Marcas producidas por una herramienta sobre el hueso de un Homo Antecessor, antepasado del actual Homo Sapiens, es decir, nosotros mismos.
Aunque para nosotros, hoy en día, pueda resultar una acción terrible, para los habitantes de aquella época, que vivían en un entorno hostil, cruel y de carestía, comer seres humanos no debería ser una experiencia demasiado traumática (es un suponer mío).
El rico yacimiento arqueológico de Atapuerca (uno de los más importantes del mundo), se empezó a excavar en el último cuarto del siglo pasado. Aún se siguen produciendo hallazgos importantes. El conjunto arqueológico consta de distintas zonas, conocidas como Sima del Elefante, Galería, Sima de los Huesos... Pero es en la llamada Gran Dolina, donde se produjo un hallazgo de una trascendencia sobresaliente: se encontraron los restos de unos seres humanos de unos 800.000 años de antigüedad (lo más antiguos en la época en que se encontraron en Europa). Aquellos individuos que se encontraron, que eran muy jóvenes, y tenían diferencias morfológicas con el Homo heidelbergensis, que era el ser humano europeo hallado más antiguo hasta la época (unos 500.000 años). Por ello, se pensó que era una especie nueva, a la que se le bautizó como Homo antecessor.
Los restos de Homo antecessor hallados presentaban unos cortes producidos por unas herramientas afiladas que, además, eran muy similares a los presentados en los huesos de animales que habían sido consumidos por algún ser humano. Ello indicaba que, muy posiblemente, aquellos individuos, la mayoría niños, habían sido cortados en pedazos y consumidos por algún miembro de su clan o de algún otro grupo vecino o recién llegado.
Hasta la fecha, es el caso de canibalismo más antiguo del que se tiene conocimiento.
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