Buceando en la leyenda

Buceando en la leyenda

miércoles, 23 de diciembre de 2015

El gran maestre que fue esclavo: La Valette.

Hay batallas míticas que, aunque no sean muy conocidas, fueron enormemente decisivas para la historia, y plenas de hechos de armas sangrientos con protagonistas valerosos. Una de ellas fue, sin duda, el asedio de Malta de 1565. En una época marcada por el ascenso irresistible del poder turco, que amenazaba con engullir la totalidad del continente europeo, un puñado de caballeros cristianos, de la Orden de Malta, y de otros países como España o Italia, lograron vencer a un ejército enormemente superior dispuesto a conquistar la pequeñísima isla mediterránea, situada al sur de Sicilia.

De todos los soldados valientes que allí lucharon, tanto del bando turco como del cristiano, destacó la figura del gran maestre de la Orden, el anciano de 70 años, Jean Parisot de la Valette, auténtico héroe de la gesta y pilar de la resistencia a ultranza, que ha dado nombre, con todo merecimiento, a la actual capital de la nación maltesa.


Jean Parisot de la Valette.




Nacido en la Provenza francesa en 1494, La Valette tuvo numerosos antepasados que lucharon durante la época de las Cruzadas. Tan claro tenía que su destino iba a ser el ingresar en la Orden de Malta (o de los Hospitalarios, o de Rodas o de San Juan, como también es conocida) que a los 20 años abandonó su casa y su familia para no volver nunca más a verlos.

Aunque tuvo que ver como los caballeros fueron expulsados de la isla de Rodas por los otomanos en 1522, para luego buscar asentamiento en Malta, pudo comprobar antes como cambiaba el rol clásico de caballero montado, por el nuevo de hombres en galeras que hostigaban a los navíos de los infieles. De hecho, La Valette llegó a ser un gran comandante naval, digno de tener su propio buque.

En esa época se le describía como un hombre "bien parecido, alto, sereno, introvertido y políglota; hablaba con fluidez italiano, español, griego y árabe". De una manera más traumática aprendió el turco: en 1541 su galera fue derrotada por el pirata Abdur Rahman Kurst Alí, que le convirtió en un esclavo galeote durante un año. Encadenado desnudo a un banco, remaba entre diez y veinte horas consecutivas, y como único alimento tomaba pan mojado en vino, que metían en la boca de aquel que estuviera a punto de desmayarse. Si un esclavo se desmayaba, era azotado hasta la muerte y, acto seguido, su cuerpo se lanzaba por la borda. Recuperó su libertad en un cambio de rehenes. Esta prueba de fuego forzó al héroe que llegaría a ser.

El ascenso de La Valette fue continuado. Ocupó todos los cargos importantes: gobernador de Trípoli, alguacil de Lango... De él se decía que era capaz de "convertir a un protestante o de regir un reino". En 1557 le nombraron gran maestre de la Orden, aprovechando su cargo para reforzar las defensas de Malta en previsión de un futuro ataque.

Contaba con un eficiente red de espías que, en el otoño de 1564, le permitió conocer los preparativos de un ataque contra la isla. Así pues, pudo llamar a Malta a todos los caballeros de la Orden repartidos por Europa y poner sobre aviso a don García de Toledo, virrey de Sicilia, respecto de los planes del sultán.


Armadura de La Valette.




Al año siguiente se produjo la invasión de Malta. La dirección magistral de La Valette fue decisiva para que los cristianos, muy inferiores en número, pudieran rechazar al invasor. El gran maestre tuvo que tomar decisiones muy duras, como dejar a los defensores del fuerte de San Elmo a su suerte, o volar el puente levadizo que unía la ciudad de Birgu con el fuerte de San Ángel, pero necesarias para ralentizar los avances de los turcos, antes de que llegara la fuerza de socorro española desde Sicilia. Pero a cambio, el anciano militar de 70 compartiría las escasas raciones de comida como si fuera uno más, y lanza en ristre lucharía en primera línea, cuando los turcos penetraban en tromba por las murallas derruidas de Birgu. Sin duda, el ejemplo dado por las acciones del comandante inspirarían a los hombres de malta, y de otros lugares de la cristiandad, para no desfallecer en tan aciagos momentos.




Fuente consultada: La heroica defensa de Malta, de Tim Pickles.




martes, 15 de diciembre de 2015

La historia de un crucero: el general Belgrano

El día 2 de abril de 1982, el viejo crucero argentino general Belgrano se encontraba surcando las heladas aguas del océano Atlántico en algún lugar al sur de las islas Malvinas. Estaba acompañado de dos destructores, uno de ellos armado con los poderosos misiles exocet. La flotilla formaba parte de un plan ambicioso: atacar a la Royal Navy desde varios frentes a la vez. El plan se suspendió, lo que evitó una batalla aeronaval de enormes proporciones, y a todas las unidades navales argentinas se les ordenó que regresaran a puerto seguro, incluido el venerable general Belgrano, que ignoraba que alguien, debajo del agua, le vigilaba y seguía su estela.

El general Belgrano fue un crucero norteamericano botado en 1938, poco antes de que estallara la Segunda Guerra Mundial, de la que tomaría parte  activa en el frente del Pacífico, luchando contra los buques del imperio japonés. Fue bautizado con el nombre de Phoenix, y en diciembre de 1941 se encontraba anclado en el afamado puerto de Pearl Harbour, junto a docenas de barcos estadounidenses que estaban ajenos al combate, ya que los Estados Unidos todavía no habían entrado en guerra.


El ataque a la base aeronaval de Pearl Harbour de 1941 marcó el inicio de Estados Unidos en la contienda mundial y la primera experiencia bélica del barco protagonista de esta entrada.


El 7 de diciembre de ese año, los japoneses desataron un devastador ataque por sorpresa contra la flota yanqui, logrando hundir varios barcos y dañar otro buen número de ellos, haciendo que los Estados Unidos se involucraran por fin en la contienda mundial. El Phoenix tuvo suerte aquel día ya que no sufrió daños; la fortuna no le acompañaría siempre.

Durante la guerra mundial, el crucero norteamericano estuvo presente en innumerables combates y misiones. Hizo de escolta en varias ocasiones, apoyó diversos desembarcos de tropas, combatió contra baterías costeras, evitó los torpedos lanzados desde algún submarino japonés, luchó contra los temibles kamikazes que se lanzaban de manera suicida contra las cubiertas de los grandes barcos..., e incluso sufrió la explosión de las bombas lanzadas por los aviones nipones, que mataron a varios de sus tripulantes. No se puede decir que el barco hubiera estado ocioso durante los años de la contienda. Para redondear su brillante historial, en la batalla naval de Leyte, una de las más importantes de toda la historia militar, participó de forma activa en los combates del estrecho de Surigao.

En 1982, los grandes barcos de enormes cañones no tenían muchas opciones contra los buques modernos armados con misiles o contra los submarinos de propulsión nuclear, como el Conqueror británico, que detectó al ahora llamado general Belgrano, que se retiraba tras recibir la orden por parte de la superioridad argentina. También es verdad, que si el crucero argentino consiguiera ponerse a una distancia adecuada de cualquier barco de la Royal Navy, aunque fuera un gran portaaeronaves, sus cañones eran lo bastante potentes como para hundirlo, y los británicos lo sabían, por lo que no dudaron en ordenar al submarino que lo rastreaba que lo hundiera.


Fotografía del buque hundiéndose el fatídico 2 de abril de 1982.


Aparte de la polémica que suscitara tal decisión, que no es objetivo de esta entrada (podéis visitar otra que si lo trata), lo que si fue evidente es que el hundimiento de la nave, que produjo la pérdida de 323 tripulantes argentinos, hizo que la Marina argentina no volviera a salir de puerto durante el resto de la guerra. Por lo tanto, su hundimiento constituyó una gran victoria, y marcó, de algún modo, el final de época, la de los grandes barcos blindados y artillados.

Como un soldado veterano más que participa en distintas batallas, el general Belgrano estuvo allí cuando se le necesitó, portando una bandera u otra, pero resignado a batallar cuando se le llamaba, como el viejo militar experimentado en la lucha y en la sangre.


Fuentes consultadas:

-The Falklands War 1982, de Duncan Anderson.
-Wikipedia.




martes, 8 de diciembre de 2015

El primer comando de fuerzas especiales de la historia

Cuando se habla de los SAS, de los SEAL o de la DELTA FORCE, que son solo algunas de las unidades de élite más prestigiosas del mundo, podríamos pensar que es un fenómeno reciente en al ámbito militar. Que el contar con grupos pequeños de soldados, altamente entrenados y especializados, y muy motivados para encarar misiones complicadas, pertenece a la historia contemporánea..., y no es así.

La Biblia contiene un pasaje, dentro del llamado libro de los Jueces, que, interpretado con los ojos de un experto, habla de una operación militar llevada a cabo por un grupo pequeño de soldados escogidos. El suceso aconteció hace más de 3000 años, lo que nos da una idea de que, primero la guerra es tan antigua como el ser humano, y, segundo, de que siempre ha habido distintas clases de soldados dentro de un mismo ejército.


Gedeón seleccionando a los 300 soldados.


Gedeón fue el quinto juez de los que nombra el Antiguo Testamento, además de ser considerado uno de los grandes guerreros del antiguo Israel. Como en aquella época estaban en guerra contra los madianitas, hubo una batalla cerca de un manantial. Según cuenta la Biblia, los madianitas contaban con más de 100.000 soldados, mientras que los judíos eran unos 32.000. Aún así, Gedeón escogió solo a 300 hombres excepcionales y altamente motivados para atacar el campamento del enemigo, oculto por la oscuridad de la noche. Los dividió en tres compañías iguales, y les proporcionó espadas, trompetas, y antorchas ocultas en cántaros. En silencio, aquellos guerreros de élite se introdujeron en el campamento de los madianitas, y tocaron las trompetas y sacaron las antorchas creando el caos en las tiendas donde dormían los soldados enemigos, que creyendo que estaban siendo atacados por un ejército mucho más poderoso, emprendieron la huida, dejando multitud de cadáveres por el camino, a manos de unos soldados mucho menos numerosos peros mucho más concienciados y abnegados hacia el bien de su patria y de los suyos.

Los judíos lograron una gran victoria esa noche y el nombre de Gedeón sirvió para bautizar a una fuerza de comandos especiales, al mando del legendario Orde Wingate, formada para combatir a los ejércitos del Eje en el Próximo Oriente.


Fuente: Serie de televisión Soldados, de la BBC.

lunes, 23 de noviembre de 2015

Cuando la guardia civil asaltó el Congreso

Uno de los acontecimientos históricos más célebres de la reciente historia de España fue cuando el teniente coronel Antonio Tejero, junto a varias docenas más de agentes de la guardia civil, asaltaron el Congreso de los Diputados, el día 23 de febrero de 1981. La interrupción en la cámara española fue el momento más visible de un intento de golpe de estado, que contaba con la colaboración de altos mandos del ejército, que pareciera querer derrocar una democracia aún tierna, en un país que todavía recordaba una dictadura, la del general Francisco Franco, que había fallecido en 1975, muy reciente aún en el tiempo.


El teniente coronel Antonio Tejero en el Congreso de los Diputados en una imagen icónica del siglo XX español.


Afortunadamente el intento de golpe fracasó, y la monarquía constitucional española, con el rey Juan Carlos I al frente, sobrevivió de manera exitosa a la prueba de fuego que se hizo patente cuando unos pocos guardias civiles, cuerpo policial de innegable lealtad al Estado español, entraron con sus fusiles en mano haciendo que casi todos los diputados en ese momento presente buscaran seguridad debajo de sus asientos habituales.

Si este suceso es bien conocido por la mayoría de los españoles, no lo es tanto el asalto al mismo palacio del congreso español, y teniendo de protagonistas también a un grupo de guardias civiles, casi cien años antes. Fue durante el llamado Golpe de Pavía.

La historia de España en el siglo XIX, esta plagada de pronunciamientos y alzamientos militares, provocados por generales destacados, que hacían y deshacían regímenes políticos, creando una inestabilidad manifiesta que perjudicaba de manera notable la sufrida vida de los habitantes peninsulares de la época. Pareciera que eran los militares de alta graduación los que manejaran los hilos del poder. De esta manera, España tuvo regímenes políticos de lo más variado, y parecía que ninguno funcionaba del todo bien: monarquía absoluta, república, dictadura, monarquía con un rey extranjero, con rey borbónico...

En fin, el diecinueve fue de lo más ajetreado..., y el 3 de enero de 1874 se produjo el anteriormente mencionado Golpe de Pavía, y que acabaría liquidando a la desastrosa I República española, que solo había durado un año. Por entonces el país se desangraba con guerras como la de Cuba o la carlista. Además, el advenimiento de la república trajo consigo la emancipación de distintos territorios peninsulares, produciendo un conflicto militar que intentó con éxito el que las fronteras interiores no se vieran alteradas.

Cuando los diputados se encontraban votando en la cámara española para cesar del gobierno a Castelar, la noticia llegó a los oídos del Capitán General de Madrid, Pavía, que pretendía apoyar a dicho político, y se presentó de manera apresurada con dos compañías de guardias civiles, además de otras unidades militares. Aunque los diputados habían asegurado quedarse en sus escaños cuando se habían enterado de la llegada del general, lo cierto es que huyeron despavoridos ante la presencia de los uniformados en el Congreso de los Diputados.


 


La I República murió de esta manera ese mismo día. Otro general, Serrano, tomó el poder, hasta la llegada del rey borbónico Alfonso XII, que convirtió a la nación en una monarquía parlamentaria.

jueves, 22 de octubre de 2015

Las otras "Bodas rojas" de la Historia.

Antes de empezar, os invito a que conozcáis la entrada de este blog que trata sobre la famosa Boda roja, de la serie de novelas Canción de hielo y fuego.

Durante la Edad Media, había que pensárselo dos veces antes de aceptar una invitación para comer, sobre todo si era para que asistiera toda la familia, el clan o algún grupo social, ya que era un momento idóneo para que los comensales, contentos de vino y con la panza llena, ofrecieran un blanco fácil para ser eliminados por un anfitrión ambicioso y cruel, que no le importaba pagar la cuenta sí, a cambio, podía eliminar a una gran cantidad de personas que le suponían una gran molestia, o les consideraba tan enemigos que eran dignos de ser traicionados y muertos, incumpliendo así toda norma esencial de hospitalidad e incluso de humanidad.

De todas las historias que voy a narrar, destaca un personaje que, si nos creemos todo lo que dicen las crónicas de él, era especialmente frío y sádico, por encima de todos los demás. Me refiero a Vlad Tepes, la misma persona que inspiró el Drácula de Bram Stoker.

Con la mente de un dictador al uso, Vlad pensaba que lo fundamental era tener a un país controlado y en orden para que las cosas funcionaran lo suficientemente bien, sin importarle lo más mínimo el individuo, cuando lo que estaba en juego era el bien común. Y entonces, de una manera tan sumamente pragmática, ideó la forma de eliminar a los pobres, a los lisiados y a los leprosos (es tan evidente, como es que nadie salvo a él se le ocurre algo tan genial... -que conste que estoy ironizando-). Como toda esa gente no servía para nada, es decir, que no aportaban nada productivo al Estado, y se dedicaban todo el día de modo ocioso a pedir limosna para intentar subsistir, les convocó a un festín.

Tras disfrutar de las viandas y de las bebidas aquellos que no estaban acostumbrados a ello en absoluto, Vlad Tepes, el voivoda de Moldavia, el malvado de la Historia y de las novelas de terror, les hizo una pregunta de lo más inocente, que era que si querían verse libres de preocupaciones y de privaciones. Y, como es natural, los mendigos del reino dijeron al unísono que sí (a ver, a quién le gusta vivir en la miseria y pasando hambre). Ante el asombro de sus vasallos (que a esas alturas ya estarían vacunados de espanto el ver como se las gastaba su jefe), Tepes mandó encerrar a todos los comensales y que le prendieran fuego al edificio donde se había realizado la última comida de los desheredados del reino. Ninguno saldría con vida y Tepes intentó justificar su malvada acción diciendo que la pobreza se podía erradicar eliminando a los pobres.


Vlad Tepes


Ramiro II (1134-1157) fue rey de Aragón. Siendo el hijo menor de Sancho Ramírez, no le quedaba a su alcance sentarse en el trono por lo que siempre anheló hacer carrera en la Iglesia católica, por lo que es conocido con el sobrenombre de el monje. Sin embargo, las circunstancias le hicieron ceñirse la corona, ya que sus dos hermanos mayores habían muerto sin descendencia.

En aquella época había una serie de nobles arrogantes en Aragón que no se comportaban con la debida consideración hacia su monarca. Eran tales los desaires que se permitían a su real persona, que llegaron a causarle un gran enfado (¿posible debilidad de carácter de Ramiro?, puede ser). Como se ve que no tenía gente de valía a su alrededor que le dieran algún buen consejo, el rey recurrió a su antiguo maestro, el abad de San Ponce de Tomeras, que le transmitió la simple idea de que las coles que sobresalen de un huerto deben de ser cortadas para que este quede de manera uniforme. Entonces, Ramiro entendió lo que debía de hacer...

Aunque la historia de todos estos sucesos se escribieron dos siglos después de los hechos reales, y la historia en sí pareciera en varios aspectos legendaria, los eruditos, que han estudiado las fuentes, han visto evidencias que en lo esencial si que pudo ocurrir de manera cierta la historia de la conocida como Campana de Huesca.

Ramiro el monje, siguiendo el consejo de su antiguo mentor, llamó a los díscolos nobles más prominentes del reino, para mostrarles una campana que iba a realizar y, que según sus propias palabras, iba a ser oída en toda Aragón. Entonces, obedientes esta vez a su soberano, aceptaron la invitación intrigados por ver aquel objeto. Lo que no sabían es que les esperaba la muerte a todos ellos.

Uno a uno fueron entrando confiados en la sala real, donde serían descabezados sin piedad. Una vez reunidas sus cabezas, fueron dispuestas haciendo la forma de una campana. Por último, fue llamado el obispo de Huesca, el principal enemigo del rey, que, horrorizado al ver al sangriento panorama, le fue preguntado si la campana estaba completa, a lo que el asustado religioso diría que sí. El rey, antes de mandar descabezarle, le respondió que le faltaba el badajo, y que su cabeza haría esa función.


La Campana de Huesca, de José Casado de Alisal


La vida de Roger de Flor (1266-1305) es digna de novelas y películas de acción. Siciliano de nacimiento, antes de convertirse en comandante de los legendarios almogávares, vería  con sus propios ojos como caía el último bastión de los cruzados, cuando las hordas musulmanas asaltaron la ciudad de San Juan de Acre (1291), ya que como caballero templario tuvo que luchar en favor del cristianismo.

Expulsado de la orden religiosa, se puso al servicio del rey de Aragón, como capitán de los almogávares, participando así en la conquista de Mallorca y Valencia. Más tarde, también participaría en la conquista de la isla de Sicilia, siempre al servicio de los aragoneses.

La compañía de los almogávares, incluido su capitán, Roger de Flor, fue contratada por el emperador de Bizancio, Andrónico II Paleólogo, ya que se veía acosado por un nuevo enemigo que profesaba la religión del Islam; eran los turcos otomanos. Al mando de más de 5000 hombres de la Compañía catalana, Roger de Flor se pondría a luchar de manera efectiva contra el nuevo peligro que se cernía sobre el mundo occidental cristiano, aunque fuera de manera interesada, y bien pagada. Fueron tantos los éxitos de Roger y sus hombres, entre los que se encontraban españoles de todos los rincones de la Península Ibérica o de otras naciones, sobre ejércitos mucho más numerosos, que el emperador bizantino le nombró jefe de la flota y le entregaría, incluso, la mano de su propia sobrina.

Eran buenos tiempos para Roger que, más tarde, vencería de una manera decisiva a los turcos en la región de Cilicia: unos 8000 almogávares aplastaron a cerca de 30.000 otomanos, produciéndoles 18.000 bajas. Fue tal la magnitud de la victoria, que Bizancio pudo respirar tranquila durante unos cuantos años.

El 5 de abril de 1305 fue organizado un banquete para honrar al brillante capitán, al cual asistieron un centenar de destacados almogávares y el mismo Roger de Flor. El hijo del emperador, Miguel IX, lo había organizado todo: el sitio, la comida, la bebida... e incluso la manera en que habían de ser eliminados. No se saben bien las razones por las que se decidió la muerte de quien tanto beneficio había aportado al reino. Puede que Roger quisiera tomar posesión de los territorios que había conquistado, puede que hubiera acumulado demasiado poder, puede que los celos y las envidias hubieran florecido en los corazones de los más prominentes bizantinos de la corte. El caso es que el gran héroe de los almogávares no merecía una muerte tan indigna como a la que fue sometido, aunque ello acrecentara su leyenda.

Lo que siguió después se le conoce como la Venganza catalana, pero eso es otra historia.


Roger de Flor




Para acabar, voy a hablar del mismo personaje con el que empecé, Vlad Tepes. Cuando llegó la Pascua de 1459, no quiso pasar las fiestas solo. Por lo tanto, invitó a los boyardos (nobles) más prominentes a un gran banquete. En el momento cumbre del mismo, cuando todos estaban ya satisfechos con la comilona, les propuso un juego de adivinanzas. Les preguntó que a cuantos voivodas (príncipes o gobernantes) recordaban. Hay que tener en cuenta que los boyardos eran los que promovían su ascenso y su caída; si un príncipe se humillaba a sus intereses lo mantenían en el trono, y si no les seguía el juego simplemente lo eliminaban de la manera más atroz, como hicieron con el padre de Vlad y su hermano (el primero muerto por apaleamiento y el segundo cegado).

Ante la pregunta, los más viejos respondieron que recordaban a unos 30, y los más jóvenes a unos 8, siendo todas unas cifras que indicaban el poco tiempo de gobierno de los distintos voivodas. Después, Vlad Tepes les hizo otra pregunta, que si no les parecían demasiados príncipes, y sin dejarles contestar, les dijo: "es por culpa de vuestra infamia, que lo contamina todo". Se suspendió el festín, se empalaron a los ancianos y sus mujeres, mientras que los más jóvenes fueron condenados a trabajos forzados hasta que sus costosos trajes de Pascua cayeron en harapos. Se confiscaron los territorios de los boyardos ejecutados y fueron concedidos a pequeños nobles y campesinos libres.






Fuentes:

-Drácula, de Ralf-Peter Märtin.
-Wikipedia.





miércoles, 30 de septiembre de 2015

¿Quién es el monarca más longevo de la historia?

Últimamente se ha hablado mucho de que la reina Isabel II de Inglaterra ha cumplido más de 63 años en el trono y que, por lo tanto, ha superado la longevidad de la mítica reina Victoria. Es algo muy notable sin duda, aunque es superada, todavía,  por el príncipe Juan II de Liechtenstein que estuvo en el trono de su país durante 71 años. En España, la figura real que estuvo reinando más tiempo fue Felipe V, durante 45 años, aunque Jaime I de Aragón le supera ampliamente con 63 años de reinado, mucho antes de que se unieran las coronas peninsulares en la época de los reyes católicos.

Todas ellas fueron unas carreras muy largas sin duda alguna, aunque hay una figura histórica que reinó durante mucho más tiempo, el faraón Pepi II de Egipto. Si es cierto lo que dice el historiador egipcio Manethón, el monarca  ascendió al trono con 6 años y estuvo en el hasta su muerte con 100 años, lo que nos da un reinado de casi 94 años.

Los egiptólogos discuten, siempre con argumentos razonados, cual fue el periodo exacto en el que Pepi II gobernó el país del Nilo, y aunque la mayoría no acepta la larga extensión que ofrece Manethón, si le dan un periodo de al menos 60 años, una cifra muy sobresaliente, teniendo en cuenta que la calidad de vida en general de ese periodo de la historia tan remoto no se puede comparar, ni lo más mínimo, con los avances en medicina o de conocimiento en general con los que se goza en época reciente.


Los restos de la pirámide de Pepi II en Saqqara.




El largo reinado de Pepi II es una muestra de que los reyes longevos -estoy hablando de las épocas antiguas en donde eran líderes absolutos los monarcas-, no eran beneficiosos para un estado o ciudad, ya que la corona en manos de un niño es débil, al igual que en manos de un anciano el poder real se ve en peligro ante la ambición de los poderosos que lo rodean. En este caso en concreto, y aunque se carezca de suficiente documentación ya que la época es muy remota, al poco de morir el faraón Pepi II, Egipto entró en una época de crisis que es denominada el Primer periodo intermedio, y que puede obedecer a varios motivos -crisis económica tras los excesos que supusieron los grandes gastos invertidos en las colosales construcciones de pirámides, el crecimiento del poder de la nobleza provincial...-, entre los que cabe la debilidad de un rey extraordinariamente anciano.


Fuente principal: Historia Universal. Edad Antigua, de Raquel López Melero y otros.

domingo, 20 de septiembre de 2015

El ataque de París por Ragnar Lothbrok

En el año 845 los daneses quemaron la ciudad de Hamburgo después de navegar por el río Elba. En marzo de ese mismo año, penetraron en la desembocadura del Sena con 120 barcos y ascendieron por sus anchas y profundas aguas hasta llegar a París. El jefe de la expedición fue, según la mayoría de los estudiosos del tema, Ragnar Lothbrok, el héroe de tantas sagas nórdicas, cuyos actos reales fueron oscurecidos por el impacto que produjo su leyenda. Su raid, en el corazón del reino de los francos, fue un suceso sobresaliente y destacado.


Ragnar Lothbrok.


La travesía por el Sena supuso una auténtica tortura para la indefensa población que tuvo que sufrir el saqueo y los ataques, aunque los más perjudicadas, a la postre, fueron las propiedades religiosas y las de los dueños de las prósperas granjas que salpicaban las orillas del gran río galo. Los aldeanos entraban en pánico según llegaban noticias acerca de la flota vikinga que se avecinaba, y huían sin entretenerse en establecer ningún tipo de defensa, ya que no tenían ni el coraje ni la capacidad de organizarse convenientemente; en su marcha transportaban los objetos de valor que podían acarrear con ellos y, en algunos casos, las reliquias y los cuerpos exhumados de sus santos patronos. Por orden del rey franco, Carlos el calvo, los restos de Saint Denis, y otros santos, enterrados en el monasterio del mismo nombre, en los alrededores del oeste de París, estaban entre los objetos sagrados que serían alejados de la amenaza de los paganos.

El rey franco había reunido un ejército de manera apresurada, aunque tenía sus razones para desconfiar de la calidad del mismo, el que una vez fuera una magnífica fuerza combativa, el orgullo de Carlomagno. Sus pasados altos estándares de calidad habían declinado y sus fallos eran notorios. Como León el sabio escribiera en mordaces términos:

...ellos rápidamente entraban en caos si tenían que atacar por los flancos o la retaguardia -algo fácil de realizar- y, además, eran profundamente descuidados y negligentes en el uso de centinelas y en el reconocimiento del terreno... Enseguida se desesperaban si carecían de agua y provisiones, y al poco desertaban dejando atrás sus estandartes. Ellos carecían del respetos de sus comandantes, siendo estos fácil de ser sobornados...

Ante este negro panorama, Carlos el calvo decidió sensatamente retroceder a la salvaguarda que le suponían los muros del monasterio (el de Saint Denis), jurando defenderlo a toda costa. La moral de sus soldados, sin embargo, se hizo añicos al contemplar la ejecución de sus camaradas que habían tenido la desgracia de caer en manos de los daneses. El ahorcamiento de los pobres desgraciados, visto con detalle por los francos desde la otra parte del río, fue cuidadosamente realizada para minar la moral de la tropa franca.

Ragnar no encontró ninguna razón para demorar su ataque sobre las fuerzas del rey Carlos. El 28 de marzo desembarcó en París. Era Pascua y la ciudad, que en otras circunstancias hubiera estado rebosante de trabajadores, se encontraba vacía. A la mañana siguiente, los vikingos ocuparon el monasterio de St Germain-des-Prés, en la orilla sur del Sena, y desde allí le enviaron un mensaje a Carlos el calvo, con la oferta de su pronta marcha a cambio de un suculento rescate.

La situación no era fácil para ambos líderes. El tesoro que esperaba capturar el jefe de los piratas había sido trasladado a un lugar vecino. Si Ragnar enviaba una fuerza suficiente a capturarlo, le esperaba un ejército de francos, atrincherado en el monasterio de Saint Denis, y dispuesto a cumplir la debida revancha, amenazando con hacer fracasar el conjunto de la operación. Sin embargo, sus hombres empezaban a mostrar crecientes signos de estar enfermos. Carlos, por su parte, desconfiaba de sus nobles y de sus soldados. Además, el sector sur del río había sido perdido tras el anterior ataque vikingo y sus hombres, que habían sido dispersados, no pudieron ser reunidos y reorganizados.

Carlos el calvo, por lo tanto, accedió a pagarle un tributo de 7.000 libras de oro y plata, y permitir que los paganos marchasen sin resistencia. A fin de reunir la fabulosa suma se incrementaron los impuestos entre los habitantes del reino de los francos; hicieron falta dos meses para poder reunir el pago. Cuando llegó la fecha de la entrega, los vikingos estaban más que dispuestos para la marcha, ya que la enfermedad -posiblemente disentería-que habían sufrido casi desde el día que el rey accedió a pagarles, los había diezmado de manera atroz. Las calamidades que sufrieron los vikingos antes de partir, fueron vistas por los habitantes de París como un milagro producido ante las numerosas súplicas y rezos realizados por ellos con fervor. De camino a casa, y aún teniendo los barcos repletos de riquezas, Ragnar no perdió el tiempo y siguió saqueando todo lugar que encontraba en su ruta.


Miniatura que representa a Carlos el calvo.


El gobernante supremo en Dinamarca en esa época era Horik, que no quería entrar en conflictos con sus poderosos vecinos del sur, y que se veía en aprietos para dominar a sus nobles. Cuando se enteró de la expedición de Ragnar a París, y del supuesto castigo divino que azotó a sus hombres, el envió con premura un mensaje a su vecino, Luis el germánico, hermano de Carlos el calvo, ofreciendo liberar a todos los cautivos cristianos y restaurar el tesoro robado, en la medida de sus posibilidades. Además, para evitar la propagación de la enfermedad en Dinamarca, y para aplacar la ira del dios de los cristianos -por si acaso-, ordenó que todos los que habían participado en el ataque a París fueran trasladados allí para ser ejecutados.

Ragnar y su familia se autoexiliaron a las islas Órcadas, según parece, donde moriría años después, aunque haya relatos que aseguren que fue capturado por el rey Aella de Northumbria, y arrojado a un pozo de serpientes.

Si queréis saber más sobre Ragnar Lothbrok:


-buceandoenlaleyenda.blogspot.com/2013/.../existio-ragnar-lothbrok.htm...
 
 
 
-Fuente: Alfred the good soldier, de John Peddie.

sábado, 12 de septiembre de 2015

¿En que pueblo prerromano mandaban las mujeres? (Península ibérica).

Antes de sufrir el proceso de romanización, tras la conquista total por parte del imperio romano, en el solar de nuestra península ibérica había una multitud de pueblos o culturas, con elementos comunes y con rasgos que le daban personalidad propia. Todas ellas se aglutinan en ibéricas, las de la fachada mediterránea, influenciadas por las colonias fenicias y griegas, y celtas, con elementos culturales llegados del continente europeo.

Gracias a ciertas referencias existentes del historiador Estrabón y de un término latino que alude a una unidad organizativa, cognatio, que alude en derecho romano a la descendencia unilateral por línea materna, siempre se ha pensado que en los pueblos del norte de España, los astures y cántabros, había un régimen social de ginecocracia o matriarcado, es decir, donde eran las mujeres, sobre todo las madres,  las que tenían la máxima autoridad sobre esas sociedades primitivas.


Imagen del norte de España.


Como se tienen pocos datos de todo tipo de estos pueblos, que vivían en un territorio muy montañoso, con escasas comunicaciones internas, y muy difícil de conquistar, como la Historia ha demostrado, siempre se recurre al relato del anteriormente citado Estrabón, muy estereotipado por cierto, para intentar conocer su modo de vida:

...Todos los montañeses son austeros..., duermen en el suelo y dejan que el cabello les llegue muy abajo, como mujeres, pero luchan ciñéndose la frente con una banda... Realizan también competiciones gimnásticas, de hoplitas e hípicas... se alimentan de bellotas de encina, dejándolas secar, triturándolas y luego moliéndolas y fabricando con ellas un pan que se conserva un tiempo. Conocen también la cerveza. El vino lo beben en raras ocasiones... Usan manteca en vez de aceite. Comen sentados en bancos construidos contra el muro y se sientan en orden a la edad y el rango... Todos los hombres visten de negro..., con los que se acuestan también sobre jergones de paja. Utilizan vasos de madera, igual que los celtas. Las mujeres van con vestidos y trajes floreados. A los condenados a muerte los despeñan y a los parricidas los lapidan más allá de las montañas o de los ríos. Se casan (con una sola mujer) igual que los griegos. A los enfermos..., los exponen en los caminos para que los que la han pasado les den consejos sobre su enfermedad...

Sobre su religión se piensa que, como los galaicos, creían en la presencias de númenes divinos en elementos de la naturaleza: árboles, aguas, montes... Danzas rituales sacrificios y creencias en oráculos y augurios eran algunos de los rasgos religiosos de estos pueblos del norte peninsular.

Para terminar, en los últimos años los historiadores han desechado la idea de la existencia del matriarcado o gobierno de las mujeres, y se inclinan por la creencia de la existencia, como en el resto de sociedades indoeuropeas, de que el poder militar, económico y político estaba en manos del hombre.


Fuente: Historia Antigua de España, de José Manuel Roldán Hervás.

viernes, 4 de septiembre de 2015

El arma secreta para vencer a los samuráis.

Okinawa es una isla del Pacífico tristemente conocida por ser escenario de una sangrienta batalla entre norteamericanos y japoneses en 1945. Ese año, mientras los marines morían limpiando la isla palmo a palmo, los pilotos kamikaze japoneses se lanzaban contra los barcos produciendo espantosas bajas a la flota invasora. Además de ser una de las batallas más sangrientas del frente del Pacífico, fue la última antes de que el célebre bombardero Enola Gay lanzara su fatídica carga sobre Hiroshima el día 6 de agosto.

Pero la historia de Okinawa es aún más rica, y nos ofrece un episodio singular que relataré de inmediato.

Como parte del archipiélago de las Ryukyu, y teniendo como vecinos los poderosos imperios de Japón, al norte, y chino al oeste, no es de extrañar que su independencia se vería amenazada en algún momento determinado. La ocasión llegó cuando los japoneses completaron con éxito su proceso de unificación en el siglo XVI. Cuando se vieron poderosos intentaron invadir Corea, y pidieron la colaboración del rey de las Ryukyu, pero su grado de compromiso fue muy inferior al esperado.

Si esto fuera poco, el shogun de Japón (el verdadero poder, por encima del mismo emperador) vio con preocupación como los españoles conquistaron las islas Filipinas, y de como sus misioneros empezaban a llegar a aquella zona. Así, se convenció a sí mismo de que era necesario controlar las islas Ryukyu, porque por allí pasaban los europeos libremente. Cuando un emisario japonés se presentó en la corte del rey para exponer los deseos del shogun, fue tratado con desdén. La mecha de la guerra se había encendido.

En 1608 le fue encargado al daimyo (gobernador) de Satsuma, Shimazu Iehisa la invasión de las Ryukyu. Por lo tanto, un ejército de 3000 samuráis, 5000 hombres de apoyo y 70 navíos fueron enviados para someter el territorio que había desafiado la autoridad de Japón. El rey de las Ryukyu, Sho Hashi, permanecería en su castillo (gusuku) de Shuri, en la isla de Okinawa, desde donde esperaría los dramáticos acontecimientos que se iban a suceder. Los gusukus eran castillos de piedra con muros bajos y sin troneras y su utilidad iba a resultar escasa ante las armas de fuego que traían los samuráis. Estos gusukus se repartían por la geografía de Okinawa. El de Shuri serviría como bastión a los soldados japoneses durante la segunda guerra mundial.

La armada de Shimazu partió el 8 de abril de 1609 y, tras desembarcar, el día 29, los invasores avanzaron rápidamente por toda Okinawa, mientras que los aterrados habitantes de la misma se refugiaban en las montañas a la espera de que acabaran las operaciones militares. Los pobres campesinos se verían maltratados por un tifón que se abatió sobre la zona, además de sufrir algunos episodios de auténtica hambre.

Unos de los bastiones que más resistiría a las fuerzas invasoras fue el puerto de Naha, que contaba con dos fortalezas en la entrada y una gruesa cadena de hierro, que entorpecería su toma durante días. Cuando al fin cayó la posición, la matanza de hombres ancianos, mujeres y niños serviría para aplacar la ira de los samuráis de Satsuma.

Cuando llegaron al bastión principal, el castillo de Shuri, los defensores habían ideado un plan para detener a los samuráis: centenares de serpientes habu, las más grandes y venenosas de la isla, fueron soltadas en las entradas de la fortaleza. Aún así, fueron escaladas las murallas y los atacantes pudieron abrir las puertas y acceder a las dependencias del monarca de las Ryukyu, que se vio obligado a rendirse para evitar más derramamiento de sangre; fue sacado de allí en un palanquín, junto a su hijo y heredero, para ser enviado como rehén a Japón. El castillo de Shuri fue saqueado; antiguos escritos budistas, tesoros de oro y plata, fueron robados. Durante tres días los samuráis victoriosos estuvieron bebiendo sake.


Recreación de unos samuráis siendo hostigados por las serpientes habu.


El rey Sho Nei permaneció prisionero hasta 1611, año en que volvió a Okinawa. Vivió 9 años más pero, abrumado por el sentimiento de culpa, no se sintió digno de ser enterrado en el panteón de los reyes de su dinastía, y su tumba sería colocada cerca del gusuku de Urasoe, con una máscara cubriendo su rostro.

La victoria, sobre todo, sería de Japón que se encerraría en si misma durante siglos, mientras que los países europeos crecerían en todos los campos (militar, tecnológico...) de una manera espectacular, llegando a dominar todos los continentes y todos los océanos del mundo.

Okinawa mantuvo todavía cierta condición de semiindependencia, pagando tributo tanto a Japón como a China, hasta que en 1867 los japoneses se hicieron con el control de la isla.

Con respecto al arma secreta empleada en la defensa de Shuri, la de las serpientes habu, parece que es más una leyenda que un hecho cierto, ya que el episodio no aparece en ninguna fuente escrita fiable, como la del relato del sacerdote Kyan Ueekata, contemporáneo de los acontecimientos.




Bibliografía:
-The samurái capture a King, de Stephen Turnbull.

-El blog: ryukyuperu.blogspot.com/.../the-samurai-capture-king-okinawa-1609.ht...
-La última gran batalla: Okinawa, de Gordon L. Rotman.


Cronología (Atlas histórico mundial (I), de H. Kínder y W. Hilgemann):

-1542 Introducción de las armas de fuego en Japón, importadas de Europa.
-1549 Fundación de misiones jesuitas (Francisco Javier).
-1592-1596 Expedición a Corea.
-1600 Batalla de Sekigahara, acceso al poder de Ieyasu Tokugawa.
-1639 Cierre de todos los puertos de Japón, que se mantendrá hasta 1854. El único contacto entre Japón y el resto del mundo será la concesión comercial holandesa de Dashima, en el puerto de Nagasaki.

miércoles, 26 de agosto de 2015

¿Existió Pocahontas?

La historia de Pocahontas tiene una base completamente cierta. Aunque haya notables diferencias entre la historia real y la de ficción, como la del largometraje de la factoría Disney por ejemplo, siempre es fascinante comprobar como los guionistas o escritores se inspiran en la Historia para acometer sus obras. La historia de Pocahontas está íntimamente ligada a los primeros pasos de la aventura colonial que emprendió la incipiente Inglaterra, que unos siglos más tarde llegaría a dominar una gran parte del mundo.

En 1595, nació en la actual Virginia Matoaka (que es como se llamaba realmente la protagonista de la historia), siendo hija del jefe indio Powhatan. Cuando tenía apenas 12 años pudo observar, como el resto de su tribu, como unos barcos llenos de gente extranjera desembarcaban y empezaban a construir unas casas; eran los cimientos de una nueva ciudad, Jamestown (llamada así en honor del vigente rey inglés, Jacobo I). Entre los colonos ingleses se encontraba un tal John Smith que, gracias a su determinación, logró que los habitantes del nuevo asentamiento no murieran de hambre o abandonaran el lugar, ya que entró en tratos con el jefe Powhatan, el padre de Pocahontas, para que les proporcionaran alimento.


Retrato de Pocahontas hecho en vida.


Parece ser que John Smith era un poco fantasioso a la hora de contar sus aventuras, y, sabiendo esto, conocemos su versión, la única disponible, de un supuesto acontecimiento que parece poco creíble. El mismo cuenta que fue capturado por los indios tras matar a uno de ellos en una escaramuza y, cuando estaba a punto de ser decapitado, fue salvado en última instancia por Pocahontas, que interpuso su pequeña cabeza entre el hacha del verdugo y el cuello del inglés. Los indios se apiadaron, de esta manera, de Smith al ver la actitud de la niña.

Tras el incidente hubo una cierta tranquilidad entre ambas comunidades. En 1609 John Smith, herido tras una explosión accidental de pólvora, partió hacia Europa. Aunque la leyenda dice que ambos, el inglés y Pocahontas, se enamoraron y fueron amantes, en realidad no hay pruebas de que eso fuera cierto, y la gran diferencia de edad, 12 años de la india frente a los 28 de Smith cuando se conocieron, hacen suponer que no existió semejante idilio.

Los conflictos entre indígenas y colonos volvieron a estallar, y Pocahontas fue secuestrada por los europeos, que la bautizaron y la llamaron Rebeca, y le enseñaron el idioma inglés. Uno de los colonos, un tal John Rolfe, que era viudo, y que había tenido éxito en introducir la plantación de una variedad de tabaco que era muy rentable, se casó con Pocahontas el 5 de abril de 1614, a pesar de la gran diferencia de edad que existía entre ellos. El año siguiente nacería el hijo de ambos, Thomas Rolfe. De esta manera la nueva colonia inglesa estableció una alianza permanente con los indios.

El 21 de junio de 1616, Pocahontas/Rebeca viajó junto a su marido a Inglaterra, con el objetivo de captar nuevos colonos e inversores. La joven tuvo ocasión de conocer en persona al monarca inglés, Jacobo I,  en el palacio de Whitehall (Londres). Pero la aventura de nuestra protagonista duraría poco, ya que murió al año siguiente de unas extrañas fiebres que contrajo (posiblemente falleció de tuberculosis), siendo enterrada en un cementerio de Inglaterra el 21 de marzo de 1617, lejos de la tierra que la vio nacer y crecer. Parece ser que antes de morir, había coincidido con John Smith.


Matoaka Whittle Sims, descendiente de Pocahontas.


Si bien los restos de Pocahontas reposan, desde entonces, en suelo británico, su hijo Thomas volvió a Virginia, siendo antepasado de una notable familia virginiana.


Bibliografía:
-La formación de América del Norte, de Isaac Asimov.
-Wikipedia.

sábado, 1 de agosto de 2015

Juego de Tronos, rasgos históricos (II)

Esta entrada es la continuación de una anterior de este blog. Aunque la serie de novelas Canción de hielo y fuego se inscriba en el género fantástico, no se puede negar que las referencias históricas, sobre todo del periodo medieval, impregnen las páginas de la obra. El que se haya acercado a la misma, o viendo la serie de televisión o leyendo los libros, o ambas cosas a la vez, nota enseguida las relaciones entre reyes, nobles y vasallos. Es decir, lo que entendemos por feudalismo medieval queda patente durante las distintas tramas de la historia de George RR Martin.


Típica imagen medieval: un vasallo jurando fidelidad a un rey.



Aunque en la Edad Media europea fueron típicas las guerras libradas entre ejércitos feudales, es decir, compuestos de nobles que iban acompañados por sus vasallos que eran llamados a combatir según los intereses de los primeros, surgieron a raíz de la guerra de los Cien Años un nuevo tipo de ejércitos. Como aquella guerra fue tan larga y atroz, superó el marco del mismo feudalismo: no se podían movilizar hombres por periodos tan largos y abandonar las cosechas que ellos mismos mantenían. De este modo surgieron las compañías libres, que eran contratadas por los grandes aristócratas y los reyes para luchar por sus distintos objetivos. Estas compañías las integraban mercenarios procedentes de todos los rincones de Europa, y de distinta reputación. Cuando la guerra entraba en periodos de tregua se quedaban sin ocupación y sin ingresos, por lo que empezaban a devastar los pequeños poblados que no podían defenderse a sí mismos, creando auténticos problemas a los monarcas, que a veces tenían que emplearse a fondo para eliminarlas. También se les llamaba grandes compañías o rotiers en Francia. Las más conocidas fueron las Compañías Blancas, que ayudaron a Enrique II de Castilla a conseguir el trono, la de los Almogávares, contrados por Andrónico II para intentar frenar a los otomanos y cuya odisea en el Imperio Bizantino rozó la leyenda, o las de los condotieros en Italia.

En Canción de hielo y fuego vemos perfectamente reflejado este fenómeno en las llamadas Compañías Mercenarias, que solían ser contratadas por las Ciudades Libres para defenderse de los dothrakis, o para luchar entre ellas. Por ejemplo, la Compañía Dorada es de muy buena reputación frente a las conductas salvajes de la Compañía Audaz o  Titiriteros Sangrientos, que fueron contratados por Tywin Lannister. Otras compañías son la de los Segundos Hijos, Lanzas Largas o Cuervos de la Tormenta.

Si las compañías libres fueron un fenómeno del período bajomedieval de Europa occidental, la asimilación de esclavos en el ejército fue algo exclusivo del mundo musulmán. Casi desde el principio de su expansión, hubo elementos serviles dentro de las filas de guerreros mahometanos, siendo los más famosos los mamelucos y los jenízaros, estos dentro de la estructura del imperio otomano.

En Tormenta de Espadas nos encontramos a Daenerys comprando a miles de soldados-esclavos, los inmaculados. Esta tropa de soldados singulares solían ser comprados por las Ciudades Libres por su alto grado de eficiencia como tropa de infantería. Al ser castrados desde muy pequeños no tenían ninguna apetencia sexual, por lo que no se dedicaban a las violaciones en masa después de asaltar alguna población. Eran obedientes hasta el extremo y ajenos a cualquier tipo de debilidad humana, cosa que se lograba con crueles pruebas como la de hacerles ir a comprar a un bebé en el mercado de esclavos y estrangularlo ante los ojos de su madre. En definitiva, era el tipo de soldados que cualquier general soñaría con tener, ya que nunca cuestionaban ninguna orden.


Los inmaculados.



El emperador otomano Murat I (1359-1383) instauró una nueva forma de impuestos entre sus súbditos cristianos de los Balcanes y de Asia: podían entregar a un hijo para que entrara a formar parte de una unidad militar de élite, los jenízaros. Reclutados entre los 8 y 20 años, el ejército del sultán podía contar con unos 2000 reclutas nuevos cada año. Los padres con un solo vástago estaban exentos de cederlo a la milicia, así como los mineros cuyos hijos heredaban el puesto de sus mayores en una profesión tan vital para la economía del Imperio.

Al ingresar en el cuerpo de jenízaros los muchachos no debían de tener ningún tipo de educación religiosa ni cultural pero sí un buen aspecto físico. Muchos padres entregaban de buena gana a sus hijos para que huyeran de la vida miserable que les esperaba si permanecían en sus hogares; si tenían suerte, algunos podrían ascender y llegar a tener una posición y reconocimiento en la corte de Constantinopla. Una vez hubieron ingresado en el Cuerpo, organizaban a los reclutas en la orden religiosa de los derviches. Estudiaban el Corán, conocían la literatura árabe y persa, además de una obediencia absoluta. Sus cuarteles relucían de limpios. Dormían en alfombrillas y se tapaban con una simple manta. No les estaba permitido el matrimonio ni practicar otro oficio que no fuera el castrense. Habían de ir perfectamente vestidos y rasurados, salvo el que quisiera llevar bigote; no podían blasfemar ni jugar al azar. Su vida era una rutina de ejercicios, orden, disciplina y sumisión monacal a las reglas derviches... Austeridad y rigor, como la vida de los inmaculados de ficción.

Dejando aparte el mundo militar, me dedicaré a hablar de dos seres mitológicos que aparecen en Canción de hielo y fuego: los dragones y los huargos. Estos son lobos del tamaño de un pony y extremadamente feroces y fuertes. En Juego de Tronos, casi al principio, Ned Stark encuentra una hembra muerta junto a sus cachorros, seis en total, y decide darle uno a cada uno de sus hijos, incluido a su hijo bastardo, Jon Nieve. Además, el blasón de la casa Stark es la del lobo huargo.

En el Señor de los Anillos y en el Hobbit, de J.R.R. Tolkien, aparecen los lobos wargos, siendo de un tamaño descomunal, y sirviendo de montura a los malignos orcos y trasgos. Tolkien se inspiró en la literatura nórdica, una vez más, para la creación de este animal, en concreto en el lobo Fenrir, que es descrito como un lobo monstruoso, hijo de Loki, y destinado para matar a al dios Odín.


El lobo Fenrir.


Si hay una criatura fantástica universal, que aparece en mitologías tan lejanas como la china y la europea, esa es el dragón. No se sabe donde surge la creencia de que esas criaturas alguna vez existieron, pero posiblemente sea de la visión de contemplar los restos de esqueletos de algún gran dinosaurio. De la Edad Media, periodo en que se basa sin duda Canción de hielo y fuego, nos han llegado leyendas que hablan de dragones. Así, los monjes del monasterio de Lindisfarne, lugar tristemente famoso por soportar ataques de los vikingos, escribieron sobre la presencia de dragones en el cielo. Otro ejemplo es la del dragón de la isla de Rodas, muerto por un valiente caballero, del que se sospecha que pudiera ser un cocodrilo llegado allí de manera accidental.

Viserión, Rhaegal y Drogón son los nombres de los tres dragones de Daenerys, la madre de dragones, que posee un poder inmenso al poder controlarlos. Al poder volar y escupir fuego recuerdan en cierto modo a los grandes bombarderos militares de la época actual pero trasladados a una época en la que no existían las armas de fuego como las entendemos ahora.


Daenarys Targaryen.


El hermano de Daenerys era Viserys, el rey Mendigo. Exiliados ambos tras la rebelión de Robert, fueron a parar a las Ciudades Libres, aunque nunca renunciaron al Trono de Hierro. Viserys, para conseguirlo, hizo un trato con un jefe dothrakis, Drogo: le entregaría a su hermana como esposa a cambio de que el dothrakis le cediera un ejército de miles de hombres para recuperar  lo que creía que era suyo por derecho. Transcurrido un tiempo, Viserys se impacientó y empezó a presionar a Drogo, aunque era continuamente ignorado y humillado. En una ocasión, durante una celebración, el rey Mendigo llegó a amenazar con una daga a su hermana, que estaba embarazada del Khal, para que le ayudara de una vez por todas a conseguir su corona. Cuando Drogo le prometió que la tendría, Viserys se apaciguó y soltó a su hermana. Seguidamente, Drogo se quitó un medallón de oro y lo metió en un cazo a fuego vivo para fundir el metal, mientras que sus guerreros sujetaban al pobre desgraciado. Una vez que el metal se hallaba fundido, fue vertido en la cabeza de Viserys, ante la estupefacción de los allí presentes, incluso de su hermana que renunció a apartar la mirada, encontrando así la muerte.

Hay un hecho histórico que recuerda un poco a los sucesos de la novela. Marco Licinio Craso (115-53 a.C.) fue un político romano muy rico y poderoso en la época republicana. Famoso por ser el vencedor de la revuelta de Espartaco, llegaría a ser uno de los primeros triunviros, junto a Julio César y Pompeyo el Grande. Celoso de los éxitos militares de los anteriores, Craso emprendió una expedición contra el imperio parto (55 a.C.) para intentar conseguir gloria militar y riquezas. Tras saquear todas las ciudades que pudo, se enfrentó al ejército parto en Carrás (53 a.C.) donde fue vencido por un ejército numéricamente superior. Tras encontrar la muerte, su cabeza fue cortada y llevada ante el rey de los partos. Según el historiador romano Dión Casio, le había vertido oro fundido en la lengua como símbolo de su codicia.

Respecto a Ned Stark, hay una característica de él que tiene ciertos paralelismos con el zar Pedro I de Rusia y es que ambos ejecutaban a los traidores. En Juego de Tronos, hay una escena en la que Ned, señor de Invernalia, con su espada, le corta la cabeza a un traidor de la Guardia de la Noche, que había huido, mientras hacía una patrulla, de los caminantes blancos. No es nada habitual que un monarca o un noble se manchara las manos para ejecutar a algún condenado a muerte; para eso están los verdugos. Sin embargo, es bien sabido que Pedro I el Grande, con un hacha, decapitó a varios hombres acusados de traición en una ocasión.

Craster es un salvaje que aparece por primera vez en Choque de Reyes, la segunda novela de la saga, y aunque ayuda a la Guardia de la Noche, es uno de los personajes más deleznables que aparecen. Vive con 19 mujeres en el llamado Torreón de Craster, más allá del Muro, aislado, lejos de los Siete Reinos, en un territorio helado y hostil habitado por gigantes, mamuts, salvajes y Caminantes Blancos. De sus muchas mujeres, algunas son sus propias hijas, ya que practica el incesto, siendo los varones nacidos ofrecidos a los Otros, de manera que él es el único hombre en el grupo familiar. Puede que su historia tenga un poso de verdad en una leyenda escocesa.


Ned Stark cumpliendo las leyes.



La leyenda de Sawney Bean es del siglo XVI. Aunque fue publicada como una historia verdadera, nadie ha encontrado nunca visos de verdad en ella. Sawney Bean era un escocés que decidió irse a vivir a una cueva con su esposa en el condado de Galloway, en un lugar solitario y aislado como hizo Craster. Allí tuvo una notable descendencia, alcanzando el clan la cifra de 48 miembros. Para alimentarse él y su familia, Bean decidió "cazar" seres humanos y cocinarlos. En total estuvieron 25 años en aquel lugar recóndito , convirtiendo los parajes en un territorio por donde nadie quería pasar, ya que la gente desaparecía sin que se conociera la explicación. Se calcula que unas 1.000 personas fueron devoradas por los miembros del clan. Cuando alguien, que escapó de manera milagrosa, dio la voz de alarma del ataque que sufrió, hasta el mismo rey de Escocia se puso al mando de un ejército para esclarecer el turbio asunto. Cuando los hombres del rey consiguieron encontrar la cueva, lo que descubrieron les hizo turbarse, miembros humanos colgados y repartidos por todos lados, dispuestos a ser engullidos. Una vez capturados, no hubo piedad con nadie de la familia, todos serían ejecutados sin juicio previo, de una manera atroz.


Sawney Bean en la entrada de la cueva donde habitaba su clan.



La razón por la que pienso que Martin se pudo fijar en la leyenda de Sawney Bean es que el clan se hizo a base de concebir hijos y nietos de forma incestuosa, es decir, que sus propias hijas le sirvieron de amantes para engendrar nuevos vástagos, como el Craster de Juego de Tronos, con la diferencia de que los varones no eran entregados a los Caminantes Blancos, si no que servían para engrosar las filas del clan. Además, es sabido que Martin se inspiró en ciertos hechos de la Historia de Escocia para elaborar el capítulo de la Boda Roja, por lo que es probable que también conociera la macabra leyenda acerca del clan caníbal.


Fuentes:
-Hielo y Fuego Wikia.
-Wikipedia.
-El Gran Capitán, de Antonio Martín Gómez.

jueves, 23 de julio de 2015

¿Cuál fué el primer ejército de la Historia?

Cuando hablamos de la antigua Mesopotamia parece que todo empezó allí. Y seguramente es así en cierto modo, ya que fue en Sumeria donde surgió la escritura, quedando registrados los datos por primera vez en un soporte más duradero de lo que son la palabra y la tradición oral. Gracias a las tablillas de arcilla, decenas de miles, que han llegado hasta nuestros días podemos saber también donde surgió el primer ejército permanente de la Historia.

En una entrada anterior ya comenté cual fue el primer imperio conocido de la Humanidad. Sargón I de Akkad (h. 2350-2295) fue el primer emperador del llamado imperio acadio. De ascendencia humilde, hay una leyenda que afirma que fue abandonado cuando era bebé en un canasto de mimbre para que se lo llevara el río, como el Moisés de la biblia, donde fue recogido, criado y puesto al servicio del rey de Kish, Ur-Zababa, como copero real, Sargón llegaría a tomar el poder de dicha ciudad-estado tras derrocar a su legítimo monarca.


Puede que esta sea la única imagen de Sargón el Grande.




Mesopotamia no era en esa época un estado unificado, sino un conjunto de ciudades independientes que comerciaban, tenían relación y guerreaban entre sí, de vez en cuando. Cada cierto tiempo, había alguna que se sentía más poderosa y conseguía la hegemonía sobre las demás, hasta que le era arrebatada por otra. Y así fue durante cientos de años; puede recordar, en cierto modo, la historia clásica griega, con atenienses, espartanos o tebanos como protagonistas de la misma.

Lo que diferencia a Sargón de los anteriores reyes sumerios, en este punto hay que decir que el no lo era sino que era semita (pueblo de distinta etnia que estaba al norte de Mesopotamia, mientras que los sumerios estaban al sur de la misma), es que no se conformó con el dominio de la región, sino que continuó la expansión hasta alcanzar las actuales Siria, sur de Turquía, Irán..., tomando ciudades milenarias como Ebla, Mari... De este modo, consiguió el poder sobre unas gentes con otras nacionalidades, religiones e idiomas, unificando políticamente el conglomerado, estableciendo un mismo sistema de pesos y medidas, y estimulando el comercio entre todos los países bajo su dominio. En definitiva, fue un verdadero emperador.

¿Y cuál fue la clave de su éxito? Pues fue posiblemente el contar con un ejército permanente. Hay inscripciones en tablillas que hablan de que Sargón sentaba a su mesa a 5.400 hombres, lo que es interpretado que eran los soldados de los que disponía siempre para afrontar sus empresas militares. Aunque nos pueda parecer que era una cantidad pequeña para establecer un dominio sobre extensiones tan grandes, es posible que pudiera disponer también de soldados de leva adicionales, menos experimentados.


En la estela de Naramsín, nieto de Sargón, y último gran monarca de la dinastía.





Para poder mantener esa fuerza estable, muy costosa, y con hombres provenientes de todos los rincones de su imperio, Sargón estableció campañas militares, coincidentes con la fecha de las recogidas de las cosechas, para que los soldados se pudieran cobrar mediante la ancestral forma del saqueo.



Fuentes:

-Historia Universal. Edad Antigua, de Raquel López Melero y otros.
-Documental de YouTube: https://www.youtube.com/watch?v=G-xYgaNqDXU

viernes, 17 de julio de 2015

La luna de miel de un soldado, Yossi Ben Hanan.

¿Qué harías tú si estuvieras disfrutando de tu luna de miel con tu esposa, a miles de kilómetros en un lugar remoto, y alguien te dijera que un ejército enemigo estaba atacando a tu país? Es probable que se te pasara por la cabeza la idea de que nadie te echaría en falta y que había suficientes hombres para entablar la defensa, mientras que tú te harías un poco el despistado para tardar lo máximo posible en cancelar tu permiso de boda y regresar a tus deberes militares. O a lo mejor, actuarías como el protagonista de esta historia, el teniente coronel Yossi Ben Hannan.

Yossi había entregado el mando de su batallón en la Brigada Barak el 4 de septiembre de 1973 y había decidido que su luna de miel no sería nada convencional. De modo que, en compañía de Naty, su flamante esposa, voló al Himalaya. En vísperas de Yom Kippur (el día más sagrado de la religión judía) viajaron en motocicleta hasta la frontera con China. Al regresar a Katmandú para celebrar Yom Kippur, la recepcionista del hotel le dijo: "Usted es de Israel, ¿verdad? Algo está pasando por sus tierras. Tendría que oír las noticias"...

Yossi Ben Hanan.


A las 1as 14:00 horas del 6 de octubre de 1973 los cañones de los sirios en la frontera norte de Israel, y de los egipcios en la del sur, se pusieron de acuerdo para vomitar toneladas de munición sobre las posiciones de las escasas tropas judías, ya que la mayoría de los hombres y mujeres se encontraban de permiso en sus hogares celebrando su más afamada fiesta religiosa. Poco después, siguió la tormenta, esta vez en forma de decenas de miles de soldados y miles de carros de combate que desbordaron la primera línea de defensa, y se afincaron en la península del Sinaí, los egipcios, y en los Altos del Golán, los sirios. Y es en este escenario geográfico donde continuaré el relato.

Para frenar los casi 1400 carros de combate sirios, los israelíes solo contaban con apenas 180, encuadrados en dos brigadas, la 7ª que defendía el norte del Golán, y la Barak, al sur. La desventaja era atroz y solo era cuestión de tiempo de que los blindados judíos fueran desbordados por aquella infernal marea de acero, antes de que llegaran los refuerzos, cuestión que sería un tanto peliaguda ya que Israel es un país pequeño y estrecho, y que puede fácilmente ser partido en dos. No hace falta mucha imaginación para adivinar la lucha épica que estaba a punto de desarrollarse.

Los pocos carros judíos pronto se vieron envueltos en una lucha a ultranza y a quemarropa, cediendo terreno mientras que los sirios avanzaban inexorablemente. Los combates se prolongaron durante la noche del día 6, sin que nadie echara una mano a las agobiadas, y cada vez más mermadas dotaciones de carros. Para más inri, los árabes contaban con visores nocturnos en sus tanques para combatir en la oscuridad, ventaja con la que no contaban los de Israel.


Restos de la batalla en los Altos del Golán.


Al día siguiente, el frente sur del Golán estaba a punto de colapsar, y los sirios estaban a escasos 8 km de la frontera, cuando aparecieron los primeros refuerzos que salvaron por muy poco la batalla, aunque las cosas no eran tan halagüeñas para los defensores del norte, los carros de la 7º brigada blindada, que tuvieron que seguir luchando sin dormir para intentar frenar a los árabes que no cejaban en su empeño. En un lugar, que más tarde sería conocido como el Valle de las Lágrimas, 105 carros judíos tuvieron que enfrentarse a más de 500 sirios, durante 4 días y 3 noches.

Cuando amaneció el día 9, sólo quedaban siete carros y casi sin munición, mientras que el jefe de la 7ª brigada pedía de forma desesperada a sus hombres que resistieran, pero estaban ya al límite de sus fuerzas, y los sirios estaban lanzando un ataque que se adivinaba que sería el definitivo..., pero de repente aparecieron refuerzos, escasos, tan sólo 13 carros, pero suficientes para poder frenar la acometida del enemigo, que empezó a abandonar el lugar, ya cansado del intento de romper un frente que les parecía ya imposible. Despedazados y llameantes, se quedaron los restos de 260 blindados sirios. Gracias a esos refuerzos que llegaron a última hora, los israelíes pudieron salvar una jornada que se antojaba muy difícil, en uno de los combates más épicos que se han dado tras la Segunda Guerra Mundial, y fue gracias, entre muchos otros, a Yossi Ben Hanan, que apenas cuatro días antes se encontraba disfrutando de su luna de miel en Nepal.

Yossi y su esposa, tras recibir la desagradable noticia del ataque sorpresa el día del Yom Kippur, en una carrera contra reloj y utilizando todos los subterfugios posibles, consiguieron coger un avión para regresar a Israel a través de Teherán y Atenas. Desde la capital griega Yossi llamó a su familia para le llevasen el uniforme y el equipo al aeropuerto. Mientras se dirigía velozmente hacia el Golán poco podía imaginar que le darían el mando de lo que quedaba de su antigua brigada. Lo que se encontró fue un puñado de carros reparados a toda prisa, unos hombres con barba de varios días, muertos de sueño de no dormir, algunos quemados y la mayoría ennegrecidos por el humo y las llamas. Era una visión conmovedora y tranquilizadora a la vez. Y con esas escasas fuerzas se dirigió Yossi con sus hombres para salvar a Israel en una de sus batallas más difíciles, mientras Naty se preguntaba con desasosiego si vería regresar con vida al hombre con quién había decidido pasar el resto de su vida.

Por fortuna para ella, si pudo abrazarlo al terminar la guerra, aunque  no tendrían tanta suerte los 2500 soldados judíos que cayeron en el campo de batalla, o los miles de soldados árabes que tan valientemente dejaron sus vidas.


Fuente: La Guerra del Yom Kippur, de Chaim Herzog.