El pequeño Olaf, su padrastro y su hermanastro fueron vendidos a un hombre llamado Klerkon, que mató al hombre y vendió a los dos niños a otro hombre, que acabó vendiéndolos a un tal Reas.
Tras seis años de esclavitud, prácticamente toda su niñez, Olaf pudo obtener la libertad. Por casualidad, lo encontró su tío en Estonia, mientras estaba cumpliendo su función de recaudador de impuestos. Después, lo llevó a Novgorov, viviendo bajo la protección del rey Vladimir.
Como la casualidad es algo que siempre está ahí, quiso que Olaf encontrara a Klerkon, su antiguo amo en Estonia. No se lo pensó demasiado cuando le asestó un golpe con el hacha, y lo mató allí mismo. Los seis años de esclavitud se vieron vengados de un plumazo.
Olaf elegido rey. Pintura de Peter Nicolai Arbo.
Cuando creció se convirtió en el jefe de las tropas de Vladimir, que veía con recelo la popularidad que iba teniendo Olaf. El noruego tuvo que emigrar para evitar males mayores.
Entonces se dedicó a saquear y atacar poblaciones en el Báltico y en otros lugares, en definitiva, lo que solían hacer los vikingos.
Cuando el emperador alemán Otón III empezó una campaña contra el rey de Dinamarca, Olaf se unió a las tropas germanas. La victoria de estos obligó a Harald I a aceptar el cristianismo como religión oficial en sus territorios.
Tras un periodo de cierta tranquilidad, aconteció la muerte de su amada esposa, Geira, tras lo cual se dedicó al pillaje una vez más. Cuando un profeta cristiano vaticinó que algún día llegaría a ser rey famoso, se convirtió al cristianismo y dejó de atacar suelo inglés, pues eran cristianos y no deseaba hacer ningún daño a personas que profesaban su misma religión.
Olaf se casó con la hermana del rey de Dublín, Gyda, y comenzó a vivir en Irlanda e Inglaterra. En el año 995 volvió a Noruega para convertirse en rey (como Olaf I); era bisnieto del antiguo rey Harold I. En el país gobernaba Haakon Jarl, que se había vuelto bastante impopular. Cuando Olaf desembarcó en Noruega, Haakon se escondió en una pocilga con uno de sus esclavos que, finalmente, acabó con su vida mientras dormía. Al día siguiente, se presentó ante Olaf con la cabeza de su antiguo amo pensando que iba a recibir una recompensa. En cambio, el premio que obtuvo fue la de ser decapitado a su vez.
Una vez obtenido el poder, Olaf ordenó bautizar a todos los noruegos; si alguien no quería perdería la vida. En el 997 fundó la ciudad de Trondheim, y la convirtió en la capital de Noruega.
Probablemente su sueño era la de dominar toda Escandinavia. Su nueva esposa, Tyra fue el detonante que acabaría con su estrella ascendente.
Olaf I afrontando la última resistencia durante la batalla de Svolder.
Una alianza de varios reyes decidió atacar con los intentos de Olaf de gobernar en toda la región. La consecuencia de ello fue la batalla naval de Svolder (1000). En la cual Olaf luchó a bordo de uno de los barcos vikingos más famosos de la Historia, la "Serpiente Larga", una magnífica nave fabricada especialmente para Olaf I, y que contaba con una tripulación de 68 remeros, siendo uno de las naves vikingas más grandes de la que se tenga constancia. La enorme superioridad numérica de los aliados acabó con la resistencia de las fuerzas de Olaf. Algunos dicen que Olaf murió en la batalla. Otros, en cambio, afirman que huyó en la "Serpiente Larga", y que nunca más se supo de él.
Olaf I de Noruega, como Carlomagno, el rey Arturo, o Federico I Barbarroja, es una figura heroica legendaria cuyo retorno es esperado por el pueblo y sus muertes nunca llegan a ser aceptadas.
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