Buceando en la leyenda

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jueves, 17 de abril de 2014

La conquista de Inglaterra, un histórico Juego de Tronos (I)

En el año de 1066 estaba sentado en el trono de Inglaterra Eduardo el Confesor. Este rey no tenía hijos y su vida tocaba a su fin. Por sus venas corría la sangre de Alfredo el Grande, aquel que venció a los vikingos, evitando que los anglosajones se convirtieran en súbditos de los guerreros escandinavos; el que llenó de fortalezas el suelo inglés y que creó una flota capaz de oponerse a los temibles drakkars; el que tuvo el sueño de crear una Inglaterra unida bajo el cetro de un único rey.



Eduardo el Confesor en el Tapiz de Bayeux, un inmejorable documento gráfico de la época.


La estirpe de Alfredo el Grande se estaba extinguiendo, mientras que en el cielo iba a aparecer una señal fatídica: era el cometa Halley. Y es que, Eduardo el Confesor tuvo que ver, con preocupación y tristeza, como los de su sangre habían muerto sin tener opción a poder optar al trono: su propio hermano murió en 1036, su hermanastro Edmund Ironside (que había luchado tan valientemente contra los daneses) también había fallecido, los hijos de éste también... Sólo quedaba Edgar Aetheling, nieto de Ironside, pero fue ignorado porque sólo tenía doce años, y había muchos lobos acechando la codiciada presa: el trono de Inglaterra.

El conde Godwin era el jefe de una poderosa familia sajona que controlaba el sur de Inglaterra. Logró casar a su hija, Edith, con el rey Eduardo el Confesor con la intención de tener un nieto que fuera alguna vez el rey de Inglaterra, pero la unión no tuvo nunca descendencia. En 1051 Godwin y sus hijos fueron expulsados por su oposición a la política pronormanda que ejercía el rey, aunque regresaron al año siguiente. El hijo mayor vivo de Godwin, Harold se pondría al frente de la familia una vez que muriera su progenitor, y se convertiría en un aspirante al trono.

Al otro lado del Canal de la Mancha, en Normandía gobernaba el poderoso duque Guillermo el Bastardo, llamado así por ser hijo ilegítimo de su padre Roberto el Magnífico. Desde bien pequeño tuvo que luchar para conservar su poder y su vida contra sus ambiciosos barones. De un aspecto imponente, supo hacerse respetar por sus hombres. Además, era un gran líder militar y un magnífico político que supo tejer una serie de alianzas que le ayudaran a lograr su mayor objetivo: Inglaterra. Aunque era primo de Eduardo el Confesor, no tenía derecho al trono ya que tenía orígenes ilegítimos. Aún así contaba con las simpatías del rey, y parece ser que lo tenía en mente a la hora de sucederle a su muerte.

En Noruega reinaba Harald Hardrada, conocido posteriormente como el "último vikingo".  Un guerrero de leyenda, había viajado por múltiples lugares como Estambul, Sicilia... hasta que volvió a Noruega donde se proclamó rey, ya que tenía derechos al ser sobrino del monarca noruego Olaf I (San Olaf). Harald no tenía derechos sólidos al trono. Más bien era un oportunista que codiciaba la presa que suponía el trono que parecía que iba a quedar vacante en breve.

En resumen, este es el cuadro que se presentaba en el importante año para la Historia de Inglaterra de 1066. Un rey vikingo, dos poderosos nobles y un joven descendiente de Alfredo el Grande, jugarían sus cartas en un Juego de Tronos en el que el victorioso lograría un reino y los perdedores...

En el año 1065, el conde Harold (el noble sajón que pretendía el trono) viajó a Normandía, aunque no se saben muy bien las razones. Fue apresado por un noble local, pero fue liberado con prontitud gracias a que el duque Guillermo se había enterado de la noticia. Entonces, dos de los principales contendientes en la futura disputa se vieron las caras por primera vez y se conocieron. Guillermo se llevó a su invitado a una campaña bélica a Bretaña, donde Harold demostró un gran valor y coraje. Ante tan admirable comportamiento, el duque le otorgó las armas al sajón que, poco después, le juró fidelidad al normando. Al hacer este gesto, tan medieval por otra parte, Harold se convertía en vasallo del duque por lo que, en teoría, no podría disputarle los aspiraciones que tenía a reinar en Inglaterra.


El conde Harold le jura fidelidad al duque Guillermo de Normandía ante unas reliquias sagradas. Escena representada en el célebre Tapiz de Bayeux.


Poco después, una vez de vuelta en Inglaterra, Tostig, hermano menor de Harold, es expulsado del gobierno de Northumbria por su mala gestión realizada. Harold tuvo que aceptar la afrenta y vio como su hermano partió hacia el exilio, lleno de resentimiento.

En la navidad de 1065/1066 Eduardo el Confesor cayó gravemente enfermo y los hechos se iban a suceder rápidamente. En el lecho de muerte del rey se encontraban su mujer y el conde Harold. Aunque no se sepa con seguridad, parece ser que la última voluntad del rey fuera que Harold fuera su sucesor. El 5 de enero de 1066 falleció el rey Eduardo. La asamblea de grandes magnates se reunió para escoger un nuevo rey, el elegido fue Harold. Al otro lado del mar, un duque y un rey afilaban sus armas. El Juego de Tronos acababa de empezar.


Imagen de Harold cuando le ofrecieron el trono de Inglaterra. Sería el rey Harold II.


(Continuará)



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