Buceando en la leyenda

Buceando en la leyenda

sábado, 15 de febrero de 2014

¿Existió la boda roja?("Juego de Tronos").

Soy uno de los muchos seguidores de la saga de libros Canción de hielo y fuego de George R. R. Martin. Aunque sus libros tratan de un mundo imaginario, sin duda representan como era la Edad Media europea. Uno de los rasgos que mejor definen los libros de Martin es que no se adapta al típico conflicto entre buenos y malos, en el que el bien siempre sale ganando al final, sino que, como en la vida real, los buenos también pierden. De esta manera, los personajes de Martin pueden acabar muertos en cualquier momento de la historia.

Uno de los momentos más impactantes y dramáticos, sino el que más, fue el denominado como la Boda Roja. En resumen, los enemigos de los Stark, aprovechando una boda en la que se iban a casar un miembro de los Tully con su prometida, que era una Frey, y violando las leyes de hospitalidad, asesinaron a Rob Stark y a su madre, Catelyn Tully, además de a cientos de sus soldados, que estaban confiados y desarmados en un evento que se suponía que era festivo y pacífico. Todos estos hechos están narrados en Tormenta de Espadas, el tercer volumen de la saga.


La muerte de Catelyn Stark en la Boda Roja.


Como el mismo autor confirma en cierta entrevista, el hecho está inspirado en dos sucesos reales acaecidos en Escocia. Uno de ellos es la Cena Negra (The Black Dinner) ocurrido en 1440. El clan escocés de los Douglas habían alcanzado un gran poder que amenazaba con desestabilizar el país. Así, el conde William Douglas (16 años de edad, la misma que tenía Robb Stark cuando fue asesinado) y su hermano fueron invitados a una cena en el castillo de Edimburgo. El evento estaba organizado por el Lord Canciller, sir William Crichton. Violando las leyes de hospitalidad, e ignorando las súplicas del joven rey de Escocia, Jaime II, que también fue invitado a tan nefasta ocasión, los hermanos Douglas fueron arrastrados al lugar de ejecución donde les cortaron las cabezas. Antes, durante la cena cuando aun estaban confiados les sirvieron en una bandeja, una cabeza de jabalí negro, símbolo de la muerte, mientras unos músicos tocaban el tambor. Los seguidores del clan Douglas pusieron sitio al castillo poco después. Además del Lord Canciller, otros posibles conspiradores de la matanza fueron Livingstone y Buchan.


El castillo de Edimburgo en la actualidad. Lugar que acogió la cruel Cena Negra.


 El otro antecedente histórico que inspiró a Martin fue la Masacre de Glencoe de 1692. Cuatro años antes, los escoceses le ofrecieron la corona a Guillermo de Orange que la aceptó. Pero para ser rey, antes tuvo que vencer a los jacobitas (los partidarios del rey inglés Jacobo II). Una vez derrotada la oposición, Guillermo ofreció perdón a todos los clanes escoceses que habían estado en su contra si le juraban fidelidad antes de cierta fecha límite. Como los del clan MacDonald no pudieron hacer el juramento en el tiempo establecido, aunque esa era su intención, algunos elementos del gobierno vigente vieron la oportunidad de eliminar a los del clan y a otros elementos no afines. Los MacDonald fueron acogidos como huéspedes en el castillo de Inveraray, donde esperaban confiados cumplir con el juramento. Entonces, empezó la matanza que acabó con la vida de 38 miembros del clan. Otros 40 mas (muchos de ellos mujeres y niños) murieron a la intemperie cuando sus hogares fueron quemados.




La reputación de Guillermo de Orange se vio muy afectada por la masacre, y despidió de sus puestos a los responsables de la misma, aunque siguieron conservando su favor.

Una masacre un tanto parecida ocurrió en la España musulmana medieval, más en concreto en la ciudad de Toledo. En el año 797, gobernaba el emir Alhakén I en la mayor parte de la Península Ibérica. Como en la ciudad de Toledo gozaban de gran autonomía, Alhakén quiso acabar con ella de una manera rápida y contundente. Así que el gobernador de la ciudad, llamado Amrú, invitó a 400 de los personajes más poderosos de la ciudad a un gran banquete. Todos aceptaron gustosos la invitación confiados en que iban a un encuentro festivo y sin peligro. Uno a uno fueron degollados y sus cabezas echadas a un foso. De esta manera tan poco sutil solucionaban los problemas los personajes poderosos de la época.


Jornada del foso en Toledo.



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