Uno de los episodios más dramáticos, en todo el conjunto de la campaña, se produjo en la célebre Numancia, ciudad de los arévacos. El inicio de su toma se produjo en el año 153 a.C., a manos del cónsul romano Fulvio Nobilior. Lo que, en un principio, parecía la conquista de una localidad más, se convirtió en un largo asedio de 20 años de duración. No se entiende muy bien como una población de unas 8000 personas pudieron resistir tanto tiempo el empuje de las bien pertrechadas y numerosas tropas romanas. El resultado fue, que hasta que los latinos no estuvieron al mando de un resuelto y decidido general, que fue Publio Cornelio Escipión Emiliano, que organizó un asedio sin fisuras, y que mató de hambre, literalmente, a los celtíberos, no finalizó la guerra. Según nos cuenta el historiador romano Apiano:
"No mucho después, al faltarles la totalidad de las cosas comestibles, sin trigo, sin ganados, sin yerba, comenzaron a lamer pieles cocidas, como hacen algunos en situaciones extremas de guerra. Cuando también les faltaron las pieles, comieron carne humana cocida, en primer lugar la de aquellos que habían muerto, troceada en las cocinas; después, menospreciaron a los que estaban enfermos y los más fuertes causaron violencia a los más débiles. Ningún tipo de miseria estuvo ausente. Se volvieron salvajes de espíritu a causa de los alimentos y semejantes a las fieras, en sus cuerpos, a causa del hambre, de la peste, del cabellos largo y del tiempo transcurrido. Al encontrarse en una situación tal, se entregaron a Escipión..."
Ruinas de Numancia. En las fases finales del asedio, cuando el cerco romano se había completado, y no les llegaba abastecimiento a los habitantes de la misma, se dieron casos de canibalismo.
En este caso, la historia se repite. Casi 2000 años después, esta vez, en el marco de la II guerra mundial, se dieron también dramáticos casos de canibalismo. El historiador británico Antony Beevor, experto en ese conflicto, descubrió unos documentos, hace apenas un año o dos, que dicen de como los soldados japoneses consumieron carne humana procedente de los prisioneros que tenían en su poder. Según este historiador, esos hechos fueron ocultados tras finalizar la guerra para no traumatizar a los familiares que habrían perdido algún ser querido por esas circunstancias. Entre los prisioneros que hubieran sufrido tal ultraje, estarían soldados norteamericanos y australianos que se habrían negado a combatir al lado de los soldados nipones. Parece ser que tales casos de canibalismo se habrían dado en las fases finales de la guerra, en guarniciones aisladas y con falta de suministros. En este enlace podéis encontrar más información:
cultura.elpais.com/cultura/2012/09/12/.../1347478479_303840.html
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