Buceando en la leyenda

Buceando en la leyenda

miércoles, 25 de junio de 2014

¿Existió Frankenstein?

Aunque se pueda confundir el nombre del monstruo de la célebre novela de la escritora británica Mary Shelley de 1818, con el de su creador, el doctor Frankenstein, no hay que olvidar que, realmente, el protagonista principal, o sea el ser hecho de retazos de cadáveres, carece de nombre. La novela de Frankenstein o el moderno Prometeo fue concebida por Mary, en un viaje a Suiza que realizó junto a su marido, para visitar a Lord Byron, célebre poeta inglés. Como si de un juego se tratara, Byron retó a sus invitados a componer una historia de terror. A partir de entonces, empezó a germinar la historia de Frankenstein en la mente de la autora.


El actor británico que dirige y protagoniza la excelente película "Frankenstein de Mary Shelley".

 

 
En la época en la que vivió Mary, eran célebres los experimentos que se hacían con electricidad sobre cadáveres humanos o de animales, o partes de ellos para que se movieran. Otra de las fuentes de inspiración es la figura de Prometeo, como bien aparece en el título de la novela, que desafió a los dioses griegos creando al hombre a partir del barro. Según la misma Mary Shelley escribe en una carta, citando una de las conversaciones de su marido con alguno de sus amigos: ...Hablaron de los experimentos de Darwin..., quien fue capaz de conservar un trozo de vermicelli en una caja de cristal hasta que, por algún medio extraordinario, este comenzó a moverse por voluntad propia. No de esta forma, pero quizás de otra, se podía dar la vida. Quizá un cadáver podría ser reanimado; el galvanismo había dado pruebas de esa posibilidad.

En los últimos años han surgido teorías acerca de que si hay alguien más que haya podido influir en la autora para escribir su relato. Los investigadores buscan a algún científico, vamos a llamarlo así con mucha cautela, que hubiera realizado ciertos experimentos un tanto fuera de lugar, y que hubieran traspasado los límites científicos de la época para poder llegar lo más lejos posible, aún a costa de superar las restricciones de la época, y convertirse en malditos a ojos de los demás. Lo que algunos eruditos buscan es al auténtico doctor Frankenstein.

Hay que tener bien presente que Mary Shelley nunca mencionó a los personajes que voy a exponer a continuación, pero lo que es indudable es que con toda seguridad oiría hablar de ellos, ya que eran muy célebres y cercanos en el tiempo que le tocó vivir. Uno de ellos fue el inquietante Johann Conrad Dippel (1673-1734). Este teólogo, químico, médico alemán nació en el Castillo de Frankenstein (sí habéis leído bien). Hay algunos que piensan que en el viaje, antes mencionado, de Mary a Suiza con su marido a algunos amigos, pudieron haber pasado por las cercanías de dicho enclave, donde les habrían contado las misteriosas historias  sobre el más célebre de los habían habitado en dicho castillo, que no es otro que Conrad Dippel. Envueltas en un halo de misterio, los relatos sobre aquel hablaban de ciertos experimentos realizados sobre cadáveres humanos. Al abrigo de la seguridad que suponía estar entre los muros de aquella fortaleza, las investigaciones hechas por Dippel no son muy conocidas, y las leyendas crecieron en torno a su figura engullendo la realidad.


Castillo de Frankenstein en Darmstadt.


Cuando Mary Shelley era una tierna niña de 5 años, Giovanni Aldini se hizo famoso por hacer un experimento público sobre un cadáver recién ejecutado, el de un hombre llamado George Foster.

Éste físico italiano era sobrino de Galvani. Como en Italia a los reos condenados a muerte les cortaban la cabeza, los experimentos con electricidad sobre ellos, por lo tanto, solo eran posibles en los cuerpos desmembrados. Cuando aplicó electricidad a la cabeza desmembrada de una persona recién ejecutada, y según sus palabras: ...formé un arco con dos cables metálicos. Cuando esta comunicación fue establecida, observé fuertes contracciones en los músculos de la cara, que se contraían de manera tan irregular, que exhibían la apariencia de muecas terroríficas.

Como en Inglaterra a los condenados a muerte no los decapitaban, sino que les ahorcaban, se dirigió a aquel país para continuar con sus investigaciones con cadáveres completos. Aldini no tardó en codearse con los miembros de la alta sociedad inglesa, a los que deslumbró con sus experimentos innovadores. Cuando planteó la posibilidad de intentar revivir a una persona recién ejecutada usando ciertas dosis de electricidad sobre el cadáver, tuvo la aceptación a poder realizar tales experimentos.


Giovanni Aldini.


El 17 de enero de 1803 era la fecha de la ejecución de George Foster, un joven acusado y condenado por matar a su mujer e hija pequeña, y lanzarlas al río. Sin pruebas muy sólidas, la sentencia sería llevada a cabo, aunque había sospechas de que la mujer podía haberse suicidado. No importaba demasiado, la cuestión es que George era un ejemplar joven y sano, justo los que le hacía falta al investigador italiano para ejecutar la prueba que tanta expectación había levantado entre los clases altas de Inglaterra.

Una vez ejecutado el reo, fue llevado con premura a una sala donde le fueron aplicadas fuertes dosis de electricidad al cadáver, que sufriría convulsiones, que se transformaron en movimientos involuntarios de miembros... Sin duda sería un espectáculo grotesco que poco aportaría a la Ciencia, y que solo serviría para denigrar el cuerpo de una persona que había perdido absolutamente todo.



Aquí os dejo en enlace para ver el documental sobre Aldini que es muy bueno.

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