Buceando en la leyenda

Buceando en la leyenda

miércoles, 24 de diciembre de 2014

Los "trasatlánticos" de la Antigüedad.

Aunque sea una frase muy sobada esa que dice: "está ya todo inventado por los antiguos", hoy hablaré sobre un tema que la corrobora una vez más, la de los barcos de lujo de la Edad Antigua.

Cuando vemos por la tele los enormes y magníficos buques de pasajeros, con un poco de envidia eso es cierto, plagados de grandes lujos como restaurantes, tiendas de ropa, piscinas, y un largo etcétera que hacen las delicias de los que los disfrutan, la mayoría de la gente no hubiese adivinado nunca que hace más de 2.000 años existía algo enormemente parecido.

Habían ciertos barcos de carga, ya sabéis aquellos llenos de ánforas de aceite y vino, entre otras muchas cosas, que tenían espacio para llevar pasajeros y equipaje. Es de suponer que los precios del derecho a pasaje serían más baratos.

Además de esos, había naves que servían exclusivamente para transportar personas:

-Los phaseli eran bajeles para viajes largos en primavera y verano.

-Los barcos trirremes victoriae eran más ostentosos que los anteriores.

-Los más lujosos eran los "yates privados", entre los que destaca el Syracousia. Fue realizado por encargo de Hierón II de Siracusa (307-212 a.C.) al célebre inventor Arquímedes, que lo diseñó. El barco, una vez construido, medía 55 metros de largo y 14 de ancho. La magnífica construcción constaba de tres plantas. La inferior estaba destinada al equipaje y a la carga. La del centro constaba de 150 cabinas acomodadas para otros tantos pasajeros. La parte superior estaba dotada de torres con catapultas y balistas, además de 400 soldados que hacían la función de marineros, todo ello para dotar al navío de una excelente seguridad. Para el disfrute de los pasajeros, las instalaciones constaban de un gimnasio, una biblioteca y anexa una sala de lectura con forma de reloj de sol, unas termas, un comedor y un santuario dedicado a Afrodita Pontia. Todo ello estaba adornado con estatuas, pinturas, artesonados en techos y ricas molduras en puertas y paredes. Agua fresca en abundancia, contenedores de agua salada que albergaban peces vivos, jardines con árboles plantados..., en fin todas las comodidades que pudiera desear alguien adinerado dispuesto a pagar el viaje.


Ciudadanos italianos disfrutando de los restos del lago Nemi.


-Las naves suntuosas construidas por los emperadores Calígula, Domiciano o Agripa, fueron realizadas para el disfrute exclusivo de esos tales personajes tan poderosos. Dentro de este grupo, destacan los barcos del lago Nemi. Según el historiador romano Suetonio, el emperador Calígula (37-41 d.C.) mandó construir dos enormes embarcaciones para su disfrute, que serían botadas en el pequeño lago, a 24 km de la ciudad de Roma. En este caso, es fascinante comprobar como la Historia y la Arqueología van de la mano, ya que, de manera casi milagrosa, los barcos se preservaron casi intactos durante casi dos milenios en el fondo de aquellas aguas. Tras siglos de expolios, y es que se puede decir que los habitantes del lugar conocieron de siempre los pecios allí depositados, y algunos vanos intentos de recuperar las magníficas naves, en la época de Mussolini se hicieron los trabajos faraónicos de desecar el lago y extraer del fondo las estructuras de los barcos. Puede decirse que fue una de las pocas cosas buenas que hizo aquel fascista italiano, ya que todos los trabajos de transporte y restauración permitieron que los ciudadanos pudieran contemplar aquellas maravillas de la Antigüedad. De más de 70 metros de largo, de dimensiones colosales para aquella época, decorados con columnas, esculturas, mármol...; sistemas de calefacción, baños...; unas técnicas de construcción increíbles..., en fin hubiera sido uno de los grandes descubrimientos de arqueológicos de todos los tiempos, pero una bomba alemana en plena Segunda Guerra Mundial los destruyó para siempre...


Foto de uno de las barcos del lago Nemi.


Fuentes:
-Mediterráneo, de Pilar Pardo Mata.
-El blog Arquehistoria.
-El blog Arcana Mundi.

domingo, 21 de diciembre de 2014

El valor de las mujeres-soldado israelíes.

El papel de la mujer en las fuerzas armadas israelíes (FDI) está bastante extendido. Ellas están en innumerables puestos del ejército, liberando a los varones para que puedan cubrir las plazas de carácter combativo. Es decir, que no van a la primera línea de frente a luchar. De hecho, no combatieron ni en la guerra de los seis días, ni en la del Yom Kippur, ni en la reciente de Gaza..., aunque si lo tuvieron que hacer en la guerra de la Independencia (1948-1949), ya que la misma existencia del recién constituido estado de Israel estaba en juego, y es que cinco ejércitos de cinco naciones diferentes atacaron a la misma vez un pequeño país, con muy poca población judía por entonces, para apoyar a sus aliados palestinos.

En aquel conflicto murieron más de 6000 judíos, entre civiles y militares, casi un 1% de la escasa población en ese momento. Sólo en esa guerra, murieron más israelíes que en todas las guerras árabes-israelíes posteriores. Fue, sin duda, una auténtica tragedia. La situación fue tan desesperada que las féminas lucharon codo con codo con los varones judíos, y se dieron auténticos actos de heroísmo por parte de ellas. No conozco el número total de víctimas femeninas, pero seguramente fueron muchas.




Uno de los episodios en los que demostraron su valor se produjo en el kibutz (granja colectiva judía) Gesher, el 27 de abril de 1948. Tropas jordanas de la legión árabe (unidad de élite) se disponían a atacar la posición. Un kibutz es un conjunto de edificios e instalaciones dedicados a la explotación agropecuaria. La población está compuesta de hombres, mujeres y niños, es decir familias enteras. Viven en plena igualdad y de manera casi autónoma (tienen hasta sus propios médicos). Es un sistema  muy característico de Israel. Además de producir alimento, los habitantes de kibutz cuentan con armas ligeras que utilizan para defenderse de cualquier ataque militar. En la guerra de 1948-49, muchas de esas instalaciones fueron atacadas por los árabes, produciéndose auténticas batallas. No hace falta decir, que constituyeron un factor fundamental para que Israel sobreviviera a aquella dura guerra.

Antes de que los árabes llegaran, los niños fueron evacuados del kibutz de Gesher. Sus padres y sus madres se quedaron para defender su modo de vida y de trabajo, además de su propio país. Entonces, ante una más que previsible derrota, decidieron que debían adoptar una dramática solución: para que los niños no se quedaran huérfanos de ambos padres, uno de ambos se iría del campo de batalla, mientras que el otro se quedaría para luchar hasta el final, si era menester. Sin dudarlo muchas mujeres se quedaron, dejando a los maridos marchar.

Tras días de intensos combates, los árabes se retiraron después de fracasar en intentar tomar el kibutz de Gesher.




(minuto 30 aproximadamente)


martes, 16 de diciembre de 2014

¿Existieron los Demonios de la noche?

En 1996 se estrenó la película norteamericana Los demonios de la noche. Tales bestias eran dos leones que devoraban trabajadores de un ferrocarril que se estaba construyendo en Kenia, por parte de los ingleses que en ese momento estaban en pleno proceso de colonización del continente africano. Al ingeniero militar John Henry Patterson (protagonizado por el actor Val Kilmer), se le encomienda la difícil tarea de acabar con la actividad de los felinos, que no se cansan de alimentarse con la carne fresca que les proporciona su actividad de matar a los pobres trabajadores indígenas. Para poder cumplir con su cometido cuenta con la ayuda inestimable cazador Charles Remington (en la piel de Michael Douglas). La superstición de las gentes de lugar, sumado a la dificultad de cazar a las bestias que burlaban con facilidad las ingeniosas trampas que les eran puestas, hicieron que los leones fueran vistos como algo más que simples animales.


Cartel del film de 1996. Aunque no sea especialmente recordada, mi humilde opinión es que se trata de un trabajo bastante digno de ver.


La película está basada en hechos reales. Sucedió en una época en la que las potencias europeas se disputaban los territorios africanos como si de una gran tarta se tratara, y en la que lo que importaba era coger los trozos más grandes y suculentos. En aquella enloquecida carrera ganaron, sin duda, los ingleses y franceses que llegaron a ocupar enormes extensiones de terreno.

En marzo llegó a Kenia el teniente coronel Patterson, que tenía la misión de construir, en calidad de ingeniero, el puente sobre el río Tsavo, fundamental para que la obra del ferrocarril entre Kenia y Uganda pudiera ser llevada a cabo. Este militar británico había sido destinado con anterioridad en la India, donde había sido cazador de tigres. Posteriormente, durante la I Guerra Mundial (1914-1918), llegaría a mandar una unidad compuesta por soldados judíos, considerado el primer ejército judío en 2.000 años, y que sería considerado el embrión de las futuras fuerzas armadas israelíes. Patterson se convirtió en un ferviente defensor de la creación del Estado de Israel, aunque fuera protestante.

Nada más llegar a Tsavo, se produjeron los primeros ataques a los trabajadores indios. Los leones macho sin melena, un rasgo típico de esos animales de la región, se introducían por la noche en el campamento y asaltaban las tiendas de tela donde dormían los desafortunados, que se llevaban en sus terribles fauces, para devorarlos vivos en un lugar apartado y solitario. Patterson, que no contaba con la ayuda de ningún cazador blanco, como el que interpretaba el gran Michael Douglas en la película de Hollywood, puso un innumerable número de trampas para mantener alejados a los felinos del campamento, y para intentar abatirlos, aunque estuvo meses sin conseguir nada más que contemplar con pesadumbre como el número de trabajadores indios iba decreciendo.

Aunque Patterson cifró en 135 el número de víctimas por parte de los ataques de los felinos, otros datos sugieren que fueron bastante menos. No obstante, la cifra es estremecedora, y pareciera que a los dos leones no le gustaba otra cosa que fuera carne humana. Esa conducta no es habitual en aquellos animales, por lo que se han barajado diversas teorías que intentan explicarlas. Una de ellas habla de que había un camino de tráfico de esclavos cercano al lugar de los hechos, y de que eran dejados cadáveres de africanos muertos en el viaje que servían de comida para las bestias del lugar, incluidos los Demonios de la noche, que cogerían el gusto por la carne humana.


Foto de uno de los leones abatidos por Patterson.


Ante la frustración de ver que pasaban los meses sin resultados, muchos indios abandonaron las obras del tren, quedando tan solo unos pocos para trabajar, eso sí con el miedo constante acosándolos todo el tiempo.

El 9 de diciembre, tras dispararle innumerables disparos, y después de salvar la vida por poco, cayó abatido el primero de los leones. El 19 de diciembre fue cazado el segundo. Las pieles de los animales sirvieron de estupendas alfombras en la residencia de Patterson, que contemplaría con todo el orgullo del mundo. En 1924 fueron vendidas al Museo Field de Chicago, donde hoy se pueden contemplar los magníficos animales.




El 7 de febrero de 1899 se completó el puente, y en 1907 se publicó el libro de Patterson sobre sus experiencias en la épica cacería, The Man-Eaters of Tsavo.



Fuentes consultadas: Wikipedia.