El origen del Imperio zulú se debe a un gran líder militar, que organizó y creo un ejército que fue capaz de vencer y dominar a otras tribus del sur de África, llamado Shaka Zulú. Además, creó la estrategia que les daría multitud de victorias: la de los cuernos de toro (los cuernos eran las alas compuestas por los guerreros más jóvenes y veloces cuya misión era envolver el conjunto del ejército enemigo). El choque entre los dos imperios, el británico y el zulú, solo era cuestión de tiempo y parecía inevitable.
En diciembre de 1878, fue enviado un ultimátum al rey de los zulúes, Cetshwayo, para que disolviera su imperio. El conflicto acababa de empezar, y la sangre no tardaría en correr. El ejército británico estaba compuesto de unos 16.000 hombres en total, y estaba al mando de Lord Chelmsford, que dividió sus fuerzas en cinco columnas con el objetivo de envolver las fuerzas indígenas. El comandante inglés no tenía muy buena opinión de la capacidad combativa de los africanos, e iba a pagar caro su error.
Lord Chelmsford.
La columna principal, al mando del propio Chelmsford, acampó en un lugar llamado Isandlwana, aunque no mandó fortificar el lugar. La experiencia de otras batallas pasadas, en la que unos pocos de europeos armados con fusiles modernos eran capaces de vencer a miles de indígenas, le hicieron pensar al general británico que era preferible que sus soldados descansaran. Poco después, fue detectada una fuerza de un millar de zulúes, y Chelmsford fue en su persecución pensando que se trataba del ejército enemigo principal. En el campamento inglés se quedó una fuerza de menos de 1500 soldados al mando del teniente coronel Henry Pulleine. La trampa estaba se había completado, y es que los ingleses mordieron el cebo: mientras el general inglés se alejaba del campamento en busca de una fuerza insignificante, el principal ejército zulú, unos 22.000 guerreros, se estaba aproximando por la retaguardia hacia donde estaban acampados los británicos.
Los ingleses empezaron a disparar de forma ordenada y disciplinada con sus magníficos rifles de retrocarga Martini-Henry, mientras que los africanos contaban con los ancestrales escudos de piel y unas lanzas adaptadas a la lucha cuerpo a cuerpo, siendo escasas y anticuadas las armas de fuego con las que contaban. En un principio fueron sostenidos los ataques zulúes a distancia, pero las oleadas de ataques no cesaron y el número acabó por inclinar la balanza. Tras perder miles de hombres por los terribles disparos de fusil, el ataque acabó abordando las líneas de defensas británicas, y entonces la matanza se produciría. Y fue en ese instante cuando ocurrió algo en el cielo, un fenómeno que tiñó de oscuridad el campamento de Isandlwana.
Según un oficial inglés que sobrevivió a la batalla: "...y entonces el campo se oscureció, como si una sombra lo sobrepasara. Los cañones no volvieron a disparar, y en unos pocos minutos todas las tiendas desparecieron". Según la versión de un guerrero zulú: "El sol ennegreció en mitad de la batalla; todavía pudimos verlo sobre nosotros, sino habríamos llegado a pensar que había comenzado a anochecer. Entonces, entramos en el campamento, que estaba envuelto en humo y disparos. Después el sol volvió a brillar".
¿Qué fenómeno ocurrió en el momento crítico de la batalla? Lo que pasó fue que, en ese momento, la luna se interpuso al sol provocando un eclipse. Se trató de una especie broma macabra del destino, que marcó una jornada trágica para el ejército británico, el mejor del mundo en aquellas fechas, que sufrió las más aplastante de toda su historia ante unas tropas, sin duda magníficas, indígenas. El eclipse no desanimó el coraje de los atacantes, más bien los enardeció.
Eclipse anular. Se forma una especie de anillo solar, ya que la luna no tiene el suficiente tamaño para ocultar la totalidad del astro rey.
Hoy se sabe que en el 22 de enero de 1879, hubo un eclipse anular que sobrepasó todo el sudeste de África. Este tipo eclipse se caracteriza porque la luna no oculta toda la superficie solar por lo que, en un determinado momento, se forma una especie de anillo solar. Los zulúes bautizaron a la batalla de Isandlwana como "el día en que murió la luna".
A la terrible matanza escaparon apenas unos 60 ingleses y unos pocos de centenares de soldados nativos. El resto fueron destripados. Para los zulúes la victoria fue bastante pírrica, ya que tuvieron miles de bajas ante la mortífera puntería de los fusileros ingleses. Eso no desmerece su gran hazaña.
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