Buceando en la leyenda

Buceando en la leyenda

martes, 19 de diciembre de 2017

El terrible error del Mossad que no cuenta la película "Munich".



En el año de 2005 se estrenó Munich, de Steven Spielberg. El argumento de la historia es tan antiguo como el Hombre, ya que habla de la venganza, de cumplir la máxima escrita en la misma Biblia y que se puede resumir en aquella frase del ojo por ojo. En 1972 se celebraban en la ciudad alemana los Juegos Olímpicos, una celebración deportiva que los griegos antiguos consideraban época de tregua y de paz, pero que los palestinos de la organización terrorista de Septiembre Negro, aprovecharon para desencadenar los acontecimientos tan terribles que llevarían a la muerte de once atletas israelíes y de ellos mismos.

La cinta cuenta con detalle como el gobierno de Golda Meir (1898-1978) dispone todo para que un grupo de agentes secretos se encarguen de localizar y eliminar a todo aquel que hubiera participado de algún modo en aquel baño de sangre que conmocionó al mundo entero el verano de aquel año. Uno a uno, llegarían a ser eliminados de una manera casi quirúrgica, evitando daños colaterales, a palestinos supuestamente involucrados en la organización terrorista en diversas ciudades europeas, como Roma o París. Sirviéndose de la información proporcionada por diversos contactos, el servicio secreto del Mossad israelí empezaría a tejer la red de la que siempre se escapaba el principal sospechoso de ser el cerebro del atentado terrorista de los atentados de Munich, Alí Hassan Salameh.
 
 
Terrorista palestino asomado a un balcón durante los trágicos sucesos ocurridos durante las Olimpiadas de Múnich (IMAGEN DE WIKIPEDIA)
 

 
 
La eliminación del príncipe rojo, que era el apodo de Salameh, sería algo así como la guinda del pastel de la llamada operación Cólera de Dios, pero era como si se lo hubiera tragado la Tierra o hubiera emigrado a Marte; simplemente no se tenía constancia de su paradero. Pero todo cambió cuando un soplón dio un nombre y un lugar: Salameh se encontraba en una pequeña localidad de Noruega, Lillehamer.

La información se dio por buena y se envió de manera apresurada a un equipo hacia aquel frío país del norte de Europa donde todos eran rubios, y no sería difícil encontrar a un palestino, aunque tampoco sería sencillo pasar desapercibido a un grupo de agentes secretos de origen semita. Al seguir al supuesto terrorista, los israelíes no tuvieron en cuenta el detalle de que el objetivo conocía a la perfección las calles de Lillehamer, y es que el supuesto Salameh se trataba en realidad de Ahmed Bouchiki, un marroquí que llevaba cinco años viviendo en el lugar, y que trabajaba de camarero.

Tras dar el visto bueno la dirección del Mossad en Israel, se dispuso todo para la eliminación física del objetivo. Cuando paseaba por la calle acompañado de una mujer, que era la esposa noruega de Bouchiki y que se encontraba embarazada, los pistoleros se acercaron y descargaron sus armas sobre el marroquí acabando con su vida en el acto. De allí huyeron a toda prisa pero la policía noruega pudo apresar a seis agentes del Mossad. Tras el interrogatorio los sospechosos se derrumbaron y dieron los detalles, con pelos y señales, de toda la operación, desatando un auténtico escándalo de proporciones planetarias. Es decir, que el mundo se enteró de toda la operación que había puesto en marcha el gobierno de Israel para vengar la matanza de atletas israelíes en las Olimpiadas de 1972. Los agentes del Mossad serían juzgados y condenados en su mayoría, aunque los ejecutores habían logrado escaparse, la operación sería cancelada, y la vergüenza caería sobre el gobierno de Meir y de el Mossad en una auténtica chapuza que dejaría, -lo peor de todo-, a una mujer viuda con el hijo de una persona asesinada en sus entrañas, siendo huérfano antes de nacer.

Toda esta historia es omitida enteramente en la magnífica película de mi admirado Spielberg, aunque es posible que sirva de inspiración para que pueda ser contada en otra que hablara sobre los peligros que conlleva la venganza irracional, de como el odio que engendra una acción asesina y despiadada puede provocar otra acción igualmente abominable.

POSDATA: Salameh sería asesinado en 1979 tras ser localizado en Beirut. El método usado sería el de detonar un coche bomba. Además, se supo que el que dio la información falsa del paradero de Salameh de Noruega era un agente doble que la dio a sabiendas de que era falsa. Como curiosidad final, Ahmed Bouchiki, el inocente asesinado por el Mossad en Lillehamer, era hermano de Chico Bouchiki, uno de los fundadores del grupo musical Gipsy Kings.
 
Fuente principal: Wikipedia.