Buceando en la leyenda

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viernes, 16 de septiembre de 2016

Mentiras de la Historia (I). La Glorious Revolution.

¿Por qué llaman los británicos revolución a un acontecimiento que fue una invasión holandesa?

Siempre se ha considerado a la invasión normanda de 1066 la última conquista extranjera hecha sobre suelo británico. No voy a ser yo, un humilde servidor, el que valore de manipuladora a la historiografía británica, aunque es evidente la influencia masiva de la misma en las mentes de todos los habitantes del Globo, introducida, mayoritariamente, en forma de grandes producciones cinematográficas hechas por los estudios norteamericanos de Hollywood; todos hemos oído hablar de William Wallace, del rey Enrique VIII... y un largo etcétera de personajes históricos anglosajones como si el resto de los países no tuvieran historia.

Hay un hecho histórico en la Historia Británica que es calificado como la Glorious Revolution (1688-1689), y que supuso la huida del rey católico Jacobo II y la entronización del estatúder holandés Guillermo de Orange, el que sería el rey Guillermo III de Inglaterra.

Antes de que se desarrollaran los acontecimientos, en Inglaterra había un descontento manifiesto de ciertos sectores que veían con preocupación de como un rey católico se sentaba en el trono de Inglaterra, y dictaba leyes que favorecían a los católicos ingleses, siempre marginados por las mismas durante los reinados anteriores. De todas formas, había cierta tranquilidad en los sectores contrarios al rey Jacobo II, ya que era bastante anciano y no se esperaba de él que concibiera un varón que continuara una dinastía católica; en ese caso heredaría el trono su hija María, y el marido de ésta el estatúder de los Países Bajos, Guillermo de Orange, ambos protestantes, y que gozaban de la aprobación del partido de los whigs, entre otros.


Guillermo de Orange desembarca en Torbay (Inglaterra).


Pero la tranquilidad de los anticatólicos se truncó cuando la esposa de Jacobo II, María de Módena, dio a luz a un bebé, varón y bautizado por el rito católico; las conspiraciones empezaron a tomar forma para intentar atajar el problema: el 5 de noviembre, la solución tomó forma en una invasión por parte del ejército holandés de Guillermo de Orange, que apenas encontró oposición entre las tropas inglesas, que tuvo deserciones tan notables como la del duque de Marlborough.

El rey Jacobo II huyó con toda su familia a Francia. Antes de hacerlo arrojó el sello real al río Támesis, aunque unos pescadores lo encontraron a los pocos días. La dinastía de Orange, o sea extranjera, de los Países Bajos, se instauró en Inglaterra; todo fuera por el bien del protestantismo, es decir por una religión que les convenía a los que manejaban los "hilos del poder" en ese momento.

Entonces, todo esto ¿fue una revolución o una invasión extranjera?



Fuente principal: Historia Moderna Universal, de Alfredo Floristán y otros.

lunes, 5 de septiembre de 2016

El último rey de Egipto.

En 1952 sucedió en Egipto un golpe de estado incruento que derrocó a un monarca, y acabó con la última dinastía real en un país que había conocido reyes y faraones durante milenios. Faruq I (1920-1965) fue un rey bastante peculiar.

Con tan solo 16 años fue elevado al trono del país del Nilo. Fue enviado a Gran Bretaña para ser educado, y parecía prometer ser un buen rey cuando era joven y apuesto. Nada de eso se llegaría a cumplir.

Las anécdotas sobre él son numerosas y hablan de un rey despreocupado y derrochón que gustaba de lujos y excentridades, mientras que su pueblo era pobre y pasaba hambre. Es más, su sobrenombre más conocido es el de el "ladrón de El Cairo".


Faruq I de Egipto, cuando era joven y delgado.



Por si fuera poco, a Faruq pudo ser cleptómano, es decir, ladrón compulsivo. De hecho, se apropió de forma indebida de un reloj del mismísimo Winston Churchill, y de una espada del sha de Persia, que era su cuñado.

Cuando fue finalmente derrocado por el Movimiento de Oficiales Libres, encabezado por Nasser y Naguib, se encontró entre su inmenso patrimonio una enorme colección de material pornográfico. Todos sus bienes fueron subastados, aunque el rey contaba con una gran riqueza en joyas, que se pudo llevar, y cuentas bancarias en distintas entidades, por lo que se dedicó el resto de sus días a derrochar su fortuna en banquetes y fiestas por distintas ciudades de Europa. Engordó hasta los 140 kilos y falleció de un infarto en un restaurante francés.

Como he dicho antes, hay muchas anécdotas divertidas (vamos a llamarlas así) sobre este monarca tan pésimo que os invito a ver en este enlace, aunque comentaré un par de ellas.

En plena Segunda Guerra Mundial, cuando los alemanes avanzaban sobre Egipto, que era un dominio británico todavía, Hitler recibió un telegrama del rey Faruq agradeciéndole su interés por invadir su país. No me imagino la cara que pondría el líder germano cuando viera tal despropósito.

En otra ocasión tuvo una pesadilla en la que soñaba que le devoraban unas fieras salvajes. Entonces su reacción, como déspota que era, fue la de ir al zoológico a disparar a los pobres animales que se encontraban encerrados.

En realidad, no fue Faruq el último rey de Egipto, si no su hijo Fu'ad II que era apenas un bebé, aunque no le dejarían en el trono muchos tiempo, ya que la república fue proclamada en 1953, con Nasser el frente del país. Al poco de ser destronado, el "rey cleptómano" se proclamó descendiente de Mahoma, por si "colaba", siendo como era poco devoto de la religión oficial del país que había reinado.

Como positivo de él, se puede decir que modernizó el campo (Egipto es un país donde la Agricultura tiene una enorme importancia en la economía), y fundó la Liga de Estados Árabes. Además, no tengo conocimiento de que se produjera actos de represión política hacia su pueblo durante su reinado.