como enemigo de Atenas, al de los espartanos, como el futuro rival (y que en verdad lo llegaría a ser años después; otra vez se observa la capacidad de anticipación tan extraordinaria que tenía este personaje), pudo influir en la caída en desgracia del ateniense. Las envidias por sus éxitos también contarían.

Temístocles pasó el resto de sus años exiliado de un lugar para otro, hasta que acabó en la corte del rey persa, muriendo en el año 459 a.C. Nunca volvió en vida a su amada Atenas, aunque si sus restos mortales para ser enterrados allí, y que fueron llevados a escondidas, ya que no se podía enterrar en Ática a alguien que había dio expulsado por traición.

No le faltan críticas a su persona, que van de tener una ambición desmedida a ser un auténtico corrupto. Críticas sin duda inevitables hacia cualquier persona de su relieve. Lo que es indudable es que fue el auténtico arquitecto de la victoria ateniense en una guerra por la supervivencia de Grecia, y no solo eso, fue el que puso los cimientos para la creación del imperio ateniense que ejercería la supremacía en el Egeo durante décadas, hasta la finalización de la Guerra del Peloponeso.
 
·ELOGIOS A TEMÍSTOCLES. Para acabar el post he decidido colocar en este párrafos final lo que Tudícides, uno de los grandes historiadores griegos, opinaba del personaje. Su alabanza consiste en resaltar sus condiciones naturales, pues sobresalía por su inteligencia innata, y que tomaba decisiones de manera rápida, y que se hacía una idea acertada del futuro. Ante cualquier asunto que llegara a sus manos, tomaba la mejor determinación, aunque no tuviera experiencia sobre ello. La improvisación era una de sus mejores armas.

Bibliografía consultada:

-Historia Universal. Edad Antigua, de R. López Melero y otros.
-De Maratón a Platea, de Philip de Souza.
-Historia de la Grecia Antigua, de Juan José Sayas Abengochea.


viernes, 9 de mayo de 2014

¿La Primera Guerra Mundial?

Hace cien años comenzó una guerra en el corazón de Europa de unas proporciones tan gigantescas que hizo empequeñecer los anteriores conflictos armados del hombre. Todas las grandes potencias participaron en aquella locura, luchando en uno u otro bando. Las víctimas mortales se contaron a millones, la mayoría militares. Fue conocida por sus contemporáneos como la Gran Guerra, lo de llamarle la Primera Guerra Mundial fue a posteriori, y fue debido a que también se luchó en otros continentes. Este año se cumplen cien años de su estallido.

Las principales batallas (Verdún, Somme, Marne) se libraron en el llamado frente occidental. Otros frentes importantes fueron el ruso, o el italiano. El hecho de que se libraran combates en África y en Oceanía se debió a que los aliados atacaron la colonias alemanas para apoderarse de ellas. De los frentes no europeos, seguramente, el más importante fue el propiciado por los ingleses y franceses, apoyados por los árabes aliados, que lucharon en Arabia y Oriente Próximo para derrotar al imperio otomano. En esos parajes se haría inmortal Lawrence de Arabia.

El resultado macabro que resulta de sumar una enorme guerra a nivel europeo con las luchas producidas en las colonias de dichas potencias europeas ya se dio antes de 1914. De esta forma sucedieron la Guerra de los 30 años, o la Guerra de Sucesión austríaca. Pero fue la Guerra de los Siete Años (1756-1763), la que en mi modesta opinión pudo considerarse ser llamada la Primera Guerra Mundial, primero por la magnitud del conflicto y, segundo, por la implicación a nivel mundial que se produjo. Además, se calcula que murieron más de un millón de persona, una cifra elevadísima teniendo en cuenta que la población mundial era mucho más baja de lo que fue en la primera mitad del siglo XX, que es cuando se produjeron las dos guerras mundiales oficiales.

Fue en Europa donde se produjeron las batallas principales entre Prusia, que luchaba contra Francia, Austria y Rusia (Kolin, Leuthen...). Las tropas germánicas las comandaba Federico II el Grande, uno de los mejores estrategas de todos los tiempos. De hecho, alguna vez venció a ejércitos más numerosos. La hegemonía de la zona estaba en juego, y, al final, tras el abandono de Rusia por la muerte de su zarina, la balanza se inclinaría a favor de los prusianos, que empezarían a despuntar como la gran potencia continental que llegaría a ser.


Federico II el Grande de Prusia, uno de los grandes protagonistas de la guerra.


En América del Norte también hubo gresca. Allí había importantes territorios coloniales, en las actuales Canadá y Estados Unidos, pertenecientes a Francia, y colonias que eran británicas. Los ejércitos ingleses, al mando de James Wolfe lograron tomar el Canadá francés. Ahora es el momento en decir que Inglaterra y Prusia eran aliadas, y es lo que tiene la Política, que hace extraños compañeros de cama; no hay que olvidar la sangrienta rivalidad entre Alemania y Gran Bretaña que se dio a cabo en las dos guerras mundiales del siglo XX.

Los españoles se vieron arrastrados por los franceses a la guerra a consecuencia de los llamados Pactos de Familia o, mejor dicho, el pacto entre los Borbones que reinaban en ambos países. Por eso mismo la guerra se trasladó a las Filipinas, donde los ingleses tomaron Manila, y a Cuba, cuya capital fue conquistada igualmente. Además, un intento de atacar Portugal, por parte de un ejército hispano-francés, fue detenido por las tropas lusas ayudadas por las inglesas.

En América del Sur, tuvo lugar la toma de la colonia de Sacramento (Brasil) por parte de los españoles, y de un ataque propiciado por lusos y británicos en Río de la Plata (actual Argentina), que fue rechazado finalmente.

En la India las acciones bélicas fueron importantes. Los ingleses (general Robert Clive), apoyados por tropas del Imperio mongol vencieron a los franceses (ambos países poseían importantes territorios en el país). La consecuencia fue la expulsión gala de la zona, y el comienzo del gran imperio británico de la India.

Ni África se libró del mal de la guerra. Los ingleses, una vez más vencedores, conquistaron un gran número de bases en Senegambia, y obtuvieron victorias navales cerca de las costas africanas.

En consecuencia, es evidente que las batallas se extendieron por gran parte del planeta, y que no hace falta decir quienes fueron los grandes vencedores (Inglaterra y Prusia), y la gran derrotada (Francia), que perdió un gran número de colonias. Para concluir, expondré un mapa muy ilustrativo extraído de Wikipedia que muestra los países en conflicto. La imagen habla por si sola de la extensión de este conflicto mundial: La Guerra de los Siete Años.





sábado, 3 de mayo de 2014

Secuestros y rescates históricos.

¿Que tuvieron en común personajes tan dispares como el inmortal escritor español Miguel de Cervantes, el gran Julio César, el Inca Atahualpa y el rey de Pamplona García Íñiguez? Pues tuvieron dos cosas importantes, al menos que yo sepa, en común. Lo primero, que fueron una vez secuestrados. Lo segundo, que les fue pagado una fuerte suma de dinero a sus secuestradores, ya que eran personas importantes, para que fueran liberados, cosa que no fue posible en todos los casos... Pero empecemos por orden cronológico:

En el año 75 a.C. Julio César era un joven de 25 años que viajaba por el Egeo para estudiar oratoria. Estaba lejos de ser el gran general y espléndido político que todos conocemos, pero era, eso sí, toda una promesa en el panorama del poder de la República romana. En un momento dado, su nave fue apresada por unos piratas, que pidieron un rescate de 20 talentos de plata por su liberación. Muchos personajes poderosos de cualquier época se hubieran acobardado ante una situación tan angustiosa y hubieran pagado con presteza esa suma con tal de salir de ese apuro cuanto antes mejor, pero el arrogante y valiente romano les instó a elevar la petición de rescate hasta la elevada cantidad de 50 talentos de plata; una persona de su categoría no valía un precio menor.

César pasó 38 días cautivo en la nave de los secuestradores, mientras que los hombres de su comitiva se encargaban de buscar el dinero del rescate con la máxima diligencia. Durante su cautiverio no se amilanó, e incluso bromeaba con sus captores hasta el extremo de amenazarles con matarlos en cuanto se viera libre de su secuestro.


Julio César.


El dinero fue pagado y los piratas cumplieron su promesa de liberar al rehén. En cuanto César llegó a tierra, armó unas naves y fue en busca de sus antiguos captores, logrando apresar a la mayoría de ellos. El gobernador de la ciudad de Pérgamo quería venderlos como esclavos en vez de ejecutarlos, pero Julio César tenía intención de cumplir su palabra y realizar la venganza que había prometido durante los días que había permanecido cautivo: al final, los mandó crucificar. A este punto no hace falta decir lo horrible que es la muerte por crucifixión. Y es que la piedad no era una virtud que caracterizaba a los hombres poderosos de la Antigüedad.

De la Edad Antigua pasamos a la Edad Media. En otra entrada a este blog hablé sobre los hermanos Bjorn y Hastein, supuestos hijos de Ragnar Lothbrok, y de su periplo que les llevó a atravesar el mar Mediterráneo. Antes de acabar dicha travesía, cuando se dirigían al lugar de partida del viaje, llegaron a Pamplona. Las fuentes históricas no dicen como ocurrió, pero el caso es que los vikingos lograron capturar al rey García Íñiguez (859), que fue liberado tras un cuantioso rescate de 70.000 dinares de oro. Los vikingos eran unos auténticos expertos, como buenos piratas que eran, en obtener botines. De hecho, muy de vez en cuando eso sí, los arqueólogos aún encuentran algún tesoro vikingo oculto las entrañas de la tierra. En realidad, los hombres del Norte solían secuestrar personas de bastante más bajo rango social que el del rey de Pamplona, y el destino de aquellos desdichados no era el soltarlos tras un rescate, ya que la mayoría no tendría donde caerse muertos, sino un final más sombrío: la esclavitud en algún país remoto y desconocido, lejos de sus parientes más queridos.



Los vikingos secuestrando y matando.



Durante la época de la conquista de América por parte de los españoles, tuvo ocasión un suceso de secuestro y rescate verdaderamente dramático. Los hechos ocurrieron dentro de las fronteras del imperio Inca, y fueron provocadas durante el intento de conquista por parte del conquistador extremeño Francisco Pizarro y un puñado de soldados españoles. Tras meses de espera, un encuentro decisivo en la plaza mayor de Cajamarca cambiaría para siempre la Historia. Los españoles estaban escondidos, y, aunque eran pocos, estaban armados con arcabuces y unos pocos cañones, mientras que los incas, muchos miles, venían desfilando confiados en que su aplastante superioridad numérica amilanara a los hispanos.

Tras un fracasado intento de que el Inca Atahualpa aceptara la religión católica sin más, y tras tirar éste una biblia a los pies de un solitario fraile que había salido al encuentro, los españoles sorprendieron a los incas rompiendo el secreto de sus escondites, mientras disparaban sus armas de fuego y asestaban tajos con sus espadas. El resultado de la trampa fue la muerte de cientos de valerosos soldados incas y el apresamiento de Atahualpa.

El emperador inca pasó cautivo de los españoles varios meses. Se dice que intentó comprar su libertad llenando varias veces de oro y plata el edificio donde se encontraba retenido (el Cuarto del Rescate). De todas las partes del imperio se trajeron objetos preciosos para intentar comprar la libertad del soberano en lo que puede ser considerado el mayor rescate de la Historia. Pero de nada serviría todo aquello, pues los españoles se dieron cuenta de que, un vez liberado el rehén, serían presa fácil ante la multitud de efectivos con los que contarían los incas. Así que, tras un juicio, Atahualpa fue condenado a muerte por garrote vil (1533), y los españoles no solo se quedarían con el dinero del rescate, sino con el de todo el imperio inca.



Atahualpa en el Cuarto del Rescate.



Por último, contaré la historia del cautiverio de Miguel de Cervantes. El gran escritor español había participado en la batalla de Lepanto (1571), donde perdió la movilidad de una mano. Tras la gran victoria naval cristiana, siguió cumpliendo su deber como soldado en otros escenarios del Mediterráneo, aunque, cuando volvía a casa desde Italia, fue apresado junto a su hermano Rodrigo el 26 de septiembre de 1575, y fueron llevados a Argel. Como los turcos pensaban que Cervantes era una persona importante, pidieron una fuerte suma por su liberación: 500 escudos de oro.

El cautiverio en la ciudad norteafricana duró para el escritor cinco largos años, en los cuales intentó escapar en cuatro ocasiones junto a otros compañeros, echándose él mismo las culpas cuando eran descubiertos, para impedir que castigaran a los demás. En 1577, la madre de Cervantes reunió una cantidad de dinero para intentar la liberación de sus hijos, pero no era suficiente, por lo que Miguel prefirió que fuera rescatado su hermano, quedando él en Argel.

En 1580, Cervantes iba a ser llevado a Constantinopla, por lo que el rescate para él se iba a antojar casi imposible. Pero, ese año llegaron a Argel unos monjes trinitarios para intentar liberar a los cautivos cristianos que se hallaban allí. Como sólo tenían 300 escudos, cantidad insuficiente para el rescate de Cervantes, pidieron prestado dinero a los mercaderes cristianos, que lo dieron a los religiosos. Y así fue liberado el creador del inmortal Don Quijote, que difícilmente hubiera podido componer su gran obra, siendo preso, en la capital del imperio turco.



Miguel de Cervantes.




Fuentes consultadas:
-Auge de Julio César, de Peter Wilcox y Duncan B. Campbell.
-Blog Historia Clásica.
-Wikipedia.