Buceando en la leyenda

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domingo, 14 de julio de 2013

LA ARMADA INVENCIBLE. ¿UN DESASTRE MILITAR?

         Cuando Felipe II hacía los preparativos para crear la flota conocida como la Armada Invencible (este nombre en realidad se lo dieron los historiadores), el poderío del imperio español estaba en su cénit. Las posesiones hispanas se esparcían por todo el mundo, mientras que Inglaterra era un pequeño país que estaba a punto de eclosionar como la gran potencia que siglos después llegaría a convertirse en el imperio más grande que ha habido en la Historia.

         Los motivos de Felipe II para invadir Inglaterra eran varios: derrocar a la reina Isabel I e instaurar el catolicismo en la isla, y acabar con la piratería y los apoyos hacia los rebeldes holandeses. La ejecución de María Estuardo (1587) fue el desencadenante para la creación de la gran flota, que llegaría a contar con más de 120 buques. Al mando de la misma estaría encomendado al duque de Medina Sidonia. El plan diseñado era muy difícil de ejecutar a causa de las limitaciones técnicas que había en esa época, sobre todo en lo referente en el tema de las comunicaciones. La gran flota partiría desde España y, una vez hubiera llegado a Flandes, escoltaría a una gran fuerza de invasión en barcazas. Es decir, que el papel de la Armada Invencible era el de dar protección frente a los buques enemigos. El problema surgiría en coordinar a las dos fuerzas, separadas entre sí a cientos de kilómetros, en una época en que no existía ni el telégrafo, ni el teléfono...


 
 
          El 28 de mayo de 1588 la gran armada zarpa de Lisboa (en manos españolas en aquel momento). Cuando divisan la costa inglesa, éstos ya estaban preparados para el ataque. Mientras dura la travesía por el canal de la Mancha, se producen una serie de combates en los que los ingleses son incapaces de romper la sólida formación española, excepto en una ocasión: cuando se produjo el ataque con brulotes.
 
          El 31 de julio se produjo la batalla de Plymouth, donde las naos San Salvador y Nuestra Señora del Rosario resultaron dañadas; la primera por una explosión interna de origen desconocido, y la segunda por el choque accidental con dos barcos españoles. Ambos barcos acabaron siendo capturados por los ingleses.
 
        Después se libraron los combates de Portland y de la isla de Wight, donde no se perdió ningún buque en ambos bandos. Entonces, los españoles llegaron a Calais, donde los ingleses lanzaron un ataque con brulotes (barcos sin personal a bordo pero en llamas cuyo objetivo era chocar con los buques españoles para hacerles el máximo daño posible), pero el almirante español dio la orden de esquivarlos, lo que hizo que la  Invencible rompiera su formación. Pero los brulotes fueron esquivados, y sólo resultó dañada la galeaza San Lorenzo, al chocar con otra nave española. Más tarde acabó siendo apresada.
 
         Los días 8 y 9 de agosto se produjo el mayor enfrentamiento de la campaña, en la batalla de las Gravelinas. Los ingleses dispararon con sus cañones hasta acabar la munición, pero no pudieron acabar con la cohesión de los españoles, que se habían reagrupado tras el ataque anterior con los brulotes. La nao española La María San Juan fue hundida por el fuego directo, siendo el único barco en toda la campaña que se perdió de esta manera. Los galeones San Mateo y San Felipe, muy dañados, se vieron obligados a abandonar la formación y dirigirse a los bancos de Flandes donde fueron capturados por los holandeses.
 
          Cuando el almirante español fue informado de que la flota que tenía que escoltar con la fuerza de invasión no estaba preparada, y viendo que los vientos no le eran favorables, inició el regreso a España bordeando todas las islas británicas. Lo que no conocía era la enorme tormenta con la que se iba a encontrar por el camino y que acabó con entre 40 y 60 buques españoles.
 
        Finalmente, contestando a la pregunta que yo mismo he formulado en la entrada de este post, el resultado de la Armada Invencible, no fue un desastre militar, más bien fue un desastre ocurrido por causas meteorológicas. Ello no quita la mala planificación por parte de los jefes españoles de la campaña (las culpas deben recaer en el rey español), y la magnífica resistencia ofrecida por los marinos ingleses. No fue ni mucho menos una gran victoria militar, como lo fue la batalla de Lepanto (1571), donde la flota cristiana destruyó o apresó a más de 200 barcos turcos, o la futura batalla de Trafalgar, en la que los ingleses quebraron el poderío de los barcos franceses y españoles. Como he dicho anteriormente, en toda la campaña de la Armada Invencible los ingleses sólo pudieron hundir un barco español.
 
Fuente principal: "La Armada Invencible", de Angus Konstam.

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