Buceando en la leyenda

Buceando en la leyenda

martes, 29 de octubre de 2013

El código de Hammurabi. ¿Fué el primero?


La estela del código de Hammurabi fue descubierta en 1901 por el arqueólogo francés Jacques de Morgan. Después, fue llevada al museo del Louvre y, desde entonces, permanece expuesta allí. El código consta de un prólogo, el cuerpo legal y un epílogo; tiene 282 artículos, aunque algunos se han perdido. Las leyes están inspiradas por los dioses. Así, según el relieve de la parte superior de la estela, el dios Shamash (de la justicia) hace entrega al rey de Babilonia de dicho código. Las leyes incluidas en él tratan de distintos tópicos jurídicos: derecho penal (ley del Talión), matrimonio, divorcio, ventas y depósitos, esclavitud y robo…; distingue tres categorías de ciudadanos: awilum (ciudadano de pleno derecho), muskenum y wardum (esclavo). Probablemente la estela con el código grabado, estuvo expuesta públicamente en el templo para que el litigante que iba en busca de justicia pudiera leer, o hacer que le leyeran, la regulación real del derecho que le asistía. Los fines que perseguía eran el de la unificación del derecho en el reino y la regulación de los precios.
 
 

Pero realmente, ¿ha sido el primer código de leyes escrito por el hombre que ha sido descubierto? ¿Es el código de Hammurabi el más antiguo de los que se ha conservado?

En contra de la creencia generalizada, no es el de Hammurabi el corpus de leyes más veterano. Hay tres que le superan en antigüedad.

El código de Lipitistar, rey de la ciudad-estado de Isin, ha sido fechado hacia el año 1860, es decir, es casi 100 años más antiguo que el de Hammurabi. De él, se conservan casi 37 artículos completos. Los temas de que tratan son derecho mercantil, de familia, herencias, delitos de sangre, y delitos contra la propiedad.

El códice de Eshnunna es también más antiguo que el de Hammurabi, pero el primero de la historia universal es el de Urnammu, rey de Ur (hacia el 2050 a.C.). Las pocas leyes que se conservan de él, son de derecho penal y, caso curioso, ya se admite la compensación económica en los delitos de sangre.

Seguramente, hay muchos más códigos de leyes tan antiguos, o más, que los descritos que se han perdido para siempre o que los arqueólogos no han podido todavía hallar.
 

 
 
Fuente principal: Historia Universal, Edad Antigua de R. López Melero y otros.

domingo, 20 de octubre de 2013

Francis Drake, ¿héroe o villano?


Francis Drake nació en Tavistock (hacia el año 1543). Fue corsario, explorador, político… Con sólo 13 años de edad, se empleó como marino mercante. Aunque tuvo múltiples ocupaciones durante su intensa vida, fue, sin duda, en su actividad como corsario, al servicio de la reina de Inglaterra, Isabel I, contra los intereses del gran imperio español, con la que ganó su fama universal. Osado, valiente y temerario, el inglés ha sido uno de los piratas más famosos de la Historia.


Francis Drake.

 
En 1573, junto al marino francés Guillermo Le Testu, capturó un convoy español cargado con oro y plata, de las minas americanas. Drake debía  de entregarle su parte a la reina Isabel, que era la que patrocinaba sus expediciones de corsario. Además de capturar buques españoles, algo que sin duda resultaba muy rentable, se encargaba de tomar ciudades en la América española. Así, en 1586 desembarcó en Santo Domingo, la ocupó y exigió un rescate por su devolución: el precio pagado fue de 25.000 ducados. La misma operación fue realizada con la ciudad de Cartagena de Indias, aunque el botín obtenido fuera mucho mayor: 107.000 ducados.

Anteriormente, en 1577, la reina de Inglaterra le puso al mando de una expedición que tenía como objetivo al ataque a las posesiones españolas en el Pacífico. La consecuencia de aquella empresa, que fue un éxito, ya que vinieron cargados de riquezas, y los daños a las propiedades de la corona española fueron cuantiosos, fue que, tras tres años de travesía, Drake fue el primer inglés que dio literalmente la vuelta al mundo, y la segunda persona en hacerlo, después de que lo consiguiera Juan Sebastián Elcano. Después de lograr su hazaña, Isabel I le nombró caballero.


Sir Francis Drake.


Cuando estalló la guerra entre Inglaterra y España, en 1585, la actuación de Drake iba a ser muy importante para el desarrollo de la misma. Aparte de las acciones antes mencionadas en el Caribe contra los baluartes hispanos de Santo Domingo y Cartagena de Indias, el inglés realizó un ataque más osado en el mismo territorio español. En el puerto de Cádiz, en 1587, se iba concentrando parte de la flota española que iba a partir en breve, y que sería conocida como la Armada Invencible, para invadir Inglaterra. Drake atacó a los barcos españoles allí anclados y hundió 24 de ellos antes de retirarse, sin perder ninguno de los suyos. Esa brillante acción, además de privar a España de unos buenos buques, retrasó los preparativos de la invasión a la isla británica, cosa que sería nefasta para los españoles, ya que su mejor marino, el marqués de Santa Cruz, moriría de manera inesperada, un poco después, sin poder llegar a comandar la flota hispana.

 
Tras el desastre español de la Armada Invencible, los ingleses intentaron devolver el golpe con idénticos desastrosos resultados. Así, organizaron una gran flota con el objetivo de golpear a España: atacarían las costas españolas para provocar la insurrección de Portugal, e intentarían conquistar las islas Azores. La operación, que estaba al mando de Drake, resultó ser un fracaso y los ingleses perdieron 12.000 hombres y 20 naves. Sir Francis Drake fue culpado, en gran parte, de la derrota y fue severamente castigado: se le denegó el mando de cualquier expedición naval durante los siguientes 6 años.

 


Como la guerra con España no marchaba demasiado bien, Drake propuso, en 1595 (ya había trascurrido el periodo de castigo), un ataque sobre Panamá. La expedición resultó ser otro sonoro fracaso para Drake. Además, perdió la vida después de contraer la disentería. Su cadáver, como buen marinero que había sido, fue lanzado al mar (1596).

 

FRANCIS DRAKE VILLANO. Sería fácil hacer una crítica del inglés alegando que era un pirata. No por serlo, iba a ser peor que el resto de los personajes históricos de su época. En resumidas cuentas, Drake fue un hombre de acción que luchó por conseguir fortuna y una buena posición, favoreciendo a su país si estaba en su mano. Pero, hay un hecho, no muy bien conocido, que sucedió durante el intento de la Armada Invencible por conquistar Inglaterra, que pone en evidencia que su afán de riqueza estaba por encima del servicio a su patria. Así, tras la batalla de Plymouth (31 de julio de 1588), entre los buques ingleses y los españoles, un navío de éstos, el Nuestra Señora del Rosario, quedó a la deriva y abandonado. A Drake, al mando de una flota, le ordenaron perseguir a los barcos españoles para que no se perdiera el contacto con ellos. Como se había hecho de noche, debía mantener las luces de su buque encendidas para que fueran visibles para el resto de los navíos ingleses. Sin embargo, a Drake le salió la vena pirata, y apagó las luces de su navío y emprendió la caza del buque español, abandonando la crucial misión de perseguir a la flota hispana. Del buque, Nuestra Señora del Rosario, obtuvo pingues beneficios, pero fue duramente criticado por su acción de pirata, en tan delicados momentos para la salvación de Inglaterra.

 

Otra faceta no muy bien conocida de Drake es su actividad como traficante de esclavos. Aunque el esclavismo estaba universalmente aceptado en aquella época (incluso por la Iglesia católica), no deja de ser una actividad cruel para los seres humanos que perdían la libertad para convertirse en mercancía de otros seres del mismo género. Así, en 1567 se embarcó junto con su primo John Hawkins en una expedición, en la que capturaron 200 personas de raza negra en distintos puntos de África; cruzaron el Atlántico llegando a Dominica, Margarita y Borburata, donde vendieron a estos hombres.
 
 
 

 
FRANCIS DRAKE, ¿HÉROE O VILLANO? Tuvo algo de ambos, como casi todos los grandes personajes de la Historia. Como buen pirata que fue, nunca desperdició la ocasión de conseguir algún gran tesoro, aunque no hay que olvidar sus facetas como almirante al servicio de su patria, su labor como político, y su gran obra de exploración que le llevó a dar la vuelta al mundo, algo, sin duda, excepcional para su época.

lunes, 14 de octubre de 2013

¿A qué vikingo proclamaron santo?

Olaf nació en el año 995 d.C. en Ringerike, siendo tataranieto del rey Harald I de Noruega. Cuando su madre quedó viuda, se casó con el que sería el padrastro de Olaf, Sigurd Syr, el rey de Ringerike. Cuando tenía once años de edad, Olaf empezó a embarcarse en los temibles drakkars, y así participar en las incursiones vikingas. Los saqueos, los pillajes, los asesinatos, los secuestros para pedir rescates, la extorsión para pedir dinero, el incendio de ciudades... Todo ello, y mucho más, le serían familiares a Olaf antes, siquiera, de llegar a la adolescencia. El rastro de sangre y destrucción le llevaría al Báltico y a las Islas Británicas, donde participaría en el ataque a Canterbury de 1011.





Durante la travesía de cierto viaje, atracó en las costas de Normandía. Allí, en el invierno de 1013-14 se convirtió al cristianismo y fue bautizado. El duque Ricardo II de Normandía, que era el anfitrión de Olaf, y que era un ferviente católico, seguramente, tuvo que ver mucho en esa repentina conversión.  Atrás quedaban sus dioses paganos Odín, Thor... La conversión de Olaf era un ejemplo de lo que estaba sucediendo en los años finales de la era vikinga: los antiguos guerreros nórdicos iban aceptando la nueva fe.

Cuando Olaf llevó a Noruega, para reclamar el trono, al ser el tataranieto del antiguo rey Harald I, el poder del país estaba dividido entre los grandes nobles. Además, los suecos y los daneses dominaban ciertas zonas del país. Tras una serie de campañas exitosas logró unificar el país bajo su dominio. Una vez aplastada la oposición, instauró el cristianismo como religión oficial. Trajo obispos desde Inglaterra y construyó iglesias por toda Noruega. Para que nadie dudara de sus intenciones de cristianizar el país, instauró la pena de muerte a los que se negaran a convertirse.

En 1028, el rey de Dinamarca, Canuto II, invadió Noruega, y Olaf tuvo que exiliarse, aunque regresó dos años después, para reclamar su trono. Reunió un ejército, mucho menos numeroso que el de sus enemigos, y marchó para librar, la que sería conocida como, la batalla de Stiklestad. Olaf fue derrotado y muerto en dicho enfrentamiento. A partir de ese momento, se obraron milagros alrededor de su cadáver y, con el tiempo, se construyó la Catedral de Nidaros, donde su cuerpo había recibido sepultura. Su culto crecería y la catedral llegaría a convertirse en un lugar de peregrinación.



Batalla de Stiklestad, en la que murió Olaf II.



Después sería santificado y, Olaf II Haraldsson, llegaría a convertirse en el santo patrono de Noruega.

Uno no deja de sorprenderse de como alguien que ha matado tanto, y que ha mandado matar a tantas personas; que ha empuñado una espada, que ha a navegado en barcos vikingos para saquear, incendiar, robar y secuestrar; una persona que ha muerto en un campo de batalla, con huestes a sus órdenes, que morirían en su mayor parte por sus derechos de sangre hacia una corona..., que alguien así pueda obrar milagros tras su muerte y que sea declarado santo por la Iglesia Católica.

viernes, 11 de octubre de 2013

Canibalismo en Numancia.

Tras vencer a los cartagineses en la II guerra púnica, los romanos decidieron tomar el testigo de los primeros, en lo que se refiere a la ocupación del territorio de la península Ibérica, y emprendieron una serie de campañas que les llevaría, a conquistar todo lo que es hoy España y Portugal. Las legiones romanas sometieron, una a una, todas las tribus y localidades, unas veces con diplomacia y otras con guerra, hasta completar la conquista, empresa que les llevó en completar más de dos siglos.

Uno de los episodios más dramáticos, en todo el conjunto de la campaña, se produjo en la célebre Numancia, ciudad de los arévacos. El inicio de su toma se produjo en el año 153 a.C., a manos del cónsul romano Fulvio Nobilior. Lo que, en un principio, parecía la conquista de una localidad más, se convirtió en un largo asedio de 20 años de duración. No se entiende muy bien como una población de unas 8000 personas pudieron resistir tanto tiempo el empuje de las bien pertrechadas y numerosas tropas romanas. El resultado fue, que hasta que los latinos no estuvieron al mando de un resuelto y decidido general, que fue Publio Cornelio Escipión Emiliano, que organizó un asedio sin fisuras, y que mató de hambre, literalmente, a los celtíberos, no finalizó la guerra. Según nos cuenta el historiador romano Apiano:

   "No mucho después, al faltarles la totalidad de las cosas comestibles, sin trigo, sin ganados, sin yerba, comenzaron a lamer pieles cocidas, como hacen algunos en situaciones extremas de guerra. Cuando también les faltaron las pieles, comieron carne humana cocida, en primer lugar la de aquellos que habían muerto, troceada en las cocinas; después, menospreciaron a los que estaban enfermos y los más fuertes causaron violencia a los más débiles. Ningún tipo de miseria estuvo ausente. Se volvieron salvajes de espíritu a causa de los alimentos y semejantes a las fieras, en sus cuerpos, a causa del hambre, de la peste, del cabellos largo y del tiempo transcurrido. Al encontrarse en una situación tal, se entregaron a Escipión..."


Ruinas de Numancia. En las fases finales del asedio, cuando el cerco romano se había completado, y no les llegaba abastecimiento a los habitantes de la misma, se dieron casos de canibalismo.


En este caso, la historia se repite. Casi 2000 años después, esta vez, en el marco de la II guerra mundial, se dieron también dramáticos casos de canibalismo. El historiador británico Antony Beevor, experto en ese conflicto, descubrió unos documentos, hace apenas un año o dos, que dicen de como los soldados japoneses consumieron carne humana procedente de los prisioneros que tenían en su poder. Según este historiador, esos hechos fueron ocultados tras finalizar la guerra para no traumatizar a los familiares que habrían perdido algún ser querido por esas circunstancias. Entre los prisioneros que hubieran sufrido tal ultraje, estarían soldados norteamericanos y australianos que se habrían negado a combatir al lado de los soldados nipones. Parece ser que tales casos de canibalismo se habrían dado en las fases finales de la guerra, en guarniciones aisladas y con falta de suministros. En este enlace podéis encontrar más información:

cultura.elpais.com/cultura/2012/09/12/.../1347478479_303840.html‎



sábado, 5 de octubre de 2013

¿Existió el rey Arturo? (II). Lucius Artorius Castus.

La búsqueda de un personaje real, tras la figura legendaria del personaje literario del rey Arturo, ha dado lugar a que surjan varios personajes candidatos a tal "honor", que, de otra forma, hubieran quedado, un tanto, en el olvido. Uno de esos individuos es un tal Artorius Castus, que aparece en una inscripción funeraria hallada en la actual Croacia (aparece en otra inscripción hallada, pero que no aporta información adicional). Por lo tanto, en realidad, el origen del rey Arturo se hallaría en la vida de un militar romano, hacia el 180 d.C., que estuvo destinada en la provincia de Britania, según esta teoría.


Lápida funeraria donde aparece escrita la carrera militar de Lucius Artorius Castus, el que para algunos es el rey Arturo histórico.
 

El medievalista norteamericano, Kemp Malone, fue la primera persona que asoció el nombre que aparece en la lápida, al del héroe legendario, en 1924. Pensó que el nombre en latín de Artorius pudo derivar en el medieval de Arthur o Arturo. Según dicha lápida, dicho romano empezó siendo centurión en la III legión Gallica, y continuó una carrera militar, con sus ascensos merecidos, hasta que llegó a las islas británicas como prefecto de la VI legión Vitrix. Este cargo nos indica que Artorius procedía del orden equestre (la sociedad romana estaba dividida en órdenes u ordos; para pertenecer a ella, un ciudadano romano debía poseer una fortuna de centenares de miles de sestercios).

Hay algunos autores, como Linda Malcor, que relacionan a este Artorius con las tropas de caballería sármatas que se encontraban estacionadas en Britania en aquella época. Estos jinetes, acorazados, serían los caballeros del rey Arturo. En realidad, no hay pruebas sólidas que afirmen esta teoría que, sin duda, ha influido en una de las película más recientes sobre este personaje legendario, que se titula  "El rey Arturo" (2004).



El actor Clive Owen, que interpreta al mítico rey Arturo, aunque con orígenes de militar romano. En dicho film, Arturo añoraba un glorioso pasado romano, que daba estabilidad a todos los rincones del imperio, aunque éste estaba en pleno proceso de desintegración, por culpa de las invasiones germánicas.


En cualquier caso, el personaje de Lucius Arotorius Castus, es un buen candidato para ser el auténtico rey Arturo, ya que es, de momento, el único que tiene un nombre que deriva de el mítico héroe. Hay muchos expertos que afirman que Arthur o Arturo, procede del latino Artorius. Aún así, el enigma sigue abierto. Hay muchos más candidatos para ser el auténtico rey Arturo. En otras entradas de este blog hablaré de ellos.

viernes, 4 de octubre de 2013

El rey Leónidas y los 300 espartanos.

La película "300"(2007) puso de moda la batalla de las Termópilas, que se libró entre los griegos y los persas en el año 480 a.C. Salvando las distancias, el argumento del film se ciñe bastante a los hechos históricos del combate. Todo empezó cuando el emperador persa Jerjes I decidió someter a Grecia, sirviéndose de una enorme expedición militar compuesta de decenas de miles de soldados procedentes de todos los rincones del enorme imperio oriental. La gran hueste atravesó el estrecho de los Dardanelos, sirviéndose de unos puentes de pontones de madera, una gran obra de ingeniería de la época, y atravesó el norte de Grecia sin oposición, hasta que llegó al desfiladero de las Termópilas, donde les aguardaban Leónidas y sus 300 espartanos, más algunos contingentes procedentes de otros lugares de Grecia.




En total, unos 7000 helenos se enfrentarían a decenas de miles de persas en el estrecho cuello de botella que eran las Termópilas.

Los griegos, en una enorme desventaja numérica, resistieron durante dos días los ataques incesantes del enemigo, ayudados por la estrechez del paso que hacía que la superioridad en hombres se anulara. Además, los grandes escudos de los griegos, y su táctica hoplita de formación cerrada, sumado que sus lanzas eran más largas que las de los persas, hicieron que los griegos (que rotaban los soldados de la primera línea constantemente para que descansaran, para tener siempre gente fresca combatiendo), resistieron la lluvia de flechas, los ataques incesantes de la infantería regular y los de los soldados de élite (los famosos "inmortales"), sin mayores problemas; miles de persas cayeron sin conseguir abrir ninguna brecha en los muros de escudos helenos.

Gracias a la información ofrecida por un traidor griego, llamado Efialtes, Jerjes, que ya había perdido la paciencia, se enteró de que había un paso por el que se podía llegar a la retaguardia de las tropas de Leónidas. Usando ese camino, los persas podían atacar simultáneamente desde el frente y la retaguardia a unos griegos encerrados en el desfiladero de las Termópilas, acabando con todos ellos.






Así, al tercer día, los "inmortales", guiados seguramente por el traidor Efialtes, recorrieron el paso secreto y, aunque fueron detectados por un destacamento griego, evitando el enfrentamiento con éstos, fueron directos a la retaguardia de Leónidas. A éste le llegó la noticia de que estaba apunto de ser embolsado por el ejército persa, y tuvo poco tiempo de decidir que hacer en tan desesperada situación. El rey espartano lo tuvo claro: se quedaría en aquella posición, con sus 300 espartanos, 400 tebanos y 700 tespios, mientras que el resto de los soldados griegos huirían de aquella ratonera en la que se iba a convertir las Termópilas. Aquella decisión le iba hacer entrar en la leyenda.

EL OCASO DE LOS HÉROES. Según los historiadores antiguos, Leónidas cayó muerto en los primeros compases de la batalla final. Hubo una lucha despiadada por recuperar su cuerpo. Cuando los espartanos lograron hacerse con el cadáver de su rey, lo llevaron a una colina (gracias a la arqueología se conoce que colina es), que es donde establecieron la última resistencia. Los griegos que quedaron, murieron en su totalidad. Sólo se salvaron algunos tebanos que se rindieron a las fuerzas de Jerjes, y que fueron marcados con la señal del rey persa.

En el siglo XX se realizaron una excavaciones arqueológicas en el campo de batalla. En la colina de Kolonos se hallaron multitud de puntas de flechas de los persas. Allí fue donde de libró la última y desesperada defensa de los griegos. Su final se produjo por un ataque incesante de flechas lanzadas por los arqueros persas, tal como narró el historiador griego Herodoto. Éste escritor también cuenta en su obra que el enfado de Jerjes fue tan elevado, que mandó buscar el cadáver de Leónidas entre los caídos. Cuando éste fue hallado, el persa ordenó que le cercenaran la cabeza y que la clavaran en un poste para que la viera todo el que pasara por las Termópilas.

Posteriormente, los espartanos recuperaron sus restos y los enterraron en un lugar digno de un rey tan valiente.

DESMONTANDO EL MITO. Como se puede observar, los espartanos fueron los que se llevaron la fama de la resistencia tan heroica de la batalla. Pero la realidad es que fue una coalición de distintos estados griegos la que frenó durante días la embestida del gran ejército persa. Además, se puede comprobar que cuando los espartanos se quedaron para luchar en el último día de la batalla, antes de ser cercados, no estuvieron sólos: los tebanos y los tespios se quedaron con ellos. Aunque se sabe que algunos tebanos se rindieron antes de la conclusión de la batalla, los tespios si que dieron su vida por la causa griega, y nadie se acuerda de ellos, ni nadie les ha dedicado una película.

Hay una creencia generalizada de que los espartanos, al menos en las Termópilas, sólo tenían la opción de vencer o morir, nunca retirarse. Además, había un oráculo, que conocía Leónidas, que vaticinaba que el rey espartano debía morir para salvar a los griegos. La verdad, es que hubo una resistencia de algunos griegos (espartanos, tebanos, tespios), que permitió que unos miles de soldados hoplitas pudieran escapar de la batalla, ya perdida, para así poder continuar combatiendo en una guerra que acababa de empezar. Si se apartan todos los mitos y leyendas, nos queda una orden del rey Leónidas coherente y valiente, dictada por un buen general (en realidad, según la constitución espartana, la función de los reyes era la de ser generales).


El próximo año se estrena la secuela de la película "300". Ya está disponible el tráiler (espectacular):





Fuente principal: "Thermopylae 480 BC", de Nic Fields.