Buceando en la leyenda

Buceando en la leyenda

lunes, 2 de octubre de 2017

El atleta que soñó en ser un tirano.

Hay muchas maneras de acceder a un cargo político. En la sociedad actual nadie se extraña de que personas que proceden del mundo del espectáculo o del cine engrosen las listas electorales. En los Estados Unidos hay estrellas de Hollywood que han sido alcaldes, gobernadores e incluso presidentes del gobierno, -es el caso de Ronald Reagan, que dirigió los designios de su nación entre 1981 y 1989-. Es natural que alguien famoso, por la razón que sea, aproveche la situación para presentarse a unas elecciones y consiga así más votos. Es evidente, y no se puede negar, que los votantes eligen a sus representantes por algo más que el programa de gobierno que proponen.

El rol de los actores que se buscan otro empleo como políticos, si hablamos de la antigua Grecia, lo cumplían los atletas vencedores en los Juegos Olímpicos. El caso del ateniense Alcibíades (450-404 a.C.) es bastante notorio: un joven agraciado y de buena familia que ganaba las carreras de carros en las Olimpiadas, convirtiéndose, en su madurez, en uno de los políticos más influyentes en la política de Grecia en las últimas fases de la Guerra del Peloponeso (431-404 a. C.).



La Acrópolis de Atenas fue escenario del intento de Cilón por implantar una tiranía en Atenas.



Pero hoy no voy a tratar el tema, por otra parte muy interesante, del maquiavélico Alcibíades, si no de otro gran atleta de la Antigüedad, que no es otro que Cilón, ateniense y perteneciente a una familia aristocrática. Este joven fue vencedor en la prueba de díaulos en los juegos olímpicos del 640 a.C.: la prueba de velocidad que constaba de una carrera de doble estadio (un estadio suponían 192,27 metros).

En una época en la que la democracia no había surgido en Atenas, los aristócratas dominaban los órganos de gobierno de las ciudades-estado que salpicaban la Hélade. En el siglo VII a.C., un sistema de gobierno se implantó en un buen número de polis griegas: la tiranía, lo que suponía poner el control del gobierno en manos de un tirano. Cilón buscó el apoyo de un buen número de seguidores, y contó con el respaldo de su suegro, el tirano de Mégara, ciudad cercana y rival de Atenas, para alzarse con el poder, y, así, implantar una nueva tiranía.

El año 632 Cilón, acompañado de sus partidarios, asaltó la Acrópolis en una clase de golpe de estado. Las cosas no salieron como ellos esperaban y se encontraron con la oposición firme de los arcontes y del pueblo ateniense, que consiguieron acorralar a los conspiradores. Tras una negociación, y la promesa de que se les iba a respetar la vida, se procedió a la rendición del grupo de Cilón, aunque este escapara y se perdiera su pista en las páginas de la historia. Sin un juicio previo, se procedió a la ejecución sumaria de los rebeldes, acción que parece indicar el temor real de los atenienses a que lo de implantar una tiranía en su ciudad iba en serio.

Para terminar querría añadir un par de cosas. Lo primero es que antes de que naciera la primera democracia de la Humanidad, un tal Pisístrato (c.607-527) tuvo ocasión de convertirse en tirano de la ciudad de la Acrópolis.



Fotografía de los restos de los posibles seguidores de Cilón tras su ejecución (Imagen de National Geographic).





Y lo segundo es que en el año 2016 los arqueólogos sorprendieron al mundo con un hallazgo excepcional: se desenterraron los esqueletos de 80 jóvenes en la bahía de Fáliro, al sur de Atenas, maniatados y pertenecientes al siglo VII a. C., que bien podrían pertenecer a los desdichados seguidores del arrogante y temerario Cilón.


Fuentes:

-Historia Universal, de Raquel López Melero y otros.
-Siracusa, el desastre ateniense, de Nic Fields.
-Historia de la Grecia Antigua, de Juan José Sayas.
-Wikipedia.
-Imágenes: Wikipedia y National Geographic.

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