Buceando en la leyenda

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miércoles, 24 de julio de 2013

Pedro I el Grande de Rusia: El precio del poder.

          El zar más grande que ha gobernado Rusia nació en Moscú el 6 de junio de 1672. Media 2 metros y 4 centímetros de alto y se casó dos veces. Cuando sólo tenía 10 años de edad vió como los streltsí (guardia de palacio) asesinaban a familiares y amigos suyos. La acción fue ordenada por la infanta Sofía que ansiaba el trono. El levantamiento permitió a Sofía, hermana de Iván y hermanastra de Pedro, y a sus aliados insistir en que Pedro e Iván fuesen proclamados zares conjuntamente, siendo Iván el Zar Mayor de entre los dos. Se cortó un agujero en la parte trasera del doble trono, a través del cual Sofía podía realmente gobernar, dictando las órdenes a los jovenes zares. Mientras Pedro esperaba su momento, visitaba el barrio de extranjeros de Moscú, donde entró en contacto con los comerciantes europeos que le pusieron al día de los grandes avances técnicos, y se preparaba militarmente con un ejército propio adaptado a sus necesidades.





          En el año 1696 murió su hermanastro. Anteriormente, había fallecido también su madre, que ejercía una gran influencia sobre él, y Sofía había sido recluída en un convento. De esta manera se convirtió en el dueño de Rusia, y su intención era cambiarla por completo, con unas reformas que abarcaban todos los niveles, de manera que cuando el muriera ya nada sería igual en aquel país sumido en una especie de neblina oscura, que recordaba al periodo medieval europeo. Pedro hizo dos grandes viajes por las grandes ciudades de Europa, donde aprendió ingeniería naval, artillería y navegación, usando sus conocimentos adquiridos a las reformas que iba a emprender en su propio país.

          Pero la oposición a las mismas se dio a todos los niveles: la nobleza, la Iglesia y el pueblo vieron un incremento fiscal y el cambio de un modo de vida tradicional que les perjudicaba. Así, hizo obligatorio el afeitarse las largas barbas, o el pago de un impuesto a cambio. En el aspecto militar, reformó el ejército, ampliando el número de soldados, y fue el fundador de la marina de guerra rusa, además, de hacer la primera base naval (en Taganrog). En materia religiosa, destruyó la autonomía de la Iglesia y quebró su poder político. Fundó escuelas superiores y la Academia de Ciencas de San Petesburgo, fomentó la modernización de la agricultura y la ganaderia,... Es decir, que fueron innumerables las reformas que emprendió, aunque también fueron muchas las revueltas con las que tuvo que enfrentarse: sublevaciones cosacas (Bulavin en el Don), los zaporozegs en Ucrania, tres revueltas en total por parte de los streltsí... Revueltas que Pedro aplastó con mano de hierro.

          En el plano internacional, hay que destacar que el imperio ruso no paró de crecer mientras vivió el zar Pedro I. La primera gran conquista fue la de Azov, donde los rusos usaron por primera vez una marina de guerra para el asedio de la plaza, y su toma a los otomanos. Tras la gran victoria de Pedro I en la batalla de Poltava (1709) ante otro genio de la guerra, Carlos XII de Suecia, los rusos vencieron en la llamada "Guerra del Norte" (1700-1721), obteniendo la supremacía en el Báltico. A orillas de este mar, en una zona pantanosa y llena de insectos, Pedro fundó San Petesburgo (1703) que llegaría a ser la capital de Rusia y el reflejo de todo lo que el quería alcanzar, una sociedad de corte europeo. Pero todos los logros alcanzados se saldaron con un precio muy alto de crueldad, de violencia, de muerte y represión. Un peaje que incluyó la muerte de su propio primogénito: el zarevich Alexis.

EL LADO MÁS OSCURO.

          Cuando Pedro aplastó la revuelta de los streltsí en 1698, hubo unos 1.200 que fueron torturados y ejecutados. El mismo Pedro cogió un hacha y le cortó la cabeza a cinco de ellos. A dos de ellos les arrancaron la piel centímetro a centímetro. A otros los ahorcaron; a tres de ellos que supuestamente eran amantes de su hermanastra Sofía, los colgaron delante de su ventana, estando pudriéndose sus cadáveres durante meses.


Cuadro que representa a Sofía. Tras la ventana veía los cadáveres a diario de los revoltosos streltsí ejecutados por su hermanastro.
 
 
          El precio de la construcción de la ciudad de San Petesburgo no fue sólo económico. Se dice que pudieron morir unos 30.000 hombres trabajando en unas penosas condiciones. Enfermedades como el escorbuto o la disentería se cebaron sobre los trabajadores. Los que huían y eran capturados se enfrentaban a terribles represalias. Cuando Pedro I estuvo en Ámsterdam se quedó maravillado de que la ciudad fuera ganada al mar por los holandeses, y se empeñó en repetir la hazaña en Rusia, al construir San Petesburgo sobre una zona pantanosa llena de insectos y proclive al contagio de enfermedades.
 
          El zarevich Alexis nunca se llevó bien con su padre. No podía ser más distinto a Pedro. No le gustaba el ejército ni quería cambiar el tradicional modo de vida de los rusos. Representaba el lado más conservador de la sociedad. Incluso huyó refugiándose en Viena y Nápoles, pero cometió el fatal error de volver a Rusia esperando que su padre le perdonara. Pedro, que pensaba que estaba conspirando contra él (cosa difícil de creer puesto que Alexis estaba decidido a renunciar a sus derechos al trono) fue encerrado en las mazmorras de la ciudad de San Petesburgo. Fue torturado con 25 latigazos, con un látigo que podía llegar a separar la carne del hueso; sólo con 20 podía morir una persona. Se dice que el mismo Pedro le propinó el primer latigazo. Cinco días después, le azotaron 15 veces más, pero Alexis no sobrevivió y murió, antes de que le fuera notificada la sentencia de muerte firmada por su propio padre. Se conoce que no le afectó mucho la muerte de su hijo ya que al día siguiente organizó un banquete en recuerdo de la gran victoria que obtuvo en Poltava unos años antes.
 
           El gran zar Pedro I de Rusia murió en 1725 a consecuencia de salvar la vida a unos marineros que se estaban ahogando en un barco que se hundía, aunque también influyeron los excesos del alcohol y la intensa actividad que tuvo durante toda su vida.
 
 
Ned Stark, señor de Invernalia en la serie televisiva "Juego de Tronos", a punto de ejecutar un traidor. Esta escena evoca a Pedro I cuando le cortó el mismo la cabeza a algunos de los rebeldes streltsí.


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