Buceando en la leyenda

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viernes, 21 de marzo de 2014

Cortés y Pizarro. El ocaso de los héroes.

Hernán Cortés y Francisco Pizarro  nacieron en la región española de Extremadura siendo de humilde cuna. Los dos fueron los personajes más famosos de los que conquistaron la recién descubierta América. Además, la "leyenda negra" que cubre a un buen número de personajes históricos españoles, no le es ajena a los dos extremeños.

Cuando se habla de Julio César, que exterminó a decenas de miles de galos cuando les quitó sus tierras, o Gengis Khan, que sólo Dios sabe a cuanta gente masacró, se les evoca con cierta admiración hacia sus cualidades militares y de grandes conquistadores. En cambio, si se menciona los nombres de, en este caso, los españoles Cortés o Pizarro pareciera que se estuviera mencionando a una especie de monstruos sádicos y sedientos de oro y sangre, en definitiva, a unos psicópatas.


Hernán Cortés.


Dejando aparte esta introducción, hay que tener en cuenta que con un puñado de hombres (algunos cientos) Hernán Cortes conquistó el gran imperio Azteca, usando la diplomacia (se alió con ciertos pueblos indígenas enemigos de los orgullosos aztecas), sus armas de fuego (muy rudimentarias ya que eran los albores de las mismas), la suerte (en forma de enfermedades contagiosas que se cebaron con los indios), y mucho valor.

Algo parecido se puede decir de Francisco Pizarro, que se hizo dueño del imperio Inca, en la actual Perú. Además, podemos mencionar el temor que suscitaban esos españoles montados en caballos (animal que se desconocía en el Nuevo Mundo), armados con sus brillantes armaduras y tocados con sus abundantes barbas. Por si fuera poco, los emperadores indígenas pecaron de ingenuos ante los implacables españoles que no dudaron de usar su crueldad cuando les hizo falta.

En resumen, después de unos pocos años, caerían los dos imperios más poderosos y mejor organizados que existían en todo el continente americano, tras un dura lucha que dejó miles de cadáveres. Eran unos tiempos duros. Seguramente, si no hubieran sido los españoles, los ingleses, franceses o portugueses hubieran hecho los mismo unos pocos años después y, en vez de hablar español, hoy se hablaría inglés o francés en toda la América Latina. La diferencia sería (en esto estoy especulando muchísimo) que los conquistadores tendrían mejor imagen de la que tienen, hoy en día, Francisco Pizarro y Hernán Cortés.

·El ocaso de los héroes. Tras la conquista de Méjico, Hernán Cortés no se quedó allí para siempre. En 1541, participa en el intento, por parte de Carlos I de España, de tomar la ciudad de Argel, un nido de piratas de donde partían expediciones marítimas que asolaban las costas mediterráneas. El intento de invasión sufre un gran varapalo antes del desembarco en la ciudad norteafricana, ya que los temporales echaron a pique una gran cantidad de barcos que componían la flota cristiana. Una vez en tierra, las cosas no fueron mucho mejor ya que los diversos ataques fueron rechazados.



Francisco Pizarro.



Ante el mal cariz que iba tomando la campaña, Hernán Cortés, que contaba 56 años por entonces, propuso tomar la plaza si se le daban suficientes hombres. El gran conquistador de Méjico, que venció a un imperio de millones de almas con solo unos cientos de españoles, no esperaba que su petición, muy valiente en un hombre entrado en años, fuera que le ignoraran completamente. De esa forma tan humillante, se dio cuenta que su presencia era meramente simbólica y que, de ninguna forma, contaban con él para el desarrollo de la campaña. La retirada de la fuerza expedicionaria fue el colofón al trago amargo que tuvo que sufrir Cortés en las postrimerías de su vida militar.


 El caso de Francisco Pizarro fue más dramático. Una vez conquistado el imperio de los incas, tuvo que hacer frente a los ataques de las fuerzas del español Diego de Almagro. Éste fue derrotado y muerto por las fuerzas de Pizarro, que perdonó al resto de capitanes enemigos, que no olvidaron su odio al extremeño. Por tanto, se agruparon en torno al hijo de Almagro, Almagro el Mozo, y penetraron una noche en la casa de Francisco Pizarro, acabando con su vida de una estocada en el cuello. Y, de esta forma tan ruin, acabó su vida el gran conquistador de Perú.

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