Cartel del film de 1996. Aunque no sea especialmente recordada, mi humilde opinión es que se trata de un trabajo bastante digno de ver.
La película está basada en hechos reales. Sucedió en una época en la que las potencias europeas se disputaban los territorios africanos como si de una gran tarta se tratara, y en la que lo que importaba era coger los trozos más grandes y suculentos. En aquella enloquecida carrera ganaron, sin duda, los ingleses y franceses que llegaron a ocupar enormes extensiones de terreno.
En marzo llegó a Kenia el teniente coronel Patterson, que tenía la misión de construir, en calidad de ingeniero, el puente sobre el río Tsavo, fundamental para que la obra del ferrocarril entre Kenia y Uganda pudiera ser llevada a cabo. Este militar británico había sido destinado con anterioridad en la India, donde había sido cazador de tigres. Posteriormente, durante la I Guerra Mundial (1914-1918), llegaría a mandar una unidad compuesta por soldados judíos, considerado el primer ejército judío en 2.000 años, y que sería considerado el embrión de las futuras fuerzas armadas israelíes. Patterson se convirtió en un ferviente defensor de la creación del Estado de Israel, aunque fuera protestante.
Nada más llegar a Tsavo, se produjeron los primeros ataques a los trabajadores indios. Los leones macho sin melena, un rasgo típico de esos animales de la región, se introducían por la noche en el campamento y asaltaban las tiendas de tela donde dormían los desafortunados, que se llevaban en sus terribles fauces, para devorarlos vivos en un lugar apartado y solitario. Patterson, que no contaba con la ayuda de ningún cazador blanco, como el que interpretaba el gran Michael Douglas en la película de Hollywood, puso un innumerable número de trampas para mantener alejados a los felinos del campamento, y para intentar abatirlos, aunque estuvo meses sin conseguir nada más que contemplar con pesadumbre como el número de trabajadores indios iba decreciendo.
Aunque Patterson cifró en 135 el número de víctimas por parte de los ataques de los felinos, otros datos sugieren que fueron bastante menos. No obstante, la cifra es estremecedora, y pareciera que a los dos leones no le gustaba otra cosa que fuera carne humana. Esa conducta no es habitual en aquellos animales, por lo que se han barajado diversas teorías que intentan explicarlas. Una de ellas habla de que había un camino de tráfico de esclavos cercano al lugar de los hechos, y de que eran dejados cadáveres de africanos muertos en el viaje que servían de comida para las bestias del lugar, incluidos los Demonios de la noche, que cogerían el gusto por la carne humana.
Foto de uno de los leones abatidos por Patterson.
Ante la frustración de ver que pasaban los meses sin resultados, muchos indios abandonaron las obras del tren, quedando tan solo unos pocos para trabajar, eso sí con el miedo constante acosándolos todo el tiempo.
El 9 de diciembre, tras dispararle innumerables disparos, y después de salvar la vida por poco, cayó abatido el primero de los leones. El 19 de diciembre fue cazado el segundo. Las pieles de los animales sirvieron de estupendas alfombras en la residencia de Patterson, que contemplaría con todo el orgullo del mundo. En 1924 fueron vendidas al Museo Field de Chicago, donde hoy se pueden contemplar los magníficos animales.
El 7 de febrero de 1899 se completó el puente, y en 1907 se publicó el libro de Patterson sobre sus experiencias en la épica cacería, The Man-Eaters of Tsavo.
Fuentes consultadas: Wikipedia.
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